"Como pastor estoy obligado por mandato divino
A dar la vida por quienes amo, que son todos los salvadoreños
aún por aquellos que vayan a asesinarme. Si llegaran a cumplirse las amenazas,
desde ya ofrezco a Dios mi sangre
por la redención y resurrección de El Salvador"

Monseñor Oscar Arnulfo Romero

Hermanos (as) Compañeras (os)
24 de marzo de 1980. Hoy se cumplen 24 años del vil asesinato de nuestro pastor, Monseñor Oscar Arnulfo Romero, Esta presente en cada hombre y mujer de buena voluntad. Queremos compartir contigo pastor hermano nuestro, que somos más de 800 mil Salvadoreños que vencimos el miedo y el terror que impusieron a tu pueblo a tu rebaño en estas elecciones recién pasadas.
Los mismos que te asesinaron, son los seguidores del fundador del partido en el gobierno que siguen asesinando a nuestro pueblo publica o en cubierta pero que nos llevan a una muerte lenta pero segura, por su rapacidad y codicia que tienen en sus corazones, que los asesinos de este pueblo siguen pidiéndoles a los gobernantes electos que los sigan cobijando con la impunidad que a caracterizado a estos gobiernos corruptos, que han defalcado a nuestro pueblo con más de 14 billones de dólares .
Como Iglesia no podemos callar, todos estos atropellos que cometen en contra de nuestro pueblo, dicen las escrituras que si callamos las piedras hablaran, por que los que sufren son nuestros hijos e hijas que no tienen empleo, que no tienen acceso a educación, que no tienen acceso a vivienda digna, que no pueden llevar alimentos para su grupo familiar, porque un grupo de lideres del partido Arena son los responsables de los robos y desfalcos cometidos contra el Erario publico, pero no son llevados a cárcel ni a cumplir las penas, que como delincuentes tendrían que ser sometidos por la justicia de nuestro país.
Pero tus palabras siguen resonando en la realidad del pueblo salvadoreño con ese ejemplo hermoso bíblico con el cual el pastor nos sigue ilustrando "que la culebra sigue mordiendo al descalzo en El Salvador" este día de gran celebración nacional de los pobres, los marginados, los más necesitados y del pueblo salvadoreño en general, aún para quienes en su momento fueran detractores del amor solidario por su pueblo, de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, cuyo 24 aniversario de martirio, se cumple en este miércoles 24 de marzo día de gran significado para los salvadoreños y salvadoreñas, pero también para muchos hermanos y hermanas del mundo.
Con todo respeto y devoción rogamos a Dios frente a los monumentos de fe y esperanza como son El Salvador del mundo, patrono de nuestro pueblo y de la plaza donde se encuentra la estatua de Monseñor Romero, Como pueblo de fe y en busca de la justicia y la dignidad de nuestro pueblo decimos, que Monseñor Romero Vive y que el pueblo sigue en pie de lucha, por la dignidad Cristiana y de pueblo salvadoreño.
La solidaridad del pueblo de los Estados Unidos y de los pueblos del mundo con el pueblo salvadoreño, en su lucha de liberación, es manifiesta y agradecida, tanto en lo espiritual, como en el socorro para aliviar necesidades materiales.
Por ello y más, recibimos con alegría a las personas y delegaciones que nos acompañan para las celebraciones memoriales, en homenaje a nuestro San Romero de América y del mundo. Pero queremos denunciar al gobierno y a sus empleados de inmigración por el atropello a tantos hermanos (as) internacionales que nos visitan, y han sido sometidos también al maltrato por su solidaridad con este pueblo nuestro.
En Monseñor Romero, el pueblo encontró a su profeta. En él, la palabra se hizo carne salvadoreña y la historia salvadoreña se hizo palabra. Esa palabra tan esperada por los humildes y tan temida por los poderosos, aún de ahora.
Monseñor Romero murió oficiando la Santa Eucaristía, elevando plegaria hacia Dios por su pueblo. Una sola bala precisa, hizo correr una bocanada de sangre del pastor, como la más grande ofrenda a Dios, por la liberación de su pueblo.
Monseñor fue asesinado por su fidelidad a Dios, en su llamado por servir a los más necesitados; por denunciar con valentía la injusticia social y por caminar firme a la par de su pueblo luchando por mejores condiciones de vida.
Tanto quienes planificaron, como quienes perpetraron su asesinato, no se imaginaron tan grande resurrección en sendos herederos y herederas de ese corazón latiendo por la vida de los oprimidos y excluidos.
La memoria de Monseñor Romero alimenta a quienes ahora luchan contra las armas hechas cifras, de una economía que desprecia la vida, contra un neoliberalismo salvaje que globaliza la pobreza, contra quienes van en una carrera vertiginosa por hacer de Don dinero, el amo y señor absoluto que domina sobre las vidas de las personas y la sociedad,
Estamos seguros que Monseñor, ahora denunciaría la corrupción y la impunidad, la miseria en que han caído los pobres y la pobreza en que han caído muchos otros salvadoreños golpeados por el desempleo, el alto costo de la vida y por la escalada voraz de los mercaderes financieros por exprimir aún más las economías familiares de este pueblo sufrido y explotado.
Damos inmensas gracias a Dios por nuestro San Romero, quien nos ilumina con su ejemplo, para no descansar en la lucha diaria por alcanzar una sociedad en donde se respeten los derechos humanos, que incluyen los derechos sociales y económicos.
Hermanos y hermanas.
Dios si existe,
Dios esta presente, contigo y conmigo,
Cuando hacemos la voluntad de Dios,
Dios esta con nosotros,
Dios no es indiferente al dolor humano,
Proclamemos que el Reino de Dios es para los hombres y mujeres de buena voluntad y pidámosle fuerza y atención divina, porque solo, El nos da atención preferencial a nosotros los más necesitados, pidámosle al Dios de la vida, quien nos inspira a caminar en la construcción para desarrollar condiciones de justicia y para vivir en paz. (Isa. 58,5-7) Que la paz del Señor que sobrepasa todo entendimiento, nos ilumine ahora y siempre, amén.
Ricardo Cornejo Ordóñez, Presbítero de la Iglesia Luterana Salvadoreña
Comunidades de fe y vida. "COFEVI" El Salvador 24/03/