Las elecciones de Ecuador y la unidad de la izquierda
Alberto Cruz
Rebelión
Las elecciones celebradas en Ecuador el pasado 17 de octubre han supuesto varias sorpresas: la derrota del Partido Sociedad Patriótica (PSP), del presidente Lucio Gutiérrez; la recuperación de los partidos tradicionales (Partido Social Cristiano e Izquierda Democrática), y el avance de la izquierda radical del Movimiento Popular Democrático (MPD) y, en menor medida, de Pachakutik.
Lo que interesa para este análisis somero es detenerse en la izquierda: Pachakutik y el MPD, dos organizaciones que fueron claves para que Gutiérrez ganase las elecciones presidenciales, que formaron parte de su primer gobierno y que terminaron abandonándolo por su política antipopular y entreguista a los designios del FMI y de los EEUU.
El Movimiento Plurinacional Pachakutik– Nuevo País, que tiene su columna vertebral en el movimiento indígena, mantiene su influencia (superando el 18% del voto total) en Cotopaxi, Cotacachi, Otavalo y Chimborazo, por ejemplo, pero con la importante matización de que en estas elecciones se ha producido una diversificación de las bases que siguen a determinados líderes indígenas que se han postulado por otros partidos. Es decir, no se ha visto excesivamente perjudicado por haber permanecido un año dentro del gobierno de Lucio Gutiérrez, pero sí ha perdido algunos espacios con que antes contaba (de lograr un total de 28 alcaldías ha bajado a 16, pero ha aumentado una prefectura, pasando de gobernar en 5 a hacerlo ahora en 6) y ha mostrado un cierta indefinición en cuanto a la política de alianzas, puesto que en la capital, Quito, se ha aliado con la socialdemocracia de Izquierda Democrática, lo que le ha llevado a conseguir dos concejalías. El no haber integrado alianzas más amplias con movimientos urbanos y gremiales ha sido considerado por uno de sus principales dirigentes, Jorge Guamán, el jefe del bloque legislativo de Pachakutik, como una de las razones del relativo éxito alcanzado.
Por su parte, el Movimiento Popular Democrático (una organización impulsada por el Partido Comunista Marxista Leninista de Ecuador) protagonizó un notable avance y consiguió una importante victoria al lograr algo más del 9% de los votos a nivel nacional (en las elecciones de 2000 el 4’59%) y conseguir gobernar dos provincias: Esmeraldas (con prefectura y alcaldía) derrotando, al mismo tiempo, a uno de los partidos tradicionales, el Partido Roldosista Ecuatoriano -en lo que ha sido uno de los hechos más importantes de estas elecciones- y Cañar (también con prefectura y alcaldía), una provincia con importante población indígena. Además, ha logrado unos importantes porcentajes en Cotopaxi y otras provincias de mayoría indígena. En total, esta organización –que en el año 2002 tuvo un papel decisivo en la campaña que llevó a Lucio Gutiérrez a la presidencia y que llegó a tener un ministro, el de Medio Ambiente- se ha hecho con el poder en dos provincias clave, con una población total de más de 800.000 personas, además de alcanzar 14 alcaldías, ocho más que en las elecciones de 2000, así como una prefectura más.
Tanto Pachakutik como, sobre todo, el MPD se ha caracterizado por una confrontación radical con el gobierno de Gutiérrez desde que abandonaron el mismo, primero el MPD en julio de 2003 y unos meses más tarde Pachakutik. Quienes dentro del radicalismo pequeño burgués consideraban que la izquierda había desaparecido después del apoyo coyuntural a Gutiérrez, que había traicionado su línea ideológica y, en consecuencia, habían vaticinado una "deriva reformista" que desmovilizaba y desarmaba ideológicamente al movimiento popular en Ecuador tendrán ahora que modificar sus parámetros si son honestos.
