Latinoam�rica
|
Uribe profundiza la crisis de la salud p�blica
Luis A. Villar
ANNCOL
En un hecho sin antecedentes en la historia del pa�s, numerosos hospitales vienen siendo cerrados. Esto incluye grandes centros de atenci�n para la poblaci�n desprotegida como el San Juan de Dios y el Hospital Infantil Lorencita Villegas de Santos, de Bogot�. Ante los reclamos de distintos sectores, el gobierno uribista responde que �los hospitales son empresas no rentables� y que toca cerrarlas, escribe el profesor de la Universidad Industrial de Santander, Luis A. Villar
Han transcurrido diez a�os desde cuando se impuso una ley de supuesta
cobertura universal en salud, que introdujo al capital financiero convirtiendo
la salud en mercanc�a, eximi� de su papel rector y de financiamiento al Estado
y, con la creaci�n de los fondos de solidaridad traslad� esta �ltima
responsabilidad a los trabajadores. Los c�lculos m�s bondadosos con el nuevo
sistema estiman que 52% de la poblaci�n no cuenta con ning�n tipo de
aseguramiento, muy a pesar de que el monto del dinero dedicado al sector no
tiene antecedentes pues hoy est� entre el 9% y el 11% del PIB.
En un intento por describir el panorama de la salud en Colombia, examinemos al
menos cuatro aspectos que ponen al desnudo el balance negativo de la pol�tica
neoliberal aplicada en la �ltima d�cada.
Deterioro de la salud p�blica
Aunque en los a�os noventa no est�bamos bien, hoy todos los indicadores
importantes se�alan un retroceso en la calidad de la salud de los colombianos.
Han aumentado significativamente los �ndices de c�ncer, las enfermedades
cardiovasculares, las mentales y las transmisibles, entre otras.
En salud mental, mientras s�lo existen mil cien siquiatras registrados en todo
el pa�s, y al tiempo que desapareci� del Ministerio la Divisi�n de Salud Mental,
doce millones de colombianos padecen alg�n tipo de trastorno que requiere
atenci�n especializada. A lo cual se suma la m�s aguda crisis financiera y
t�cnica de todos los centros de atenci�n siqui�trica. La tuberculosis,
enfermedad secularmente ligada a la desnutrici�n y la pobreza, se ha
incrementado a�o tras a�o, aumentando la resistencia a los antibi�ticos en
niveles alarmantes.
El m�s notorio de los retrocesos ha ocurrido en enfermedades transmisibles como
sida, tuberculosis y las transmitidas por vectores (ETV) como la fiebre
amarilla, el dengue y la malaria, enfermedades que han resurgido a niveles
semejantes a los observados en la primera mitad del siglo XX.
Acaba de ocurrir el m�s grave brote de fiebre amarilla en los �ltimos cincuenta
a�os, el m�s delicado de la �ltima d�cada en toda Am�rica. Esta epidemia dej� al
descubierto la fragilidad de la salud p�blica nacional y la d�bil capacidad de
respuesta del Estado. Hubo que importar vacunas del Brasil despu�s de que fuimos
por d�cadas un pa�s exportador, y qued� al descubierto que solamente una m�nima
parte de la poblaci�n expuesta, el 5%, estaba vacunada al inicio del brote.
Durante la primera mitad del siglo pasado, la capacidad estatal superaba con
creces a la actual, el Estado colombiano era proveedor de vacuna antiamar�lica
para el Continente y ten�a el Servicio de Erradicaci�n de la Malaria y Control
de Vectores (SEM), instituci�n que entrenaba personal de otros pa�ses y era
visitada por su inter�s cient�fico. La situaci�n revela una alta susceptibilidad
de la naci�n a sufrir epidemias y al empeoramiento de enfermedades cr�nicas como
las cardiovasculares y el c�ncer.
Destrucci�n de la Red Hospitalaria
La Ley 100 oblig� a los hospitales p�blicos a convertirse en Empresas Sociales
del Estado y elimin� la financiaci�n estatal a la oferta, dando paso al subsidio
a la demanda para condenarlos a vender y facturar servicios. El efecto ha sido
devastador para toda la Red Hospitalaria P�blica, por la �cultura del no pago�
del gobierno como responsable de la factura de los mal llamados �vinculados�,
que representan la mitad de la poblaci�n, a pesar de que gran parte de los
dineros para tal fin son recaudados del descuento obligatorio que se hace de los
salarios de los trabajadores del Estado y de las rentas cedidas.
