Latinoam�rica
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17 de mayo del 2004
Brasil: La trayectoria (y la tragedia) del PT
Ricardo Antunes
Folha de Sao Paulo
El m�s exitoso partido de izquierda de las �ltimas d�cadas se asemeja hoy al
"New Labour" de la vieja Inglaterra.
El PT parece completar su ciclo y llegar a la mayor�a pol�tica: nacido en el
seno de las luchas sociales, sindicales y de la izquierda al final de los a�os
70, el joven partido surg�a, entonces, tanto del rechazo al "socialismo real"
como de la socialdemocracia, sin ir hacia el capitalismo. Su vitalidad resultaba
del fuerte v�nculo con las fuerzas sociales del trabajo. La d�cada del 80, que
tantos consideran las "d�cada perdida", fue para el mundo del trabajo un per�odo
de creaci�n y avance. Bastar�a recordar que all� florecieron, adem�s del PT, la
CUT y el MST, una pl�tora de movimientos sociales y sindicales, del campo y las
ciudades, que irrump�an desde la base, cuestionando nuestra historia casi
prusiana, autocr�tica, cuyos estratos "de arriba" expresaban un universo burgu�s
al mismo tiempo agresivo y medroso, elitista e insensible.
En los a�os 90, la d�cada de la desertificaci�n neoliberal, una atormenta se
abati� sobre nuestro pa�s. Tuvimos privatizaci�n acelerada, informalidad
descompensada, desindustrializaci�n avanzada y financiarizaci�n desmesurada.
Todo conforme a la figurita global. Si Collor fue un bonapartista aventurero,
fuente inagotable de irracionalidad, con FHC (Fernando Henrique Cardoso) y su
racionalidad acentuada el pa�s descarril� en los trillos del social-liberalismo,
eufemismo designado a los que practican el neoliberalismo.
El PT sufri� esa tempestad, oscilando entre la resistencia al desmonte y la
adopci�n de la moderaci�n. Luchaba contra el recetario y el programa neoliberal,
pero aumentaba su subordinaci�n a los calendarios electorales, actuando cada vez
m�s en el lecho de la institucionalidad. De partido contra el orden, se fue
metaforseando en partido dentro del orden. Las derrotas electorales del 94 y 98
intensificaron su transformismo, mientras que el pa�s tambi�n cambiaba. En el
apogeo de la fase de la financiarizaci�n del capital-dinero, del avance
tecno-cient�fico del mundo digital y casi espectral, donde el tiempo y espacio
se convulsionan, Brasil viv�a una mutaci�n del trabajo que alteraba la polisemia,
de la cual la informalidad, precarizaci�n y desempleo son expresiones.
Ingresamos entonces en la simbiosis entre la era de la informatizaci�n y la
�poca de la informatizaci�n.
Cuando, finalmente, Lula gan� las elecciones, el pa�s estaba de cabeza ca�da. Al
contrario de la potencia creadora de las luchas sociales de los a�os 80, el
escenario era de estancamiento en medio de tanta destrucci�n. Su elecci�n fue,
por eso, una victoria pol�tica tard�a. Ni el PT, ni el pa�s eran los mismos. El
segundo estaba desertificado mientras que el primero se hab�a desvertebrado.
Por eso, la pol�tica que el gobierno del PT viene implementando, desde su
primera hora, es en parte expresi�n de su transformismo y su consecuente
adaptaci�n al orden.
Pero la intensidad de la subordinaci�n al financismo, a los ideales y a la
program�tica neoliberales, dejaron perplejos hasta sus m�s �speros cr�ticos. En
tanto el tucanato (tucanos, partidarios del PSDB y FHC) y el PFL (Partido Frente
Liberal), transitaron de la sorpresa inicial, a constatar que el PT en el poder
es la ant�poda del PT en la oposici�n, llegan a un segundo y actual momento de
escarnio y crucifixi�n. El episodio Waldomiro, era solo lo que faltaba, haciendo
que la legendaria revista brit�nica The Economist, recordara que el halo del
gobierno del PT estaba como un pastel (The Economist, 21-2-04).
Encantado con el mundo palaciego, actuando como palad�n del neoliberalismo,
envuelto por las m�sicas de Zeca Pagodinho, adulado por la manipulaci�n "dudiana",
el gobierno del PT mantiene una pol�tica econ�mica que, ampl�a el desempleo y la
informalidad y estanca la producci�n. Su postura en relaci�n a los transg�nicos
se dobleg� a las transnacionales, y su acci�n contra la Previdencia P�blica
(Previsi�n Social) fue visceral negando todo su pasado, generando catarsis junto
a los nuevos operadores de los fondos de pensi�n, que vislumbran la feliz
confluencia del mundo financiero con el sindicalismo de negocios.
Pero en un punto el gobierno Lula se mostr� m�s competente que el de FHC: por
primera vez en la historia reciente del pa�s, los trabajadores privados fueron
empujados contra los trabajadores p�blicos. Si no fuere tr�gico, se podr�a decir
que el partido que el partido que naci� (con perd�n de la palabra) en la lucha
de clases, se convirti� en el partido que incentiva la lucha intraclase. Claro
que, para eso, fue necesario repetir la historia anterior de los "procesos y
depuraciones", que llev� al PT dominante a expulsar la coherencia para preservar
el servilismo. El m�s exitoso partido de izquierda de las �ltimas d�cadas, que
tantas esperanzas provoc� en Brasil y en tantas otras partes del mundo, se
asemeja hoy al "New Labour" de la vieja Inglaterra.
Francisco de Oliveira recurri� al ornitorrinco para retratar la tragedia
brasilera. Oriundo de Australia, el monstruito tiene pico de pato, mezcla de
reptil con mam�fero. Tan extra�o y feo bicho, que la pena sarc�stica de Melvilla
(vale recordar que es de su zafra la m�xima sobre el tucano: bello plumaje y
carne mala!!) nos recuerda que, cuando un ornitorrinco empajado apareci� por la
primera vez en Inglaterra, los estudiosos de las ciencias naturales no
consiguieron creer que aquel animal exist�a en la realidad, afirmando que su
pico era artificial. La comparaci�n es casi inevitable: � ser�a, entonces, el
ornitorrinco al s�mil petista del tucano?
(*) Profesor titular de Sociolog�a del Trabajo en la Universidad de Campinas
(Unicamp). Coordina la colecci�n Mundo do Trabalho. Es editor de la revista
Margen Esquerda, miembro de Latin American Perspectivas (EEUU) y Herramienta
(Argentina). Autor entre otras obras de �Adi�s al Trabajo? Ediciones
Herramienta, 1999 y 2003 y Os Sentidos do Trabalho, Ed. Boitempo (Brasil).
11-4-04
Traducido por Correspondencia de Prensa