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Latinoamérica

La revolución en la revolución

Hay que derrotar ya a los corruptos y saboteadores


Iván Oliver Rugeles
Rebelión

El Ministro Roger Capella ha renunciado y al parecer las causas de su decisión de separarse del ejecutivo están determinadas por la terrible corrupción que hace de las suyas en el área asistencial y al persistente saboteo a la gestión que se impuso de proyectar con mayores bríos y resultados concretos los planes y proyectos en materia de asistencia médica en todas sus fases, especialmente la que tiene que ver con la prevención, a través de la Misión Barrio Adentro y rescatar y poner a funcionar, además, toda la red hospitalaria nacional. Por lo menos eso es lo que se infiere de las declaraciones que ha dado a la prensa para explicar su salida del gobierno.

Lo de la corrupción y lo del saboteo como causantes de su dimisión han estado presentes en el área de la salud desde siempre en este país. De manera que Capella en lo absoluto está descubriendo el agua fría, lo que nos pudiera llamar la atención es que no nos diga nada acerca de qué hizo para enfrentar a los corruptos y por qué fracasó en derrotarlos e igualmente las razones que le impidieron defenestrar a sus saboteadores. Durante la Cuarta República eran persistentes las denuncias de corruptelas en casi todos los hospitales del país; se afirmaba con seguridad plena que además de que era una práctica usual que se cobraban jugosas comisiones en los altos niveles gerenciales con la compra de equipos e insumos, que algunos médicos y enfermeras eran los primeros responsables de que muchos de esos bienes se desaparecían de los centros hospitalarios para ser negociados a precios muy "solidarios" con los dueños o administradores de clínicas privadas.

De manera que en lo absoluto nos sorprende que continúen enquistados esos perversos males en nuestros centros de salud, aun cuando sí debemos decir con mucha angustia que no entendemos el por qué el gobierno nacional no los haya erradicado todavía o, cuando menos, los haya reducido a su mínima expresión. Sabemos que el Presidente Chávez ha hecho todo lo indecible, como ha venido apreciándose en otras áreas, para buscar la manera de erradicar esos vicios de su gobierno y de esa manera hacer que las cosas funcionen. Ha buscado nuevas caras para ponerlas al frente de esas instituciones públicas de salud que no han querido funcionar, como ha ocurrido, igualmente, con aquellas encargadas de resolver el agudo déficit habitacional y no logra la solución de los problemas. ¿Será acaso que luego que decide destituir a esos funcionarios que no han dado la talla, sea ya por incapacidad o, simplemente, porque se hacen de la vista gorda o cómplices de la corrupción instalada allí por años,
no se les investiga y se les deja tranquilos, como si no hubiera pasado nada? No olvidemos que la impunidad es el incentivo mayor para que el delito se potencie y ya tenemos en ese sector antecedentes muy graves, como han sido las denuncias de corruptelas hechas por el propio Presidente Chávez en el Instituto de los Seguros Sociales, que lo han llevado a tener que cambiar desde que asumió el cargo, si mal no recordamos, algo no menos de cinco juntas directivas de esa institución. El último cambio, por cierto, sucedió a comienzos de este año y entonces él mismo instruyó a la DISIP, en un Aló Presidente, para que adelantara las investigaciones que pusieran en claro graves ilícitos en que habían incurrido sus directivos, pero esta es hora que todavía no conocemos los resultados de esas pesquisas.

Se nos ocurre que este nuevo episodio que protagoniza el Ministro Capella debe ser el detonante último para que se active de forma inmediata una drástica reestructuración del sistema nacional de salud, de manera que permita destituir y llevar a la cárcel, sin contemplación alguna, a quienes allí han venido cometiendo ilícitos sin que nadie se atreva a impedírselos. Una acción ejemplarizante que limpie de corruptos y saboteadores al sector salud, estamos seguros que abre la espita para que sirva de ejemplo y se haga lo mismo en otras entidades públicas donde ha venido ocurriendo lo mismo.

¿Hasta cuando tanta tolerancia con esa práctica abominable de la corrupción? ¿Hasta cuando tenemos que soportar a las saboteadores y quintas columnas infiltrados en los estamentos del Estado? ¡Ya basta...! La revolución necesita del esfuerzo de venezolanos honestos y solidarios en el esfuerzo por construir una patria digna y de progreso para la felicidad de todos y en esa ruta se hace obligante que, con carácter de urgencia, echemos a un lado aquello que pretenda impedir e interferir la búsqueda de ese objetivo.