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El 12 de octubre, gran paro nacional en Colombia contra el terrorismo neoliberal
Insurrección
La Centrales Obreras, las Organizaciones Indígenas, Campesinas, Populares, los
Movimientos y Organizaciones Políticas, los sectores progresistas y democráticos
están estrechando la unidad para decir ¡BASTA! a la masacre del pueblo
colombiano.
Por eso han convocado para el 12 de octubre del 2004 a un GRAN PARO NACIONAL
contra la barbarie del Estado que sigue atentando contra la vida, tanto con las
medidas económicas como con la profundización de su política guerrerista.
La gran PROTESTA POPULAR se sustenta en el gravísimo estado de pobreza que
afecta a amplios sectores sociales. Ya se ha hecho cotidiano el menú del
"periódico con agua de panela" que tienen que consumir muchas familias, mientras
menos del 10% de los ricos del país se quedan con el 78.4% de los ingresos.
La reforma tributaria busca aumentar el IVA a casi todos los productos que
constituyen la precaria canasta familiar, le impone más impuestos a los
pensionados, mientras disminuye el tributo a los grandes capitales.
En la misma línea transita la reforma a la justicia cuyo objetivo es legalizar
la penalización de la protesta social y arrebatar recursos importantes de
defensa como el de tutela del cual se vale el colombiano para tratar de proteger
sus derechos elementales.
El Paro Nacional, llega precedido por el empuje valeroso y decidido de la Gran
Minga convocada por la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), el
Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) y la Asociación de Cabildos Indígenas
del Norte del Cauca (ACIN). Más de 50 mil indígenas marcharon hasta Cali
(capital del departamento del Valle del Cauca al sur occidente del país) donde
realizaron el Congreso Indígena y Popular con el fin de formular el Plan de Vida
de los Pueblos.
En el norte del país acudieron a las marchas los pueblos Zenú, los Wahuu Kukpa,
Mocaná, mientras en el centro del país lo hicieron los Muiscas, Quichuas, Ingas
y Guambianos. Los pueblos de la Orinoquia (al oriente) marcharon hacia Bogotá.
Es decir, en todos los rincones de Colombia tuvo eco esta convocatoria urgente
por la defensa de los derechos, constituyéndose en una de las movilizaciones más
grandes de estos tiempos de lucha del pueblo colombiano.
El objetivo central de la Gran Minga y el Congreso Indígena y Popular es
enfrentar la política del gobierno encabezado por Álvaro Uribe que está negando
los derechos ganados en la constitución de 1991, la defensa de la vida, así como
oponerse al ALCA y al TLC que está negociándose en secreto pues implica la
entrega del país a las transnacionales.
Por otro lado, están parados cerca de 140 mil camioneros en todo el país, desde
mediados de septiembre, para exigir al gobierno la derogatoria de las
resoluciones que privatizan el transporte de carga por carretera.
Otras reivindicaciones que exigen es hacer una tabla de costos de acuerdo a la
realidad del país, la participación de la Asociación Colombiana de Camioneros (ACC)
en la negociación del TLC para defender los derechos del sector, el
congelamiento de precios al combustible, la congelación de peajes a nivel
nacional y no pago de ellos en las carreteras que están en mal estado, así como
revisar los causales de objeción para la aplicación de la póliza antiterrorista.
Uribe Vélez, mantiene e impulsa la estructura de guerra sucia, tenebrosa
herramienta que utilizan para acallar y detener la creciente protesta social.
Las llamadas redes de cooperantes a sueldo vienen sistemáticamente señalando a
cuanta persona disienta de las políticas del presidente y su estructura
narcoparamilitar, como colaborador o ideólogo de la insurgencia, tal como
aconteció con el sociólogo Alfredo Correa De Andreis, importante profesor
universitario de Barranquilla, alevosamente asesinado.
Las detenciones masivas en diferentes partes del país superan las 6.590 personas
y constituyen otra evidencia de la intolerancia del Estado, en cuya agenda no
aparece la resolución de los graves problemas socioeconómicos que nos aquejan,
sino planes acordes a los intereses yanquis y medidas represivas para tratar de
contener las manifestaciones de inconformidad y rebeldía.
Los desplazados del campo por el terror militar y paramilitar ya superan los 3
millones de personas que deambulan por las calles de las principales ciudades
mendigando comida, con graves problemas de salud y sin esperanza de conseguir
trabajo, en un país que aún goza de recursos naturales capaces de sostener a
todos sus ciudadanos.
La política de la "seguridad democrática" está llevando a una situación extrema
al pueblo colombiano.
Sobran las razones para convocar a la realización del Paro Nacional. La gran
movilización nacional del 12 de octubre se pronunciará con un rotundo NO a la
reelección de Álvaro Uribe Vélez, quien pretende prorrogar su mandato para
seguir entregando nuestra soberanía nacional a las transnacionales y asesinando
a los colombianos que se nieguen a sucumbir ante las nuevas leyes del mercado.
La Gran Minga, el paro de los camioneros, la marcha que se realizó en la capital
contra la reelección de Uribe y el Paro Nacional, son manifestaciones de la
creciente conciencia de los colombianos acerca de dura realidad que la
oligarquía impone en aras de sus intereses mezquinos.
Estas movilizaciones nacionales, así como las numerosas formas de resistencia
que diariamente se registran en las regiones, también constituyen pasos
importantes de avance en la construcción de la unidad y organización popular.
El reto permanente es la defensa beligerante de nuestros derechos, desde el más
elemental que es el de la vida. El desafió consiste en asumir con vocación de
poder nuestro destino, hacer posible una patria soberana, donde podamos vivir
con dignidad y la realización de esta meta pasa por ganarle la partida a la
violencia institucional.
Todo, hasta el miedo, tiene un límite. Esto ha quedado claro en este mes de
septiembre con las movilizaciones que se han dado.
Saludamos y nos solidarizamos con la justa resistencia de las comunidades
indígenas y con la lucha de la Asociación Colombiana de Camioneros (ACC) por sus
reivindicaciones.
La paz, tan anhelada por los colombianos, tiene como condición indispensable la
solución al conflicto social y armado, es una exigencia popular que se ha
convertido en la reivindicación más sentida de todo el pueblo colombiano y que
sin duda se expresará en el Paro de octubre.
El ELN, se mantendrá siempre inscrito en la voluntad política de
coadyuvar en la edificación de una patria que esté precedida por el mandato
popular.
Insurrección es una publicación del Ejército de Liberación Nacional de
Colombia