Latinoamérica
|
Paraguay la reactivacion tan prometida
Federico Tatter
Nos encontramos a escasas horas de la celebración de un reincidente y
burocrático ritual, cual es la presentación del balance de gestión del poder
administrador de turno. Práctica consuetudinaria, devenida en obsoleta por los
avances tecnológicos, pero sobre todo, por las nuevas exigencias ciudadanas de
rendición de cuentas periódicas, especiales y permanentes, con control cruzado y
auditoría independiente.
Aunque en rigor y justicia, el tal balance no es anual, puesto que al mismo ya
le debemos sumar por lo menos, el período previo de influyente gestión indirecta
entre elección y asunción de mando de más de tres meses. Donde a juzgar por la
profusa comunicación, ya estaban definidos y consensuados el plan, los hombres,
la hoja de ruta, el cronograma de acción. Y sólo faltaba encender la mecha, para
que el mismo 15 de agosto de 2003, horneados a temperatura adecuada, los
disparadores de la reactivación económica y social iniciarían un proceso
fermentador sólido y multiplicador. Enhorabuena entonces.
Pero el tiempo ha pasado inexorable, y en el actual escenario económico y social
ya no hay más espacio para el cinismo, es preciso reconocer que, a más de un
largo año de gestión, la entonces confianza concedida y la comunicación
reiterativa de que se seguía siendo acreedor de la misma, acompañada incluso de
la continúa presentación de planes, programas, proyectos, proyecciones,
intenciones, correcciones, adecuaciones y readecuaciones, no fueron suficientes,
para que, por sí solos, se produjeran los tales arranques declamados.
Por tanto, es de esperar que el citado balance en el caso de que se presente,
como mínimo y para no agregar más decepción a la ya instalada, incorpore una
sensata y sana autocrítica reconociendo que la confianza y liderazgo no son
bienes infinitos, que así como se conceden se retiran, sobre todo cuando los
planes y palabras no terminan de traducirse en acciones y ni hablar de
transformaciones.
Así es que sin necesidad de recordar la extensa lista de anuncios de antaño,
podemos centrarnos en la prometida y esquiva reactivación económica, que no se
ha dado aún a pesar de las buenas cifras macro, a pesar de un entorno regional
estable y en crecimiento, a pesar de la sobreabundancia de capitales mundiales
en busca de concreción productiva.
Lo interesante es que los planes estaban ya diseñados y desde hace demasiado
tiempo, desde hace varios años inclusive, adecuados a escala para una economía
suficientemente diagnosticada y de escasa complejidad como la paraguaya, que
cuenta con excedentes importantes de energía, sin graves problemas
territoriales, una vasta mano de obra entrenable. Pero en el debe, con una
enorme y creciente deuda social, una gran brecha educativa, un importante rezago
en infraestructura, y una cuasi exclusión de la sociedad de la información.
Falta el paso debido, igual que hace un año y medio atrás, la acción
transformadora del estado, que se decida por la inversión productiva y social,
obras públicas y capacitación, que a su vez facilite y promueva la inversión
productiva con incentivos reales, reduzca el hambre y la exclusión social, que
promueva la democracia económica y la redistribución del ingreso. De no tener la
voluntad o capacidad que así sea, tal vez, hasta sería práctico ahorrarse el
discurso.