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Latinoamérica

Intervención del secretario del PCC en el Simposio Derechos Humanos y Acuerdos Humanitarios, Asamblea del Valle, Cali (Colombia)

Hay que persistir y continuar actuando por acuerdos y compromisos humanitarios


Jaime Caycedo
Rebelión

Saludo este Simposio, en particular a los familiares de las personas privadas de la libertad en el actual conflicto. Les expreso un reconocimiento en nombre de las víctimas de la Unión Patriótica y el Partido Comunista Colombiano, así como del movimiento de derechos humanos que denuncia el actual espectáculo de impunidad con que se quiere silenciar la realidad nacional. La guerra sucia no ha terminado. El día de ayer nos dolimos del asesinato del compañero José Joaquín Cubiles, dirigente del sindicato de pequeños productores agrícolas y secretario de la Asamblea de la Sociedad Civil por la Paz, en Fortul, Arauca.
En este simposio ha predominado la sensatez, la solidaridad y la idea de que una solución razonable es posible en lo relativo a los acuerdos humanitarios. Desafortunadamente no es la sensatez lo que impera en el mundo hoy. Las elecciones en Estados Unidos le dan un nuevo ímpetu agresivo a la "guerra infinita" bajo el pretexto del antiterrorismo. La pretensión de aplastar el pueblo de Iraq, la matanza que se intenta presentar a sí misma como obra civilizatoria en nombre de la democracia, la indiferencia ante la suerte de los rehenes, son noticias ingratas por la influencia que tienen cerca de los dueños del poder en Colombia.
Qué actitud asumir frente a la intransigencia y la arrogancia militarista desde el poder. Es sobre esto en torno a lo que debemos reflexionar aquí. Es lo que nos identifica con los objetivos de la campaña nacional que hoy se lanza POR ACUERDOS Y COMPROMISOS HUMANITARIOS. Por eso manifestamos, sin vacilación:
No al Plan Patriota. No al rescate militar. Si al diálogo y al acuerdo.
No al clima belicista que se esconde tras la "seguridad democrática", es decir, el espíritu del estatuto antiterrorista, declarado inexequible por la Corte Constitucional pero, sin embargo, al mando en la política del gobierno.
Si al reconocimiento de que Colombia vive un conflicto armado histórico que debe ser resuelto por una vía política y no militar. la solución política negociada debe traducirse en una paz democrática sin intervencionismo militar de los Estados Unidos, con justicia social, con soberanía para Colombia y América Latina.
Santa Fe de Ralito no es un avance a la paz. Es un arreglo entre aliados en medio del conflicto, para prolongarlo y agudizarlo. Consagra la impunidad, legitima un partido paramilitar favorable a la reelección presidencial, no desmonta la estrategia guerrerista ni crea las condiciones para una proceso de verdad, justicia y reparación.
Por eso no es contradictorio reclamar acuerdos parciales para lograr la liberación de los secuestrados, prisioneros de guerra y presos políticos. Hay que persistir y continuar actuando.
Es cierto que se han dado pasos por el gobierno que abren una luz. Y que las peticiones de la guerrilla tampoco son imposibles de adaptarse a un acuerdo.
El Estado debe reconocer que existen presos políticos, sindicales y sociales.
Es sensato exigir que la reelección presidencial que se pretende no tome el veto a los acuerdos humanitarios como bandera electoralista. El gobierno debe aceptar que lo nuevo es que hoy existe una mayor consciencia, en Colombia y en el exterior, para lograr un intercambio justo y generoso. Como decía el poeta Jorge Zalamea: ha crecido la audiencia. Además, sabemos que todo depende hoy de decisiones políticas que pueden tomar los responsables del Estado. Si miramos el panorama de lo que está ocurriendo en América Latina, sabemos también que la movilización social de la opinión pública puede imponer salidas humanitaria y pacíficas. Por eso estamos aquí con ustedes.
Muchas gracias.
Cali, noviembre 11 de 2004

jaimecaisedo@hotmail.com