Latinoamérica
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Más de 1,7 millones de personas infectadas con el VIH en América Latina
En el marco del Día Internacional del Combate al Sida, los números señalados por la Onusida no son nada animadores: más de 1,7 millones de personas están viviendo con el VIH en América Latina. La enfermedad causó la muerte de, aproximadamente, 95.000 personas en 2004 y otras 240.000 contrajeron la infección en el mismo año.
En el informe reciente de la organización, el Brasil se destaca abarcando a más de un tercio de todas las personas que viven con el VIH en América Latina. Al principio, la epidemia afectó mayoritariamente a varones que tenían relaciones sexuales con varones y luego a consumidores de drogas intravenosas, pero ahora la epidemia se ha vuelto más heterogénea. La transmisión heterosexual es responsable actualmente de una proporción creciente de las infecciones por el VIH, y las mujeres están cada vez más afectadas.
Un nuevo estudio ha comprobado que los niveles socioeconómicos más bajos se correlacionan estrechamente con una mayor prevalencia entre profesionales del sexo en Santos y Sao Paulo. En conjunto, el 7% de los profesionales del sexo eran VIH-positivos, pero entre los que vivían en barrios pobres urbanos los niveles se situaban en el 18%, y entre las mujeres analfabetas de esas poblaciones llegaban al 23%
En la Argentina, el VIH sigue concentrándose mayoritariamente en las zonas urbanas de las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe; así, se estima que el 65% de las infecciones por el VIH corresponde a la capital, Buenos Aires, y sus áreas circundantes. Sin embargo, la epidemia está cambiando. Durante los años 1980 y gran parte de los 1990, la transmisión del VIH se produjo principalmente a través del consumo de drogas intravenosas, sobre todo entre varones.
En el Uruguay, donde aproximadamente las tres cuartas partes de todos los casos registrados de VIH corresponden a la capital, Montevideo, y sus áreas circundantes, se ha observado un incremento alarmante en el número de personas con el VIH que son consumidores de drogas intravenosas.
Venezuela, donde se estima que a finales de 2003 había 110. 000 personas que vivían con el VIH, sufre una de las epidemias más importantes de la región. En ese país, el VIH se está propagando principalmente a través de las prácticas sexuales peligrosas, muchas de ellas entre varones, una proporción significativa de los cuales también tienen relaciones sexuales con mujeres.
La Onusida dispone de poca información sobre la epidemia del Ecuador, pero algunos estudios de comportamiento en zonas rurales y urbanas señalan varios factores que podrían contribuir a la propagación del VIH, incluidos el inicio precoz de la actividad sexual (una encuesta demostró que el 43% de los estudiantes de últimos cursos de instituto eran sexualmente activos) y las bajas tasas de uso de preservativos (casi la mitad de los estudiantes nunca los había empleado).
La epidemia de Bolivia se concentra sobre todo en profesionales del sexo y sus clientes y en varones que tienen relaciones sexuales con varones. La mayoría de las infecciones notificadas hasta la fecha se ha localizado en las ciudades de Santa Cruz y La Paz.
En Colombia los datos más recientes indican una baja prevalencia del VIH entre las profesionales femeninas del sexo de Bogotá, pero muy alta entre los varones que tienen relaciones sexuales con varones (18%).
En América central, donde la epidemia sigue concentrándose preferentemente en las grandes zonas urbanas, el número de infecciones por el VIH ha ido aumentando en varios países, incluso en El Salvador, Nicaragua y Panamá desde finales de los años 1990, aunque la máxima prevalencia del VIH corresponde todavía a Guatemala y Honduras.
Entre las personas que viven con el VIH en la mayoría de esos países, los varones superan a las mujeres en una proporción de aproximadamente 31. El país más afectado es Honduras, con prevalencia de 63.000 casos registrados en adultos.
En México, la prevalencia nacional en la población adulta se ha mantenido muy por debajo del 1%, pero con notables variaciones regionales. En los estados de Baja California, Distrito Federal, Quintana Roo y Yucatán, la prevalencia permanece estable alrededor del 0,5%, mientras que en Hidalgo, San Luis Potosí y Zacatecas es mucho menor, con un promedio del 0,1%.