Latinoamérica
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26 de abril del 2004
Balance de una semana "enrarecida"
Bolivia: Aprestos golpistas no logran concretarse
Erick Fajardo Pozo
En la evaluación de esta "enrarecida" semana, las denuncias del MAS y el MBL sobre un presunto intento de golpe de estado perpetrado por NFR y la destitución del Viceministro de Defensa Civil, Jorge Badani, emparentado con Reyes Villa, sugieren - a desdén de la versión de Mesa y del desmentido de la embajada de EE UU - que "algo" sucedió en realidad. Una semana de desestabilización cerró 11 universidades públicas, atacó el abastecimiento y evitó la libre circulación, aunque sus protagonistas y quienes la orquestaron no consiguieron respaldo de los movimientos sociales, la complicidad del ejército y así, ni siquiera alcanzaron a causar descontento en la ciudadanía.
Las ciudades de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz vivieron ésta semana una arremetida desestabilizadora - advertida por el gobierno como intento de golpe de estado - de mano de grupos separatistas regionales y partidos políticos ligados a intereses transnacionales, cuyo verdadero objetivo parece haber sido obligar a Mesa - mediante presión sindical y desestabilización al interior de los aparatos de seguridad del estado - a dos decisiones: La inmediata venta del gas a Argentina y un adelantamiento de elecciones generales para diciembre.
Si sectores allegados al gobierno como el Movimiento Al Socialismo (MAS) y el Movimiento Bolivia Libre (MBL) interpretaron - o pretendieron interpretar - con demasiada susceptibilidad la amenaza de un presunto golpe, entonces la prensa dio por hecho ese temor con excesiva facilidad. A mediados de la semana que concluye, ambos - prensa y gobierno - acusaban un intento de golpe de estado en el proceso sistemático de desestabilización iniciado por sectores sindicales, mandos policiales y castrenses; todos ligados a partidos políticos neoliberales y con la venia de la embajada norteamericana.
No obstante sus protagonistas, el origen del clima de inestabilidad fue la indefinición de Mesa respecto a la política energética boliviana; indefinición que dejó soliviantar el descontento social al occidente y oriente del país, tanto entre los detractores de la venta del gas como entre sus apologistas. Ese "estado de descontento" fue oportunamente transformado en estado de convulsión por algunos partidos políticos que se sienten amenazados por una impopularidad devenida de su participación en el gobierno de Sánchez de Lozada; impopularidad que podría materializarse en derrota electoral, de continuar igual el panorama político hasta las elecciones municipales de diciembre.
Los partidos responsables de tal intento desestabilizador - a decir del diputado Evo Morales Aima - serían el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y la Nueva Fuerza Republicana (NFR), aún ligados al depuesto Sánchez de Lozada; mientras que la razón de la perpetración sería la urgencia de ambos partidos de truncar las posibilidades electorales del Movimiento al Socialismo (MAS), con vistas a las elecciones municipales de diciembre.
A las denuncias del MAS, le acompañaron las del Movimiento Bolivia Libre (MBL), otro de los socios de Mesa en el gobierno que a través de su jefe nacional, el diputado Franz Barrios, corroboró la denuncia de intentos de desestabilización hecha por Morales Aima.
La acusación de Morales aludía a "reuniones secretas", que habrían sostenido el Viceministro de Defensa Civil, Almirante Jorge Badani, con el secretario ejecutivo de Nueva Fuerza Republicana (y hermano del Jefe Nacional de ese partido), Erick Reyes Villa, para planificar el golpe. Las denuncias de Barrios establecen las 3 razones para la supuesta perpetración: a) Impedir la aprobación de la Ley de Hidrocarburos, propuesta por el MAS y aprobada por el parlamento; b) impedir el juicio político a Gonzalo Sánchez de Lozada y c) impedir la concreción de las elecciones municipales.
Los siguientes elementos circunstanciales de análisis parecen respaldar tales hipótesis.
Auténticos escenarios del conflicto
Apenas iniciada la semana la prensa nacional identificó dos escenarios de conflicto, cuyas demandas y problemática eran genuinas en función de su vigencia histórica: El movimiento cocalero (en demanda del cumplimiento de la pausa en la erradicación de cocales comprometida por Mesa) y la Coordinadora Nacional de Defensa del Gas (en demanda de la no-aprobación de la ley de hidrocarburos de Mesa y de la no-venta de gas a Argentina).
A estos dos deben añadirse el ejército y la policía, inmersas en una crisis institucional y en una reforma estructural que sus altos mandos (activos y en retiro), vinculados históricamente a partidos como el MNR (en el caso de la policía) o ADN (en el caso del ejército) han visto con descontento.
La Policía Nacional, sumida en denuncias contra su comandante, Gral. Jairo Sanabria, por corrupción administrativa e ineficiencia en la investigación del asesinato de la fiscal Mónica Von Borries y la autoinmolación del minero Eustaquio Picachuri, es - desde el levantamiento de febrero de 2003 - un barril de pólvora.
Las Fuerzas Armadas pululan de rumores de conspiración y descontento con el actual Comandante, Luis Aranda - Almirante de la Naval -, que ha creado una élite de oficiales con poderes especiales para coadyuvar con los servicios de inteligencia en la detección de afanes conspirativos dentro el ejército. De las tres unidades castrenses que componen las fuerzas armadas (Ejército, Naval y Aeronáutica), el ejército representa el 75%.
