"Fulana tuvo familia", solían decir en mi pueblo cada vez que dos nuevos ojos se sumaban a la mirada colectiva.
La frase podría repetirse hoy en Uruguay, metafórica y elocuente, si personificáramos en esa "fulana" a la derecha conservadora y vernácula, ejecutora de la rapiña nacional y de la confiscación de la economía obrera.
Sus hijitos fueron tradicionalmente el Partido Colorado y el Partido Nacional, dos criaturas que, olvidando la buena educación recibida en la infancia, luego de un ininterrumpido saqueo fundieron el patrimonio de la familia. Tuvieron durante la dictadura militar unas largas vacaciones. En lo referente al saqueo, aquéllas no significaron ni una disminución, ni una cesación del mismo. La rapiña asumió características mucho más brutales y a la sangría económica se le sumo la de vidas humanas.
El recién nacido, parido en medio de un congreso desganado y "cupulero", responde al nombre de Encuentro Progresista-Frente Amplio.
Dicen las encuestas que más de la mitad de los uruguayos anda de babero. En un país conservador como el nuestro, que optó por la Ley de Impunidad, es difícil de explicar que una verdadera izquierda pueda ser mayoría. Si bien es cierto que no se puede elaborar una opinión sólo en base a los números, es igualmente cierto que éstos no son una opinión. Son una certeza.
La entrega del país al gran capital fue siempre el pasatiempo preferido de los dos hermanos mayores."Traviesos y amorosos ", como diría alguna vieja pituca ahuecando los ojos, tiraron demasiado de la piolita y le rompieron la cuerda al "chiche".
Ya nadie les cree cuando prometen que volverán a portarse bien. ¡Son años de ganzúa y mano en la lata!
La mamá en cambio, cifra todas sus esperanzas en el tercero, ese montoncito impoluto de mohines que finalmente ha conseguido la unión de la gran familia oriental. Ni en los tiempos de Artigas ésta fue tan "oriental". Gusanaje chino importado en plena dictadura, al que le daban un pasaporte que se le retenía a los uruguayos que luchaban por la libertad de su país, colorados y
frenteamplistas haciendo los honores de casa, junto al clan militar que sabe que la lucha de Tabaré Vázquez contra la impunidad será simplemente geográfica - él quiere saber, como quien se saca un antojo, en dónde estàn enterrados los muertos - y después "si te he visto no me acuerdo…".
Todos se derriten cuando el bebito les sonríe. Se pelean por cambiarlo. Mientras tanto él crece sano y vigoroso, afilando las uñitas de la mano derecha y comiéndose las - ya raquíticas - de la izquierda; pronto para relevar a sus hermanos con precisión quirúrgica a la hora del arañazo postrero, cuando las urnas pongan –artificialmente - el punto final a la contienda. El binadazo - claro está - llegará después.
Del otro lado de la acera - a la izquierda - un movimiento de obreros, estudiantes, sindicalistas que no se dejan comprar, intelectuales y artistas que no se venden por pergaminos o promesas de futuros cargos oficiales, luchadores sociales traicionados por patéticos revolucionarios que engordan como senadores en esa farsa colosal que es el parlamento, desocupados y uruguayos bien nacidos; espera con la dignidad que les otorga la certeza, lejos de complacientes contratos de obra, afiladas ganzúas y cómplices repartijas, la vuelta de tantos compatriotas que se darán cuenta del daño sólo cuando el nene empiece a caminar. Esperemos que se caiga. Si no fuera así, esta vez nuevamente, se van a pelear por cambiarlo, pero él no va a querer.
Despuès de todo, a los bebitos uno se los "comería".
Luego, cuando crecen, a menudo nos arrepentimos de no habérnoslos comido...
Y si no, pregúntenle a Lula. Gonzalo Solari
(Guitarrista uruguayo)
Arezzo (Italia), Febrero de 2004