Latinoam�rica
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Micoahumado, un pueblo de Colombia que resiste y vive
Insurrecci�n
1. Or�genes
"Micoahumado" es un corregimiento del municipio de Morales enclavado en las
estribaciones de la Serran�a de San Lucas, al sur del departamento de Bol�var.
Tiene una poblaci�n de 5 mil habitantes de vocaci�n agr�cola y ganadera, pero
tambi�n tercamente luchador y de mucha pujanza almacenada por sus hombres y
mujeres.
Como todos los pueblos de la Serran�a surgidos de la nada y olvidados
hist�ricamente, su origen tiene que ver con la oleada de refugiados desplazados
de la multifac�tica Colombia de los a�os 50 y 60, que encontraron en la Serran�a
las condiciones y circunstancias favorables para asentar sus sue�os y
esperanzas.
El nombre de MICOAHUMADO hace referencia al men� cotidiano de los pobladores que
habitaron la zona originariamente, comiendo mico (mono) pasado por la braza y el
humo, fuente inicial que proporcionaba las prote�nas para recuperar las energ�as
gastadas en el abrir monta�as para sembrar la vida.
Sus habitantes originarios: santandereanos, boyacenses, coste�os, entrecruzados
en formas comunitarias de trabajo, levantaron fincas integrales, con un poco de
caf�, de fr�jol, de yuca, de pl�tano, una migajita de pastos, otro poquito para
la cr�a de aves y la peque�a vivienda de palma y madera sin aserrar. La comuni�n
de sus habitantes daba la fuerza y los alientos para enfrentar lo agreste de la
naturaleza y as� fueron sembrando una nueva identidad de comunidad.
Hasta hace una d�cada este corregimiento no aparec�a en los censos oficiales,
adem�s de olvidado manten�a su condici�n de desconocido y excluido social y
econ�micamente. Hac�an parte, sin propon�rselo, de la otra Colombia abierta,
tierna, solidaria, participativa que se abr�a trocha en medio de una avalancha
de injusticia y violencia que impon�a el dictamen mezquino imperialista.
2. De lo invisible a la visibilidad
Los pobladores de Micoahumado en su transcurrir fueron construyendo sus
organizaciones comunitarias, fundamento de la convivencia y de unir fuerzas para
el desarrollo. Las trochas de penetraci�n se habilitaron en caminos y estos a su
vez se fueron transformando en carreteras.
Los primeros sembrados con sus cosechas fueron exigiendo la necesidad del
mercadeo, primero entre sus habitantes y m�s tarde hacia la cabecera municipal.
Las tiendas fueron naciendo como centro de almacenamiento y distribuci�n de la
producci�n en peque�a escala. Y con los escasos excedentes comenz� a poblarse de
ganader�a la regi�n pues la comunidad organizada en las Juntas Comunales, los
Comit�s de Vecinos y la Coordinadora Campesina del Sur de Bol�var empez� a
regular y administrar la naciente econom�a.
Venimos desde muy lejos para quedarnos porque aqu� tenemos la seguridad para
criar a nuestros hijos y respiramos la paz que siempre a�oramos, nos dec�a un
habitante antiguo y fundador del corregimiento. Aqu� encontramos lo que en otras
partes se nos arrebat�.
Este af�n de quedarse y construir los sue�os llev� a que se diera una fuerte
ligaz�n con otras organizaciones constructoras de vida y desarrollo, entre ellas
el Ej�rcito de Liberaci�n Nacional.
Y cuando por all�, en los a�os 80 los pobladores de Micoahumado oyeron los
rumores de que entre todas las agrupaciones sociales y comunitarias de la
serran�a San Lucas se estaba preparando una movilizaci�n para obtener la c�dula
de ciudadan�a, la gente no vacil� en unirse a estas motivaciones.
La marcha de campesinos y pobladores del Sur de Bol�var a Cartagena fue la
partera que anunci� en Colombia la existencia de otra regi�n y otra parte de la
patria, que silenciosa y obstinadamente se constru�a con nuevas formas de
relacionarse entre s� y con la naturaleza, distinta a los afanes de explotaci�n,
opresi�n y encadenamiento al capital.
Esta marcha fue el rompimiento de la invisibilidad y el anuncio de una buena
nueva de sociedad distinta. Y as�, desde el a�o 83 Micoahumado y toda la regi�n
"sanluquera" entr� en otra etapa de su vida, la madurez pol�tico organizativa.
Pero tambi�n se originaron nuevas alertas. El Estado y los gobernantes en lugar
de ser receptivos a las nuevas realidades sociales y culturales y de abrir las
puertas para recibir a estos forjadores de paz y desarrollo, comenz� a
estigmatizarlos.
