Nuevos vientos de integración, con inusitada fuerza y seriedad, soplan en
América Latina y pueden en poco tiempo convertirse en una fuerte armadura que
permita a sus pueblos enfrentar las amenazas que representan la creación del
Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA)
Las locomotoras del sub continente, Brasil, Venezuela y Argentina han dado en
los últimos meses pasos halagüeños en esa dirección.
Innegablemente que la asunción al poder de los presidentes Luiz Inacio Lula da
Silva, en Brasil, Néstor Kirchner, en Argentina y la convincente ratificación en
el referendo del mandatario venezolano Hugo Chávez, han provocado un vuelco para
detener las ansias norteamericanas de recolonizar América Latina a través del
ALCA.
Argentina y Brasil, los principales integrantes del Mercado Común del Sur
(MERCOSUR) han insistido en lo peligroso que sería la firma de convenios de
libre comercio con Estados Unidos sin haber logrado una verdadera integración
regional que les permita discutir en bloque los asuntos económicos.
Por su parte, Venezuela ha denunciado en numerosos foros los peligros que
representa el ALCA para América Latina y la ha comparado con una nueva forma de
colonización, al adueñarse las grandes empresas estadounidenses, con enormes
capitales, de las fábricas, los servicios y hasta las soberanías de esas
naciones.
En este esfuerzo por consolidar un comercio interregional, Venezuela y Argentina
liberaron en junio pasado 3 650 partidas bajo un Acuerdo Preferencial de
Aranceles.
Para el inicio de este convenio, que prevé un intercambio entre ambas naciones
de 1 000 millones de dólares anuales a partir de 2005, Caracas otorgó 900
partidas a Buenos Aires y recibió 1 500 en reciprocidad. El comercio bilateral
en el 2003 se ubicaba en solo 160 millones de dólares.
En los últimos 18 meses, Brasil y Argentina han fortalecido sus relaciones
comerciales e impulsado nuevamente al MERCOSUR, organismo que estaba casi muerto
por las políticas neoliberales que, orientadas por Estados Unidos, fueron
impulsadas en la región por el ex presidente argentino Carlos Menem.
De suma importancia resultó el Encuentro Empresarial Brasil-Venezuela y la II
Feria Internacional de la Amazonia, efectuada del 14 al 16 de septiembre pasado
en la ciudad de Manaos, en la que Chávez y Lula llamaron a hacer de la
integración latinoamericana una prioridad y que ésta deba darse a nivel
"político, económico, social y en infraestructura física".
El comercio entre estos países se ubica en unos 2 000 millones de dólares
anuales y se prevé que alcance los 5 000 millones de dólares en los próximos
años, después de que se concluyan las negociaciones para un acuerdo de doble
tributación en el que ya se trabaja.
En reiteradas ocasiones, Lula y Chávez pusieron énfasis en la necesidad de la
integración latinoamericana que permita a las naciones del área enfrentar los
agudos problemas provocados por la aplicación del neoliberalismo y las presiones
hegemónicas de Estados Unidos.
A la par, el Encuentro Amazónico reunió a los ocho países miembros, Bolivia,
Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela los que reafirmaron
el derecho de sus naciones a preservar, sin la intromisión de terceros países,
la seguridad de esa rica región, en una clara referencia las pretensiones
estadounidense de adueñarse por medio de tratados comerciales y de servicios de
sus abundantes riquezas.
En el Plan Estratégico para la Amazonia hasta el 2012 se plasmó la necesidad de
la conservación y el uso sustentable de los recursos naturales con formas de
integración, intercambio tecnológico y obras de infraestructura en transporte,
comunicación y energía y la atención a la salud y educación de sus habitantes.
Pero los retos más osados que fueron expuestos en ésta y otras reuniones
anteriores son los de crear empresas públicas en los sectores de las
telecomunicaciones, la energía y la televisión que pongan freno a las
privatizaciones realizadas en los últimos 15 años.
Ciertamente que la concreción de ese anhelo es un enorme desafío, por un lado,
contra las grandes transnacionales y los emporios privados nacionales que como
pulpos se adueñaron de éstos a precios irrisorios, y por el otro, contra las
políticas de privatizaciones auspiciadas y exigidas por Estados Unidos, la Unión
Europea, Japón y los organismos financieros internacionales.
Buenos Aires, Caracas y Brasilia han lanzado la iniciativa de crear una empresa
petrolera regional que se llamará Petrosur, además de el adquiriendo poco a poco
el control principal sobre la electricidad y el gas.
Hace dos meses, Chávez y Kirchner firmaron una carta de intención para fundar la
Televisora del Sur (Telesur), que ahora también fue suscrita en Manaos por Lula.
En el discurso pronunciado en esa reunión, el presidente venezolano enfatizó que
"debemos liberarnos del tremendo poder de los medios de comunicación en nuestros
países y en el mundo, y salirle al paso a empresas privadas que manipulan la
información".
Las proposiciones no solo alcanzaron las ramas de la energía y las
telecomunicaciones sino también las de crear un Banco del Sur como una forma de
independizarse de las lesivas políticas financieras esgrimidas por el Fondo
Monetario Internacional y el Banco Mundial.
Decididamente son aires nuevos de lucha por la soberanía económica, (y además
política), de Latinoamérica que han iniciado las tres naciones más importantes
de América del Sur y a la que intentar acercar a otros países de la región, en
contraposición a las pretensiones del ALCA.