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Entre Rodrigo Paz y Paco Moncayo...
Kintto Lucas
En julio de 2002 escribía en Tintají sobre la necesidad de la izquierda
centroizquierda y los distintos movimientos sociales ecuatorianos de conformar
un Frente Plurinacional Social y Político para enfrentar las elecciones y otros
desafíos que se acercaban a nivel político. Entonces señalaba que las encuestas
que mostraban "a Alvaro Noboa y León Febres Cordero como los candidatos con
mayor intención de voto carecían de veracidad porque estaban basadas solamente
en poco más del 20 por ciento del electorado que más o menos creía saber en
quién iba a votar. Y argumentaba que "con la presentación oficial de las
diversas alianzas y candidaturas, el escenario electoral cambiará mucho,
llevando a que la izquierda y centro izquierda puedan estar definiendo en la
segunda vuelta aunque algunos/as no lo crean".
Hoy, seis meses antes de las elecciones para alcaldes, prefectos, concejales y
consejeros, según las encuestas se repite el cuento de la polarización entre dos
candidaturas, Paco Moncayo y Rodrigo Paz, para la alcaldía de Quito. Nuevamente
tenemos que salir desde Tintaji a decir que se equivocan. De acuerdo a una
investigación cualitativa realizada por el quincenario, si los sectores de
izquierda y los movimientos sociales se unifican sin exclusiones, con dos
candidaturas de peso para la alcaldía y la prefectura, y encabezan las listas a
concejalías y consejerías con candidatos/as de trascendencia, podrían ganar la
prefectura y crear graves problemas a Paz y Moncayo.
La exclusión de Paco Moncayo y la Izquierda Democrática de una posible alianza
se debe a la imposibilidad de que ese sector acepte hacer un frente en el que
por ejemplo vaya Moncayo a la Alcaldía y un candidato/a de otro sector a la
prefectura. Eso ya ocurrió en las elecciones de 2000 y seguramente volverá a
suceder, pero esta vez perderán el actual alcalde y la ID. A pesar de eso, es
posible que exista algún sector o aspirante a candidato/a de izquierda o
centroizquierda un poco despistado, que esté pensando en mendigar algún puestito
de concejal o consejero, o tal vez alguna futura dirección zonal que poco o nada
aportan en la construcción de un proyecto de largo alcance.
Descartada la posibilidad con la ID, lo que sería una lástima porque se supone
que en cualquier frente de fuerzas progresista debería estar ese partido, si la
izquierda quiere consolidar una buena actuación electoral que ayude a construir
una fuerza unitaria hacia el futuro debería dejar de lado el sectarismo y
participar con candidaturas conjuntas del Movimiento Pachakutik, el Movimiento
Popular Democrático, el Partido Socialista y los distintos movimientos sociales
que existen y que tienen en el movimiento indígena a su expresión más importante
también en la provincia de Pichincha. Ese frente debería plantearse ir mucho mas
allá de las elecciones, que son uno de los tantos medios para acumular fuerzas
en un camino progresista. Asumir las elecciones como un fin en el que muchos/as
pelean por un puestito de candidatos puede destruir a los movimientos sociales.
Según el estudio de Tintají, que se apoya en sondeos, en Pichincha un frente que
unifique diferentes sectores podría tener candidatos con muy buena posibilidad
como Eduardo Delgado, Wilma Salgado, Nina Pacari, Edgar Isch, Virgilio Hernández,
María Eugenia Lima, Rafael Quintero, Napoleón Saltos, por ejemplo. Dentro de
esos nombres, la candidatura de Eduardo Delgado es la más sostenible a mediano y
largo plazo y, dependiendo de las circunstancias, la que más puede crecer hacia
futuro, lo que podría transformarlo en un buen candidato presidencial hacia
2006. La candidatura de Wilma Salgado es tal vez la mejor a corto plazo, porque
puede recoger los frutos de su labor inmediata anterior en la AGD mientras se
mantiene su figura en el imaginario de los/as electores/as. Es una candidatura
muy similar a la de Paco Moncayo en 2000, cuando recogió los frutos del
levantamiento del 21 de enero de 2000. La candidatura de Nina Pacari es la que
tiene mejor proyección para lograr la Prefectura porque unifica lo urbano con lo
rural, lo mestizo con lo indígena, lo local con lo global, además de recordarse
positivamente su gestión como diputada y como ministra.
Edgar Isch mantiene una muy buena imagen de su gestión como ministro podría
tener el apoyo directo de un importante sector social como los maestros y
aparece como una figura de amplitud hacia los distintos sectores sociales con lo
que consolidaría un excelente candidato a concejal. Algo similar puede ocurrir
con Virgilio Hernández como posible candidato a consejero porque podría
arrastrar votos rurales y urbanos de Pachakutik. En el mismo nivel aparece
Napoleón Saltos y son muy interesantes las posibilidades de Rafael Quintero y
María Eugenia Lima.
La posibilidad de una buena actuación electoral no depende solamente de lo
individual, ya que las individualidades tienen consistencia dentro del colectivo
unitario, dentro de una lista común en la que todos sean candidatos. Así
demostrarían una fuerza capaz de ciertos desprendimientos como espera la gente,
cansada de que lo electoral sirva para dividir a los sectores sociales y de que
las elecciones no traigan ningún bienestar.
La izquierda y centroizquierda se encuentran en una encrucijada. Con las
elecciones se abren dos caminos: uno que podría limpiar la imagen de sectarismo
y división de los sectores que integran la tendencia, y otro que los mantendría
como fuerzas coyunturales que pasan escondiendo la basura bajo la alfombra sin
visión de futuro.