Escenarios de conflicto artificiales.
Pero otros cuatro escenarios de conflicto e igual número de actores, irrumpieron, de forma súbita o mediata, complejizando la situación: El movimiento universitario nacional (en supuesta demanda de mayor presupuesto), el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qollasuyo - Conamaq (teóricamente en demanda de la destitución del ministro Ricardo Calla), la Confederación Nacional de Transporte (teóricamente en demanda de la desrregulación de los carburantes y la no-derogación del régimen tributario integrado) y los Comerciantes Gremialistas (en presunta demanda de la no-derogación del régimen tributario simplificado).
En la cúpula del ejército y en la dirigencia sindical de universitarios, comerciantes y transportistas; la militancia política de sus líderes en la NFR de Reyes Villa, permitió ver que detrás de los motivos manifiestos de cada sector movilizado existían intenciones latentes que sólo afloraron el día miércoles, cuando el concierto de desestabilización era generalizado: La presión sobre el gobierno para forzar la consumación de la venta del gas y para obligar a Mesa a una rápida dimisión y nueva convocatoria a elecciones.
No conjuró la intentona la apenas oportuna reacción del poder ejecutivo, sino la coherencia de los verdaderos movimientos sociales - como los cocaleros, la Central Obrera Boliviana y la Coordinadora -, que se negaron públicamente "a prestarse al juego de los partidos políticos y la embajada americana", según declaró a Adital Oscar Olivera, máximo líder de la Coordinadora Nacional de Defensa del Gas.
Al mantenerse al margen de la propuesta y no permitir que sus históricas demandas se confundieran con las intenciones supuestamente golpistas, Evo Morales, Óscar Olivera y Jaime Solares condenaron al fracaso el intento.
Las acciones de contingencia del gobierno son apenas anecdóticas: El martes Mesa instruyó la destitución del Viceministro de Defensa Civil, Alfonso Badani, en razón de las reuniones "conspirativas" que habría tenido en su gabinete, a altas horas de la noche, con Erick Reyes Villa, Secretario General y diputado de Nueva Fuerza Republicana (NFR), además de hermano del líder de ese partido - Manfred Reyes Villa.
24 horas después - miércoles - el Ministro de Gobierno, Alfonso Ferrufino, denunció la presencia de elementos golpistas al interior del movimiento universitario que se congregó en La Paz. La presencia del Consejero Departamental (vereador) de NFR, Max Mendoza Parra - infiltrado como estudiante - y su intento de redireccionar la movilización estudiantil de su objetivo inicial (presupuesto) al de "derrocar el gobierno", parecen confirmar la hipótesis.
El jueves, el paro nacional del transporte tuvo también la impronta de NFR. En Cochabamba la militancia política de sus máximos dirigentes, Orlando Guillén y Pedro Cardozo, es un hecho público tan conocido como la existencia de un diputado en la bancada de NFR que representa a ese sector ante el parlamento.
De igual manera la dirigencia del comerciantado gremialista, que responde periódicamente a las necesidades de presión social de Nueva Fuerza Republicana, dejó casi sin abastecimiento los mercados. Su máxima dirigente en Cochabamba, Enriqueta Imaca, es conocida militante de NFR.
En Cochabamba, durante la marcha de protesta realizada por ese sector la mañana del jueves, se pudo notar que la imposición dirigencial y la desinformación eran los elementos de congregación. Cuestionados por Adital, la mayoría de los marchistas dijo pensar que la razón de la protesta era para evitar la venta del gas a Argentina.
Horas antes del jueves, Nueva Fuerza Republicana, acusada de haber intentado perpetrar un golpe de estado en medio de las protestas sociales de febrero de 2003, rechazó públicamente las acusaciones de autoría en este nuevo intento de golpe; pero en el paroxismo de la frustración el diputado de NFR Dante Pino Archondo, acusó ante los medios a Carlos Mesa de "haber derrocado" a Sánchez de Lozada y lanzó una apología incriminativa del evadido ex presidente.
El analista Álvaro García Linera, decía el mismo jueves, en un programa de televisión, que una protesta social sólo podría equipararse a la de "octubre rojo" si participaran de ella los "grandes" movimientos sociales del país. La ausencia de esos "grandes" sectores en las protestas de comerciantes, universitarios y transportistas, puede haber frustrado el supuesto golpe.
Como corolario el desmentido de Carlos Mesa a su regreso de Argentina, negando un supuesto conato de golpe con "autorización" del embajador Greenlee, preocupan más que tranquilizar. El diario La República del Perú denunció el miércoles que Mesa sostuvo una reunión con ..., en la que el funcionario del gobierno de Bush le habría sugerido que convocara a elecciones antes de diciembre.
La embajada de los Estados Unidos en La Paz reaccionó airada y en comunicado oficial reiteró su respaldo a Mesa y desmintió a La República. Por su parte el presidente de Bolivia corroboró la falsedad de que se le hubiese sugerido dimitir y convocar a elecciones. Lo preocupante es que en una entrevista concedida a El Clarín de Buenos Aires, un día antes de su retorno a La Paz, Mesa no desmintió el interés norteamericano en que convocara a elecciones antes de fin de año y aceptó que la opinión de Washington era "significativa".
Quién miente es una incógnita; lo que es un hecho es que algo estuvo a punto de pasar en esta semana de venta de gas, de movilizaciones sindicales y de ambiente enrarecido por el "ruido de sables" en Bolivia.