En el combate contra el gobierno neoliberal y entreguista de Gutiérrez, ambas organizaciones han demostrado que también se puede realizar una importante gestión pública en las instituciones que ya controlaban. Un caso de especial relieve en estas elecciones ha sido la holgada reelección del sindicalista Ernesto Estupiñán (MPD) en Esmeraldas (250.000 habitantes) con una holgada mayoría de 4 concejales frente a dos del PRE y la elección de Lucía Sosa (también MPD) para la prefectura (gobierno de la provincia).
Sin embargo, ambas fuerzas han concurrido a las elecciones por separado. Si se lograse la unidad de la izquierda en Ecuador (Pachakutik y el MPD han logrado casi el 30% del total de los votos, porcentaje al que habría que sumar el de otras organizaciones más pequeñas, como el Partido Socialista) estarían a un paso de convertirse en una fuerza política importante de alcance casi nacional. El camino para lograrlo es largo, pero no imposible dado que ambas organizaciones hablan de construir una "amplia unidad popular". Una unidad debe tener como norte echar abajo las políticas fondomonetaristas y sus representantes, la traición y la corrupción y avanzar decididamente en el proceso para conquistar el Poder Popular.
Uno de los debates más importantes en los últimos tiempos dentro de la izquierda es la política de unidad y alianzas con otros sectores políticos, sin sectarismos. Se puede criticar al MPD, quien muchas veces se considera a así mismo como "la única izquierda consecuente", pero no se le puede negar una trayectoria limpia, con un comportamiento que no responde a una postura coyuntural sino que es producto de un convencimiento que guía todo su accionar: no se puede avanzar si no se fortalece la organización y no se acumulan fuerzas. Se puede criticar a Pachakutik por su excesiva dependencia del movimiento indígena, pero no se puede negar su capacidad de movilización y respuesta social aunque los indígenas tengan poca influencia en las decisiones que toma el movimiento político. Desde luego la unidad de la izquierda no es tarea fácil. El sistema no se va a hacer el harakiri, por lo que la victoria no está próxima. Pero el marxismo revolucionario tiene que trabajar teórica y prácticamente de forma sistemática y organizada, sin pretensiones sectarias ni de hegemonía, sin demagogias y narcisismos, si de verdad quiere la transformación del mundo existente y sin olvidar que es, ante todo, una práctica.
¿Utopía? Puede. Ya fueron utópicos antes personalidades como Camilo Torres con sus lemas de unidad, socialismo y antiimperialismo cuando propuso conformar un Frente Unido del Pueblo. O Raúl Sendic, un partidario de la acción que no dudaba en afirmar que el hecho de armarse y de violar la legalidad burguesa crea conciencia pero que no dudó el apoyar el tránsito de los Tupamaros hacia una organización que, sin olvidar sus principios y su dignidad, ha sabido ser flexible y crear un espacio político propio que está siendo apoyado por una gran mayoría de ciudadanos uruguayos.
Sendic murió el 28 de abril de 1989, apenas cuatro años después de salir de la cárcel. Quien siendo un estudiante recién salido de la universidad tuvo el privilegio de conocerle no puede olvidar a este hombre de palabras sencillas, desprovisto de toda demagogia y humano, profundamente humano, y recordarle ahora viendo cómo (en palabras de Kintto Lucas) su obra está viva en toda América Latina: desde la unidad bolivariana que ha reforzado el mandato de Hugo Chávez en Venezuela -y que seguro se verá refrendada en las elecciones de este fin de semana- hasta el avance del Frente Amplio en Uruguay, a las puertas de lograr un resultado histórico en las elecciones presidenciales del 31 de octubre. Antes fue el FMLN de El Salvador, que acarició el triunfo. Chávez ganó, otra vez, el referéndum de agosto gracias a una impresionante demostración de responsabilidad y unidad popular frente a la oligarquía. Luego fue el PT de Brasil, a pesar de la deriva de Lula. Cada uno con su especificidad, cada uno con sus diferencias. Pero es el camino. Esperemos que dentro de poco le llegue el turno a Ecuador y que, tal vez, los primeros pasos se hayan dado con las elecciones recientemente celebradas.