Latinoamérica
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15 de mayo del 2004
Entrevista a Tarso Genro, ministro brasileño de Educación
Francesc Relea
Tarso Genro, de 57 años, militante del Partido de los Trabajadores (PT) y
ministro de Educación de Brasil, adquirió notoriedad política como alcalde de la
ciudad de Porto Alegre, capital del Estado de Río Grande do Sul, a lo largo de
las distintas ediciones del Foro Mundial Social. Genro se define como un
"ayudante constructor" de la cumbre que ya tiene vuelo propio y reúne anualmente
a movimientos y organizaciones que, desde distintas ópticas, plantean o buscan
alternativas a la globalización. Al llegar al Gobierno, el presidente Luiz
Inácio Lula da Silva lo nombró secretario del Consejo de Desarrollo Económico y
Social, un órgano consultor que reúne a destacadas personalidades de diversos
sectores de la sociedad brasileña. Al año entró en el Gobierno al frente de la
cartera de Educación. A finales de mayo estará en Barcelona, para intervenir en
el Fòrum.
Pregunta. ¿El siglo XXI será el siglo de las ciudades, como plantea la Agenda 21
de la Cultura?
Respuesta. Creo que asistimos a una transformación radical en las relaciones
internacionales y las ciudades se están ubicando en el centro de estas
relaciones. La desaparición de fronteras jurídicas y políticas determina una
relación más integrada de las ciudades. Una política de ciudad retoma en el
aspecto político más amplio una proximidad con la antigüedad griega de la
ciudad-Estado. Eso no determina la extinción de las naciones, sino la emergencia
de las ciudades como un nuevo sujeto político global.
P. En este nuevo escenario, ¿cómo ve usted la cooperación de los gobiernos
locales con los gobiernos nacionales?
R. La pérdida de la capacidad de intervención en las normativas globales por los
sujetos políticos nacionales determina que se organicen resistencias al proceso
de globalización en las ciudades. La ciudad es hoy un laboratorio, un espacio de
construcción de políticas globales a partir de las necesidades locales, que son
los espacios donde vive la mayoría de los ciudadanos de las naciones
desarrolladas y que tienen un papel político global.
P. ¿Qué puede significar la nueva organización Ciudades y Gobiernos Locales
Unidos que acaba de nacer en París?
R. Este proceso comenzó hace tres años con el alcalde de Roma, Veltroni. La idea
era configurar una articulación política global de las principales ciudades del
mundo. Las ciudades, integrándose como un sujeto político especial que tiene
perspectivas locales para enfrentar el problema de lo que yo apunto como la
globalización deshumanizadora.
P. ¿Puede generar la cultura inclusión social?
R. Más que nunca. Con la ampliación del tiempo de ocio, el sector
lúdico-cultural pasa a tener no sólo una importancia social agregadora, sino
también una importancia económica fundamental. Hoy hay espacios concretos para
que se desarrolle un tercer sector del ocio, de la cultura, de la educación...,
como elementos vitales del desarrollo económico, como oferta de empleo y como
elemento de integración social y política en torno a un proyecto de ciudad y de
región.
P. ¿Por su experiencia como alcalde de Porto Alegre, ve usted una línea de
continuidad entre el Foro Social Mundial y el Fòrum de Barcelona?
R. Creo que sí hay una relación entre los dos foros. El de Barcelona no tiene la
misma configuración social que el foro de Porto Alegre, pero el sentido es el
mismo, integrando la ciudad en el mundo sobre la base de la democracia, los
derechos culturales y humanos.
P. ¿Qué es política cultural?
R. En sentido estricto, se refiere a las promociones culturales. En un sentido
estratégico, significa una nueva propuesta de cohesión social, con lazos
educativos, culturales e intelectuales, que promuevan un sentido de vida abierto
y netamente democrático.
P. ¿Cómo ve la cultura en los países no dominantes?
R. Es una cultura dual, de resistencia y de reconstrucción universalista. La
resistencia con los valores típicamente locales es importante; por ejemplo,
rescatar los orígenes de nuestra música.
P. En Brasil hay un gran debate sobre las cuotas de ingreso de negros e indios
en los centros de enseñanza y universidades. ¿Cuál es su opinión al respecto?
R. Mi ministerio es el promotor de esta propuesta junto a la Secretaría para
Asuntos Raciales. Estoy a favor a la política de cuotas. No es una visión
dogmática, hay que tener políticas afirmativas específicas para cada nación. En
Brasil esta política afirmativa es positiva porque parte de una constatación
histórica, de una deuda histórica del Estado brasileño, que como conductor de la
esclavitud tiene que proporcionar condiciones objetivas para que el principio
jurídico de la igualdad formal sea efectivamente desarrollado. Significa
reconocer esta deuda histórica y proporcionar una política de cuotas que no sea
antiblanca ni contra otra raza.