Adem�s, los hospitales de peque�os y medianos municipios, muchos de ellos
construidos con el esfuerzo de las propias comunidades, han sufrido un dr�stico
recorte en la financiaci�n del gobierno central. En un hecho sin antecedentes en
la historia del pa�s, numerosos hospitales vienen siendo cerrados. Esto incluye
grandes centros de atenci�n para la poblaci�n desprotegida como el San Juan de
Dios y el Hospital Infantil Lorencita Villegas de Santos, de Bogot�, y los
Hospitales Universitarios de Cartagena y de Caldas. Amenazan correr la misma
suerte el Hospital Universitario Ram�n Gonz�lez Valencia de Bucaramanga, el de
C�cuta, el de Popay�n y el San Jorge de Pereira, entre una veintena de distintos
departamentos.
Para finales del 2003 la deuda de la Naci�n a diecinueve hospitales p�blicos por
la atenci�n a los �vinculados�, desplazados, subsidiados y de Fisalud, era de
663.570 millones de pesos. (El Tiempo, 22 de enero de 2004). En abril, a s�lo
ocho de los principales hospitales de tercer nivel, el Estado les adeudaba 535
mil millones de pesos (�mbito Salud, peri�dico Legis, abril 28 de 2004). En
febrero, a la Red Hospitalaria del Valle se le adeudaban 74 mil millones de
pesos y al Ram�n Gonz�lez Valencia de Bucaramanga, 55 mil millones de pesos.
Ante los reclamos de distintos sectores, el gobierno uribista responde que �los
hospitales son empresas no rentables� y que toca cerrarlas, pero oculta que a
esos hospitales les sobran �clientes� y que el responsable de financiarlos es el
gobierno, que no paga.
La Contralor�a ha denunciado que en TES y CDT existen 2,5 billones de pesos del
Fosyga (Fondo de Solidaridad y Garant�as), captados de los salarios de los
trabajadores estatales y con los cuales se podr�a saldar la deuda con los
hospitales p�blicos, pero que est�n respaldando deuda p�blica con la banca
internacional.
Aseguramiento, negocio del capital financiero
La Ley 100 ha sido un poderoso instrumento de enriquecimiento para el capital
privado dedicado a la intermediaci�n y al aseguramiento. Semana, al rese�ar las
cien empresas m�s grandes de Colombia, informa que se destacan Saludcoop,
Coomeva, Cols�nitas, Medicina Prepagada, Susalud y SaludTotal. Las cinco
tuvieron ventas en 2003 por 2,02 billones de pesos, de los cuales solo Saludcoop
factur� 1,3 billones, superando los ingresos operacionales de Bancolombia, el
primer banco del pa�s, que solo alcanz�1,17 billones.
En una d�cada Saludcoop pas� de 2.500 millones de pesos en activos a 237 mil
millones. Y es ahora una de las veinte empresas m�s grandes del pa�s y la
tercera en n�mero de empleados despu�s de Almacenes �xito.
La conversi�n de la salud en mercanc�a convirti� el aseguramiento en un gran
negocio, al punto que las decisiones m�dicas se orientan ahora por la necesidad
de las EPS y ARS de buscar rentabilidad y ganancia para sus accionistas. Bajo
las acciones auspiciadas por un grupo de quintacolumnistas del sector privado
que desde adentro velaron por reducir la capacidad operativa y t�cnica del ISS,
sabotearon la afiliaci�n de nuevos usuarios y previnieron negativamente a la
poblaci�n que ingresaba al ISS, todo ello para fortalecer las EPS privadas.
Afectado gravemente el Seguro, principal regulador de los intereses privados en
el sector salud, se registr� la permisibilidad gubernamental para que las EPS
privadas emerjan como trusts, mediante el llamado �crecimiento vertical�, que no
es otra cosa que la conformaci�n de monopolios. Estas empresas de salud se
venden a s� mismas la atenci�n en cl�nicas propias, aspiran a crear sus propias
empresas de empaques de medicamentos y a contar con sus facultades de medicina
para la formaci�n del recurso humano ajustado a sus propias necesidades de
contenci�n de costos.
Con la creaci�n de las siete ESE del ISS parece haberse planeado la estocada
final contra el Instituto. Estas deben facturar lo necesario para sostener los
gastos de funcionamiento en cada regi�n del pa�s en una situaci�n en la cual han
disminuido los afiliados, y por ende los ingresos.
