Latinoamérica
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9 de april del 2004
Documentos y una cinta de audio prueban el respaldo del entonces presidente de EE.UU
Lyndon Johnson apoyó el golpe militar de 1964 contra Joao Goulart en Brasil
Jim Lobe
Una nueva cinta de audio desclasificada y documentos liberados recientemente, 40 años después del golpe de Estado que en 1964 instaló el régimen militar en Brasil, muestra que el entonces presidente estadunidense Lyndon Johnson participó directamente en la decisión de respaldar a las fuerzas golpistas, de ser necesario.
En una cinta de seis minutos de duración en la que Johnson recibe información en su rancho de Texas, se le oye dar al subsecretario de Estado George Bail plena autoridad para apoyar activamente el golpe si se requiere apoyo de Washington.
"Me parece que debemos dar todos los pasos que podamos, estar preparados a hacer lo que necesitemos", dice Johnson a Bail el 31 de marzo de 1964, un día antes de que el presidente brasileño Joao Goulart huyera del país.
"No podemos aceptar a éste", dice en aparente referencia a Goulart, cuya retórica populista y supuesta asociación con dirigentes del Partido Comunista Brasileño habían suscitado temores de que el país más grande de Sudamérica se convirtiese en una Cuba gigante.
"Yo me pondría arriba de todo y sacaría el cuello un poquito", añade Johnson, quien un año después enviaría miles de marines a intervenir en la guerra civil de República Dominicana.
Luego llama a "cualquiera que tenga imaginación o ingenio... a (John) McCone (director de la Agencia Central de Inteligencia)... a (Robert) McNamara (secretario de la Defensa)", a cerciorarse de que el golpe de Estado que estaba ya en marcha en Brasil concluyera con éxito.
Goulart, miembro del Partido de los Trabajadores que fue electo vicepresidente con Janio Quadros, asumió el poder en 1961, después de la renuncia de éste. Pese a los antecedentes democráticos de Goulart y a sus repetidos esfuerzos por dar seguridades a Washington de que no pretendía colocar a Brasil en una ruta radical ni alinear al país con Cuba o con la Unión Soviética, funcionarios estadunidenses, todavía impactados por la crisis de los misiles de octubre de 1962 en Cuba -que llevó a Estados Unidos y la Unión Soviética al borde de la guerra nuclear-, adoptaron una postura cada vez más hostil.
Washington estaba representado en Brasil por el embajador Lincoln Gordon, cuyo principal agregado militar, el general Vernon Walters, era amigo muy cercano del general brasileño Humberto de Alençar Castello Branco, quien sería declarado presidente después del derrocamiento de Goulart. Walters llegó después a subdirector de la CIA y más adelante fue embajador estadunidense ante Naciones Unidas en el gobierno de Ronald Reagan.
Además, la CIA tenía fuerte presencia en Brasil en ese tiempo, y llevaba a cabo cierto número de operaciones encubiertas destinadas a patrocinar a los opositores a Goulart.
Como ocurrió con el embajador de Washington en Chile a principios de la década de 1970, cuando la CIA se empeñaba activamente en desestabilizar al gobierno del presidente Salvador Allende, a Gordon, quien tiene actualmente 92 años, se le mantuvo sin informes respecto de las operaciones específicas de la agencia.
Mucho se ha revelado hasta ahora del apoyo estadunidense al golpe militar en Brasil. Por ejemplo, documentos secretos descubiertos en 1976 por un estudiante egresado de la Universidad de Texas y publicados más tarde en la prensa brasileña ofrecieron algunos detalles de las operaciones de la CIA y confirmaron que Washington había desplegado frente a la costa de Brasil, en el tiempo del golpe, una fuerza de tarea de portaviones que contenía también destructores y naves petroleras, presumiblemente para intervenir de manera encubierta o abierta en apoyo a las fuerzas golpistas, si Gordon lo consideraba necesario.
En ese tiempo Gordon, a quien no fue posible contactar este miércoles para que hiciera algún comentario, reconoció que el despliegue se había realizado, pero insistió en que fue "una contingencia que nunca se puso en práctica. Temíamos la posibilidad de una guerra civil... y uno de los dos bandos podría necesitar un poco de ayuda externa".
