Latinoamérica
|
Jose Artigas, el verbo y la accion (ii)
Por: Gonzalo Abella
El maestro, profesor de Historia de Movimiento Obrero y máster en Ciencias
Sociales, Gonzalo Abella, nos presenta un interesante y profundo trabajo, con el
que nos permite ayudar descubrir al prócer uruguayo José Artigas (1764-1850).
d) La estrategia de Artigas fue delineada en consenso con grandes pensadores
afroamericanos de la talla de Joaquín Lencina.
El verdadero Artigas era el de los fogones gauchos ('mi gente todavía no sabe
leer', dijo cierta vez), fogones multiculturales donde también había muchachos y
muchachas de origen urbano que se sumaban al proceso liberador. Pero el fogón
gaucho no levantaba actas ni archivaba las piezas oratorias de sus
participantes.
Después Artigas debía ir (con la resolución del fogón) a los 'cabildos
abiertos', donde había que negociar con doctores y sectores de terratenientes,
algunos de ellos esclavistas, cuyo apoyo a la revolución fue importante hasta
1816 (después se fueron pasando al enemigo).
Los 'cabildos abiertos' tienen actas, pero el documento firmado allí por Artigas
siempre es un documento de compromiso, de acuerdo; siempre son resoluciones y
reglamentos 'provisorios', que el pueblo y el Cabildo montevideano interpretarán
de manera muy diferente.
En el terreno de los hechos, mientras tanto, el propio Artigas va impulsando la
desobediencia 'por abajo' a las limitaciones que tuvo que aceptar en el terreno
de los documentos.
Los enemigos solapados
Cuando la Liga Federal era más fuerte, cuando Artigas era el coordinador del
trabajo descentralizado de los pueblos de seis provincias, se desata la segunda
invasión portuguesa.
Un inmenso ejército avanza en forma de pinza de dos brazos por el Alto Uruguay y
por las grandes lagunas del Este oceánico. Los pueblos misioneros, los charrúas,
las familias afroamericanas en armas, los gauchos, todos se preparan a la
defensa.
A la capital de los pueblos en armas, Purificación, llegan los chasques desde
los inmensos confines de la América libre, Federal y agraria. Los poderosos han
abandonado a Artigas. Festejan la invasión.
Las clases dominantes de Buenos Aires y Montevideo esperan liberarse de la
'opresión' que el derecho de las mayorías ejerce sobre sus antiguos latifundios.
Otros oficiales lo han abandonado también, por otras causas: Oribe, consecuente
independentista, se fue a Buenos Aires en 1817, criticando a Artigas por no
poner disciplina entre indios y gauchos.
Oribe cuestiona la naturaleza multicultural de la propuesta y quiere un orden
europeizante para los patriotas. Quedará, por su propia opción, fuera de los
acontecimientos en suelo oriental hasta 1825.
Los combates son violentos. Cae prisionero Andresito, algunos caudillos
provinciales pactan por separado con Buenos Aires, cae prisionero Lavalleja.
Y de pronto es sorprendido el campamento de Tacuarembó, la retaguardia principal
de Artigas. La Historia Oficial habla de que los chasques fueron sorprendidos y
fue capturado el plan de comunicaciones, pero es más fácil suponer una traición.
Además, hay datos que apoyan la traición, no sólo conjeturas. Hubo un oficial de
Artigas, cambiante de bando por vocación, que pidió a Ramírez que asesinara al
Protector, que recibió honores y condecoraciones del Imperio invasor.
El mismo, cinco años después, se enfrentó a los Treinta y Tres y ofrecía una
recompensa de cinco mil patacones a quien le entregara la cabeza de Lavalleja y
otros cinco mil para quien le entregara la cabeza de Oribe. Ese oficial,
capturado por los patriotas en el arroyo Monzón, pidió perdón aterrorizado y
cambió otra vez de bando.
Arrasó los pueblos misioneros sin autorización de sus nuevos jefes, dejando una
estela de horror y robando objetos rituales de oro y plata.
También arrió como ganado a los indios misioneros hasta el Cuareim, y logró de
los traidores y los colonialistas la presidencia de un Estado Tapón, para
asesinar indios, vender muchachas cautivas para servicios sexuales, arrancar
hijos del seno materno, enviar patriotas indios en jaula a Europa.
Además de fortalecer la esclavitud y después de cumplida su presidencia,
inaugurar la tradición de los golpes de Estado.
Este oficial de Artigas se llamó Fructuoso Rivera, y muchos años después
escribía cartas melosas a Artigas en el Paraguay, invitándolo a volver.
De todos los crímenes de Rivera, el más impactante fue la masacre sistemática
contra los charrúas. Por eso los riveristas o cisplatinos de hoy intentan
quitarle importancia a ese etnocidio y negar la importancia de lo charrúa como
raíz nacional.
El discurso riverista-cisplatino, cuando alude a aquella época, no ataca
directamente a Artigas, sino que relativiza los hechos. Es la fuente primaria de
las afirmaciones que enfrenté en la primera parte de este trabajo.
Intenta demoler toda identificación del pueblo oriental con su raíz charrúa,
acusando a los que la reivindicamos de 'charruistas' y 'fundamentalistas' como
si negáramos, por nuestra parte, el noble aporte europeo aldeano, o las raíces
africanas o nuestra otra raíz proveniente de los inmigrantes tape guaraní
cristianos.
Los argumentos de los colorados (o cisplatinos) contra los charrúas fueron
cambiando:
1832: hubo que matarlos porque eran salvajes incorregibles.
1875: eran la Barbarie, los venció el Progreso.
1910 (después que aparecen las hermosas piedras pintadas y las piedras grabadas
con símbolos geométricos): los charrúas eran recién llegados, invasores que
arrasaron con pueblos anteriores más cultos. Si los mantos charrúas tenían el
mismo diseño que esas pictografías, afirma Orestes Araújo por entonces, se debe
a que los débiles mentales imitan lo que no comprenden.
1980: es una lástima pero fueron víctimas del Progreso cuando el Estado Oriental
quiso acabar con toda forma de Barbarie (Acosta y Lara).
1980: Desaparecieron porque eran muy primitivos, no se adaptaron. Si siguieron a
Artigas, fue sólo por instinto salvaje de libertad.
1990: Los charrúas en realidad eran entrerrianos: los minuanos y guenoas de acá,
que hablaban charrúa, no tenían nada que ver con los charrúas, eran bien
diferentes (no se dice en qué). Bracco dice que los cartógrafos confundieron el
río Uruguay con el Paraná y que en realidad la Banda de los Charrúas era Entre
Ríos.
1992: Rivera enfrentó a los charrúas para defender a los guaraníes (algo así
como que hay que matar zulúes para proteger a los esquimales).
2001: Se afirma que la palabra 'charrúa' es una invención celta-gallega (qué
raro, qué rápido la adaptaron los tobas, wichis, guaraníes...).
2003: un afamado político riverista cisplatino, el ex presidente (Julio María)
Sanguinetti, habla en el Parlamento con motivo de la edición de un sello
conmemorativo de Fructuoso Rivera y afirma que frente a la 'rigidez sustantiva'
de Artigas, típica de 'aquellos como iluminados' aparece Rivera, caudillo de los
guaraníes y los gauchos.
2004: En medio de la ofensiva riverista, se imprime un billete de cinco mil
pesos con la imagen del genocida Rivera, y se transmite por canal 12 una
miniserie de origen brasileño, con una historia falsificada sobre los farrapos,
que levanta a Garibaldi como un héroe.
Y esto recién empieza.