Las ARS tambi�n se han convertido en parte del monopolio de las EPS. El gobierno
nacional, a partir del decreto 1804 de 1999, fij� como requisitos para
administrar el r�gimen subsidiado tener 200 mil afiliados (50 mil en algunos
casos excepcionales) y acreditar un patrimonio m�nimo de diez mil salarios
m�nimos mensuales. As�, las ARS pasaron de ser 275 en 1999 a 41 en junio de
2001, aumentando a su vez la participaci�n de las EPS dentro del total de ARS y
eliminando casi totalmente a las ESS (Empresas Solidarias de Salud), que en
muchos casos eran superiores en la calidad y pertinencia de los servicios
prestados.
El gobierno les pag� a las ARS para que atendiera a 7.500.000 personas, y
solamente atendieron a menos de la mitad. Como consecuencia, en 1996, las ARS se
embolsillaron el 56,58% de los recursos de la salud como gastos de
administraci�n. Para 1998, la cifra alcanz� al 40%. Es tanta la aberraci�n que
el Consejo Nacional de Salud y Seguridad Social, Cnsss, defini� que del
presupuesto que les entreguen los entes territoriales, deben gastar en atenci�n
como m�nimo el 75%. Cosa que tampoco se cumple. Son conocidas tambi�n las
denuncias de los hospitales porque las ARS y las EPS les niegan el pago de las
cuentas o las demoran varios meses, incluso a�os.
Desmejoramiento de las condiciones laborales
En asocio con los funcionarios del gobierno uribista, las EPS privadas han
intentado hacer aprobar en el Congreso de la Rep�blica un proyecto de ley que
abra las puertas a la graduaci�n de profesionales de la salud sin el concurso de
una universidad, y contar con escuelas de formaci�n en la que los egresados se
ajusten a la concepci�n de una prestaci�n del servicio de salud basada en la
rentabilidad. Con iguales prop�sitos, el gobierno ha presentado nuevamente al
Congreso su proyecto de ley, identificado con el n�mero 226, anex�ndole las
correspondientes adecuaciones al manejo del recurso humano dentro del TLC.
Paralelo al proceso de arrasamiento de la salud p�blica y de la Red
Hospitalaria, el gobierno ha insistido en echarles la culpa de la crisis a los
trabajadores, para lo cual ha suprimido los derechos de asociaci�n y
contrataci�n. Igualmente el efecto sobre las remuneraciones y derechos de los
profesionales ha sido devastador. Se han destruido las bases del
profesionalismo, eliminando el acceso a la actualizaci�n en el conocimiento,
suprimiendo la autonom�a para la toma de decisiones en desmedro de la calidad de
la atenci�n, disminuido el tiempo de atenci�n a los pacientes y recortado los
medicamentos prescritos y las pruebas de diagn�stico.
Reforma uribista a la Ley 100, m�s de lo mismo
Ante la grave situaci�n del sistema de salud del pa�s, el gobierno nacional
propone soluciones con m�s de la misma pol�tica. En el proyecto de ley
presentado, mientras aumentan los recursos para fortalecer el sistema de
aseguramiento favoreciendo el monopolio de las Empresas Promotoras de Salud,
EPS, se reducen dr�sticamente los recursos para la financiaci�n de los
hospitales. A la vez se les exigen nuevos ajustes de las plantas de personal y
contrataci�n a destajo de los trabajadores, y se sientan las condiciones para
liquidarlos ante la imposibilidad de ser autosostenibles despu�s de los procesos
de ajuste.
El mencionado proyecto es aprovechado por el gobierno para evadir el pago de las
deudas por paripassu (un peso del gobierno por cada peso aportado por los
trabajadores) y por la atenci�n a vinculados en los once a�os de aplicaci�n de
Ley 100, reducir en un 60% la ping�e financiaci�n de la atenci�n de la poblaci�n
no asegurada a trav�s del SGP. Quienes no logren acceder a los carn�s de las
EPS, dejar�n de existir para el sistema de salud.
Convocamos a conformar el m�s amplio frente para derogar la nefasta Ley 100,
eliminar la intermediaci�n financiera en la salud, lograr la financiaci�n
estatal de la red p�blica hospitalaria y el respeto a los derechos de los
trabajadores y profesionales de este sector.
* Luis A. Villar, m�dico y profesor de la UIS