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Propagada, provocacion y conspiracion buscan 100.000 votos
Por
: Samuel Blixen
La estrategia del Partido Colorado (PC) de Uruguay de cara a las elecciones generales del 31 próximo es nada complicada: hacia el terrorismo por la desesperación.
Según promedian las encuestas de diversas empresas, de un estimado de 2.114.000 votantes (85% de los 2.487.000 inscritos), el Encuentro Progresista-Frente Amplio-Nueva Mayoría (EP-FA-NM), obtendrá 1.099.000 votos, el 52% del total.
Dentro de esa coalición, Espacio 609, que lidera el senador José Mujica, monopolizará 406.000 votos (37% de la interna), lo que representa más del doble de los 190.000 votos que pudiera alcanzar el PC en su conjunto.
De ese partido, el Foro Batllista (FB), que lidera el ex presidente Julio María Sanguinetti, acumula 85.000 votos (45% de la interna).
Para el coloradismo es desesperante que la izquierda quintuplique el número de votos de una derecha disfrazada de centro, y que el tupamaro Mujica logre otro tanto respecto a Sanguinetti.
A juicio de los colorados, en la ecuación EP-FA-NM hay un millón de uruguayos desagradecidos y cortos de entendederas.
Según ha advertido públicamente el diputado del PC Washington Abdala, si Tabaré Vázquez y Rodolfo Nin se hacen de la presidencia y la vicepresidencia, bastaría una eventual ausencia de ambos 'y ya tenemos al senador Mujica presidente de la República'.
Como esos predicadores de la televisión, Abdala pone voz meliflua cuando habla de Dios: 'Por favor, vuelvan; acá está el viejo partido liberal de la sensatez, de la racionalidad, parado en la cancha'.
Sin embargo, la pone de trueno y fuego al hablar del diablo: 'A muchos que puedan haber simpatizado con sectores moderados del Frente (Amplio) les estamos diciendo ¡Cuidado!, porque una cosa es el FA moderado, ese pequeño sector moderado, y otra es la aventura, porque la mayoría del EP va a ser -lo digo con firmeza- ¡tupamara!'.
Toda esta campaña generó que el concepto 'tupamaro' se instalara con fuerza en el intento de generar un miedo electoral capaz de reconquistar un cinco por ciento del electorado, unos 105.000 votos.
Esos parecen ser los necesarios para impedir el triunfo de Tabaré Vázquez el próximo domingo 31 y asegurar una segunda vuelta el 28 de noviembre.
Para lograrlo, la estrategia colorada -a la que se suman algunos dirigentes blancos- se desliza en tres planos: el del terrorismo verbal, el de la provocación y el de la conspiración.
En el plano de la propaganda, el denominado partido 'de la tolerancia' reitera hasta la saciedad ciertas palabras -muerte, asesinato, secuestros- cuando se refiere a su principal adversario.
La intención es crear temor y desvirtuar la imagen de los progresistas, únicos no relacionados con los crímenes cometidos durante la dictadura (1973-1985).
El asesor presidencial Carlos Ramela escribe sobre el peligro de que los uruguayos perdamos 'nuestro estilo de vida', mientras el dirigente blanco Juan Andrés Ramírez confiesa que 'si gana Tabaré Vázquez, que es un marxista, temo por las libertades, porque las libertades no se usurpan sólo con un golpe de sable'.
En el mismo sentido, Sanguinetti augura que el FA disolverá el Parlamento si no logra la mayoría parlamentaria. Para ello da por válida la improbable ecuación de que Vázquez sea presidente y blancos y colorados controlen las Cámaras.
La amnesia gana a los articuladores del terror
Villar selecciona muertos y olvida los cientos de asesinados y desaparecidos por la dictadura.
Sanguinetti olvida que patrocinó al Escuadrón de la Muerte siendo ministro del dictador Juan María Bordaberry.
Ramírez olvida que el candidato a vice de su partido, Sergio Abreu, permitió un golpe de estado técnico cuando el presidente Luis Alberto Lacalle (1990-95) 'dobló el pescuezo' ante el general Juan Modesto Rebollo, en 1993.
A medio mes de las elecciones no hay espacio para la sutileza. Se corta grueso y se apuesta a difundir el miedo, un trabajo en el que Sanguinetti viene descollando en las dos últimas décadas.
Empero, las provocaciones, los disparos contra locales socialistas, los cachiporrazos a activistas del EP-FA-NM, la atribución de una violencia genética a la izquierda, la difusión de toneladas de propaganda en la que se presenta a los tupamaros con sangre en los colmillos, no prosperan.
Ni parecen suficientes para revertir los 320.000 votos que separan a Mujica de Sanguinetti.