Olvidemos Marzo
Alfredo Boccia Paz
RODELU
El Marzo paraguayo es la mejor prueba de que la memoria es un arma de larga duración. Si fuera posible inducir el olvido por orden superior o por la tergiversación sistemática y repetitiva de algunos medios de prensa, hace mucho tiempo que Marzo estaría fuera del recuerdo colectivo. Pero no, está allí pertinaz y resistente.
Ha resistido a cinco años de intoxicación por hectolitros de tinta gastados en argumentos tilingos sostenidos con tozuda circunspección. El vicepresidente Argaña no fue asesinado, nos dicen. Murió de un infarto, o de un cáncer, o resbaló en la escalera, o se suicidó. Por lo tanto, el magnicidio fue un montaje que contó con la complicidad de su chofer y su guardaespaldas -ambos baleados- y la de más de quince médicos del sanatorio donde falleció. Aseguran que ésa solo fue la primera parte de un plan fríamente calculado.
La memoria de aquella plaza ha soportado cinco años de intentos de armar una historia diferente. La gente fue a la plaza, dicen, engañada por una monumental conspiración de las radios, la televisión y los diarios antioviedistas. Fueron idiotas útiles manipulados por un viejo cura jesuita y una locutora radial. Hubo heridos en ambos bandos, aseguran hasta hoy con imperturbable cinismo. A los jóvenes que murieron les dispararon desde la terraza del Congreso, aseveran, como si los francotiradores del edificio Zodiac fueran fruto de una alucinación colectiva.
El Marzo paraguayo sobrevivió incluso a su imagen final. Aquella con la que la gente se fue a dormir el domingo a la noche, luego de los días de vigilia y sangre: el juramento de González Macchi. Ni siquiera los cuatro años de irresponsable carnaval que siguieron -el peor gobierno de toda la historia paraguaya- lograron apagar las marcas de la memoria. De tanto atribuir al levantamiento popular de Marzo los errores de ese des-gobierno, a veces consiguen que la gente olvide las amenazas previas de violencia del proyecto fascista de Lino Oviedo y de su desprecio a la Constitución.
Y, sin embargo, Marzo, incólume, sigue allí. Inolvidable, heroico y espontáneo. Allí están, todavía grabados en la memoria colectiva, los nombres de sus mártires. Han hecho lo posible por cambiar los hechos e impregnarnos de amnesia. Hay políticos y periodistas que pueden desentenderse de las lecciones de Marzo. Pero la ciudadanía no. Porque aquel Marzo nos devolvió la autoestima como nación. Porque, durante aquellos días, la gente en la plaza demostró que no apoya la violencia política. Porque comprobamos que, en situaciones extremas, siempre habrá una ciudadanía capaz de levantarse y poner sus pechos contra la barbarie.
Olvidar Marzo será, por mucho tiempo, una tarea imposible. Y, si ha sobrevivido a un lustro de traiciones, me temo que logrará instalarse en la historia como la gesta ciudadana más importante del siglo pasado.
Publicado en el diario Ultima Hora de Asunción el 27 de marzo de 2004
Alfredo Boccia Paz
Médico y periodista político paraguayo
galiboc@pla.net.py