Un minero boliviano se inmola con dinamita en el Congreso Nacional para protestar por la política gubernamental
Econoticias Bolivia
El minero boliviano Eustaquio Icachuli Collaca, padre de familia y ex trabajador del combativo distrito minero de Siglo XX, estalló en dinamita a las tres de la tarde del pasado martes en los elegantes salones del Honorable Congreso Nacional.
Horas antes, pertrechado con varios cartuchos de dinamita en el cuerpo, había sido interceptado por efectivos de la Policía que custodiaban el ingreso al Parlamento, adonde había acudido para pedir la devolución de los aportes que había hecho durante toda una vida de trabajo al sistema de Seguridad Social.
No se conoce, por lo menos hasta ahora, qué dijo instantes antes de morir. Sólo se sabe que fue a exigir justicia.
En la Federación de Mineros lloran por Eustaquio. "Uno a uno, todos los mineros vamos a volar junto a las autoridades", dice uno de los dirigentes que acusa de insensible y deshonesto al gobierno neoliberal de Carlos Mesa.
"Han pasado cinco meses que están en el gobierno y no han hecho nada para resolver el problema de los ex trabajadores mineros. No tenemos jubilación, no hay trabajo y no hay qué llevar para el pan de la casa", dicen al retratar el drama de miles de trabajadores del subsuelo que, a mediados de la década de los años 80, fueron despedidos de la Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL), despedazada por el neoliberalismo como condición previa para entregar las minas a los sectores empresariales.
"Los mineros hemos amenazado con dinamitarnos si no cumplen con nuestras demandas que son justas. Nadie nos hace caso, ni siquiera la prensa (...) Todos se olvidan que los mineros hemos mantenido al país con nuestro trabajo".
Según los primeros reportes extraoficiales, junto al minero Eustaquio también habrían muerto dos efectivos policiales de alta graduación y quedado heridos otros varios. Una segunda explosión de dinamita se produjo minutos después de la primera, en circunstancias aún no esclarecidas.