3. La guerra sucia del Estado
El movimiento social que se tom� la ciudad de Cartagena logr�, por su amplitud y
por la solidaridad, conquistas de orden social y econ�mico para fortalecer su
tejido comunitario.
Desde el Estado comenz� una campa�a infame de desprestigio y se�alamiento a los
l�deres, sus organizaciones, los caser�os y corregimientos de la Serran�a de San
Lucas, haciendo aparecer a sus habitantes como una extensi�n del movimiento
guerrillero "eleno" que hac�a presencia en toda la regi�n. Hablar de Micoahumado
era asociado de inmediato a ELN y guerrilla, como una forma agresiva de
desvirtuar el proyecto de vida de las comunidades.
El bloqueo al comercio, los cierres de cr�ditos, la persecuci�n y penalizaci�n
de los pobladores, el arrinconamiento social, cerraron los vasos comunicantes
con el municipio, el departamento y el pa�s. La represi�n y los operativos de
las Fuerzas Armadas se hicieron presentes con toda su crudeza a lo largo y ancho
del corregimiento que fue varias veces saqueado y quemado. La gente inici� un
nuevo �xodo, pero esta vez no fue hacia las ciudades sino a los corregimientos
vecinos para volver despu�s de pasada la tempestad.
Para el Estado las nuevas comunidades no ten�an derechos sino simplemente eran
comunidades enemigas, gracias a los dictados de la Doctrina de Seguridad
Nacional.
Una y otra vez, Fuerzas Armadas y paramilitares, juntos y revueltos, realizaron
operaciones de exterminio y control. Su objetivo era despoblar el territorio de
Micoahumado y someter a los que se quedaran, para articularlos violenta y
terroristamente a la Colombia oficial y reconocida legalmente.
4. Somos pueblo alzado por la vida, la justicia y la paz
Al ritmo que crec�a la arremetida del Estado y sus fuerzas militares, legales e
ilegales, el pueblo de Micoahumado se pegaba a lo levantado, a lo construido y
so�ado. Se iba y luego volv�a a reconstruir, establec�a relaciones con distintas
organizaciones nacionales e internacionales, golpeaba todas las puertas en busca
de soluci�n y protecci�n a la vida. Y en esa b�squeda, tom� la decisi�n soberana
de quedarse en el territorio, no huir m�s y enfrentar la represi�n con un
proyecto de ASAMBLEA POR LA VIDA, LA JUSTICIA Y LA PAZ.
"No tenemos a donde ir, nos cansamos de correr, de ir y venir, de que cada a�o
se nos destruyera la producci�n, se cerraran los colegios y el puesto de salud.
Nos cansamos de andar de monta�a en monta�a", nos dec�a un l�der comunitario al
ser entrevistado por nuestra emisora insurgente SERRANIA STEREO.
"Este territorio lo disponemos para que sea una regi�n de paz y de vida, de
convivencia y de construir todos los d�as la soberan�a comunitaria", fue la
decisi�n de todo MICOAHUMADO congregado en la Asamblea "Corregimental".
As�, en comuni�n con la Iglesia y otras organizaciones nacionales e
internacionales que fungen como protectoras, aliadas y acompa�antes del proceso
comunitario por la vida, la justicia y la paz, asumieron la v�a del di�logo
comunitario como una forma de hacer sentir y respetar sus decisiones aut�nomas.
El Estado y el gobierno de Uribe respondieron a esta propuesta de paz de la
comunidad de Micoahumado con una nueva militarizaci�n, tom�ndose el ej�rcito
todo el corregimiento, decretando el toque de queda y sitiando a la poblaci�n.
Los l�deres de la comunidad est�n en condici�n de detenci�n domiciliaria y no
pueden hacer gestiones m�s all� de la cabecera "corregimental".
El ej�rcito mantiene emboscadas en los principales caminos y carreteras del
corregimiento, como una forma de controlar los movimientos de la poblaci�n y sus
l�deres.
El pueblo de Micoahumado mantiene una resistencia a la militarizaci�n y cerco
desde hace dos a�os y con pujanza, valent�a y unidad sigue realizando sus
encuentros y asambleas. Con decisi�n y con el abrigo de muchas organizaciones va
revitalizando su programa de desarrollo, pues la vida, la paz y la justicia
necesitan de mantener el tejido social y econ�mico, su legislaci�n de
convivencia soberana y aut�noma y sobre todo, no dejar de congregarse y
convocarse para darle vida a sus sue�os.