Entre los documentos y la cinta de audio, que fueron desclasificados de manera oficial el mes pasado, fecha en que los obtuvo el Archivo Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas en inglés), organización independiente, figuran por lo menos dos de los documentos -entre ellos un extenso cable de Gordon respecto de la situación política al 27 de marzo de 1964- que fueron revelados en 1976.
Pero, además de la cinta de audio, cuatro documentos, entre ellos dos memorandos de la CIA y dos notas internas de Departamento de Estado, en apariencia no habían sido revelados antes.
"Estos documentos revelan hasta qué grado el gobierno de Johnson, comenzando por el propio presidente, estaba dispuesto a intervenir para garantizar el éxito del golpe", señaló Peter Kornbluh, principal investigador sobre América Latina del NSA.
"Arrojan algunos detalles respecto del envío de armas y municiones vía submarina y la asignación de un barco cisterna de Esso para apoyar a las fuerzas sublevadas, en caso necesario.
"Hacen más claro que nunca que Washington estaba preparado a hacer mucho -de manera abierta si fuera necesario-, si el golpe no prosperaba con rapidez, para asegurar que Goulart fuera derrocado", añadió.
El primer cable, que es tal vez el más conocido, fue enviado el 27 de marzo por Gordon a altos funcionarios del gabinete de política exterior y proporciona una extensa evaluación de la supuesta intención de Goulart de "hacerse con un poder dictatorial" junto con el Partido Comunista. También recomienda "una entrega clandestina de armas" a los partidarios de Castello Branco, así como el envío de gas y petróleo para ayudarlos en su campaña. El embajador insta asimismo al gobierno a "prepararse sin demora contra la contingencia de una necesaria intervención abierta en una segunda etapa".
Un cable de seguimiento enviado por Gordon el día sigiuiente reitera la solicitud de un envío secreto de armas que serían "pre posicionadas antes de cualquier (sic) surgimiento de violencia" y "usadas por unidades paramilitares que colaborarían con los grupos militares democráticos".
Un tercer documento de la CIA, fechado el 30 de marzo, es un informe de campo de fuentes de inteligencia en Belo Horizonte, el cual afirma que "definitivamente se pondrá en marcha (sic) una revolución de las fuerzas contrarias a Goulart esta semana, probablemente en los próximos días", la cual tomaría la forma de una marcha de fuerzas militares hacia Río de Janeiro.
De acuerdo con la fuente citada en el cable, la "revolución... no se resolverá con rapidez y será sangrienta". En particular, anticipa combates con otras unidades del ejército en Sao Paulo y una escaramuza militar en el norte.
Se considera que la armada probablemente se incline por Goulart, mientras "la fuerza aérea está tan dividida que no será problema en las primeras etapas (y) eventualmente debe acudir en apoyo de las fuerzas opositoras a Goulart".
Un cable secreto fechado el 31 de marzo dirigido a Gordon por el entonces secretario de Estado, Dean Rusk, proporciona una lista de decisiones de la Casa Blanca "tomadas para estar en posición de brindar auxilio en el momento apropiado a las fuerzas contrarias a Goulart si se decide hacerlo así".
Entre estas decisiones figura enviar buques cisternas estadunidenses de Aruba a Santos, reunir 110 toneladas de municiones y otro equipo para las fuerzas opositoras y despachar a la fuerza de tarea naval a ocupar posiciones frente a la costa. El documento final, fechado el 2 de abril de 1964, es de la CIA y confirma la partida de Goulart al exilio en Uruguay ese mismo día, y el éxito del golpe.
Si bien los nuevos documentos aportan más conocimientos sobre el golpe y sobre el papel que Estados Unidos tuvo en él, el expediente dista mucho de estar completo, según Kornbluh, quien señaló que la CIA no ha entregado documentos relativos a sus operaciones en Brasil, en contraste con los relativos a sus acciones respecto de los regímenes militares en Chile y Argentina.
"La desclasificación del registro histórico del golpe de 1964 y de los regímenes militares que vinieron después obraría en apoyo del interés estadunidense por fortalecer la causa de la democracia y los derechos humanos en Brasil y en el resto de América Latina", expresó.