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Latinoamérica

25 de enero del 2004

Uruguay: La izquierda discute su identidad
 
Pasado conocido, futuro incierto
Mario H Peralta
Brecha 

Distintos dirigentes de izquierda polemizan sobre los contenidos últimos del programa del Frente Amplio (FA). Para algunos un gobierno de izquierda deberá limitarse a asegurar un capitalismo como la gente; para otros, una afirmación de ese tipo es la consecuencia natural de una fuerza que ha perdido su proyecto poscapitalista.

En la discusión acerca de si el contenido de un gobierno de izquierda debe ser anticapitalista o limitarse a mejorar el capitalismo, el FA parece moverse entre dos históricas sentencias de sendos ideólogos de la izquierda mundial. La primera corresponde a Carlos Marx y sostiene que un paso adelante del movimiento es más importante que mil programas; la segunda pertenece al dirigente socialdemócrata Eduard Bernstein, y afirma que el movimiento es todo y el objetivo final nada. Esos dos puntos de vista, según fuentes de la coalición de izquierda, marcan los ejes en los que se mueve el FA en la actualidad e interrogan sobre las señas de identidad que definieron el frenteamplismo. Por ejemplo, algunas afirmaciones de connotados dirigentes del Mpp (especialmente las del senador Eleuterio Fernández Huidobro en el reciente Congreso del FA referidas a la necesidad de no entorpecer la victoria con planteos de derogación de la ley de impunidad), más los dichos del senador José Mujica sobre la necesidad de desarrollar un "capitalismo como la gente", indicarían una inclinación pragmática alejada de los contenidos originarios y más cercana a resolver la cuestión de ganar, aun desplazando antiguas definiciones.

Sin embargo, también según fuentes de izquierda, podrían incluirse en la definición de Marx sobre el "paso adelante". La dificultad de precisar una lectura de los dichos de Mujica se acrecienta, además, porque los términos del lenguaje utilizado en una campaña electoral no siempre son reflejo directo de los contenidos programáticos.

No obstante, las palabras del dirigente emepepista entraron en contradicción con otras del presidente del Partido Socialista, el senador Reinaldo Gargano, y del secretario general del mismo, Roberto Conde. Éstos señalaron que la intención última del FA no es mejorar el capitalismo, sino la construcción de una nueva sociedad.

Diferencias que, según José Díaz -presidente de la fundación Vivian Trías y autodefinido como un socialista francotirador-, bien analizadas no son tales. "Porque el Pepe Mujica no ha dejado de ser socialista desde el punto de vista de sus ideales, ni los compañeros que han hablado en nombre del Partido Socialista han abandonado la concepción del Frente policlasista, expresión de distintos sectores sociales junto con la clase trabajadora. En realidad hay una gran confluencia ideológica dentro del FA, que se define por el socialismo. Naturalmente no son todos, el FA no tiene un programa socialista y tampoco capitalista. El Frente conjuntó corrientes político ideológicas diferentes en el Uruguay, y su gran virtud fue unirlas a través de una lucha social que precedió la unidad política y de un programa común, nacional, popular, de carácter democrático y avanzado."

Tanto los dichos de socialistas como de emepepistas ponen sobre la mesa el carácter del programa del FA, habida cuenta de que éste nunca se pronunció por el socialismo, aunque en los momentos fundacionales habló de medidas anticapitalistas propias de un gobierno popular, antioligárquico y antimperialista.

La izquierda uruguaya hizo a comienzos de los años sesenta del siglo pasado una recreación de su pensamiento sobre todo en sus dos partidos históricos (a partir de los trabajos del entonces secretario general del Partido Comunista, Rodney Arismendi, y del socialista Trías), arribando a la conclusión de la necesidad de etapas previas a la construcción de una sociedad socialista, en base al estado de desarrollo de las fuerzas productivas de aquella época histórica. Así se definió, en las distintas variantes partidarias, la necesidad de un tránsito por una revolución antioligárquica y antimperialista que, a la vez que culminaba una revolución burguesa que se detuvo en las "puertas del latifundio", incluía medidas que atacaban el poder económico de la oligarquía y por tanto eran, en esencia, anticapitalistas. En esa visión la construcción de un frente que incluyera a todos los sectores enfrentados a las entonces "600 familias" y el imperialismo era el instrumento ideal para llevar a cabo las primeras tareas de la revolución uruguaya.

Esas definiciones matrizaron al FA y dieron sustento a su programa, convenciendo a sus militantes de que se encaminaban hacia una nueva construcción de la sociedad.

La polémica del presente deja la pregunta de si el FA (o los principales grupos que lo componen) atiende a una lógica exclusivamente pragmática que lo lleve al gobierno, y por tanto a asegurar la suerte del movimiento, o si los conceptos en danza son fruto de una nueva elaboración de la izquierda uruguaya.

¿NUEVO PENSAMIENTO O ADAPTACIÓN?

El tupamaro Eduardo Bonomi, miembro del ejecutivo del Mpp, dijo a BRECHA que el sustento de los dichos de Mujica son las concepciones que hoy maneja su sector. Recordó que en la década del 60, "el mln se planteaba la liberación nacional, entendida como liberación del imperialismo. Y como éste no existe en ningún país del mundo si no es en sociedad con sectores sociales y políticos internos (la oligarquía), entonces la lucha del mln era antioligárquica y antimperialista. Liberación nacional significaba la unificación de distintos sectores sociales, clases sociales, tras un programa que iniciara un proceso de construcción antimperialista que tuviera contenidos socializantes".

Raúl Sendic, añadió, no entendía que pudiera haber liberación nacional sin medidas de tránsito al socialismo. Empero, "muchas veces ser consecuente con un planteo no es seguir diciendo lo mismo que uno decía para una realidad determinada, a pesar de mantener los elementos teóricos. No tenemos un país productivo, no producimos un excedente importante del sector agropecuario, no tenemos excedentes importantes de exportación, no pagamos la deuda con recursos genuinos sino que renegociamos y comprometemos el patrimonio nacional. Hoy la contradicción sigue vigente, pero cambió la composición de la oligarquía y del pueblo. La primera concentró riqueza y expulsó gente".

Según Bonomi, el mln parte de la actual realidad ya que "hay un retroceso de las fuerzas productivas. Si la medida del socialismo está en el desarrollo de las fuerzas productivas, ellas han retrocedido, por tanto, o hay un proceso de socialización a nivel mundial o el tránsito al socialismo tiene un ritmo más lento en el plano interno. Entonces, esa realidad implica decir las cosas como son y no levantar consignas que serían viables con otro desarrollo de las fuerzas productivas. Hoy arrancamos, en ese plano, más atrás de lo que estábamos antes, aunque sigamos interpretando que la contradicción está entre la oligarquía y el pueblo en lucha o imperio-nación, y que la construcción de un modelo alternativo tenga medidas socializantes". De ahí, agregó, que la tarea del período sea la refundación nacional sobre tres bases: el aumento de la producción y del trabajo nacional y la recuperación del salario sumergido.

De todas formas, la interrogante es si el retroceso marcado por Bonomi se resuelve (en el caso de las fuerzas productivas) por el mero funcionamiento de "un capitalismo en serio".

Para el investigador universitario Álvaro Rico, los planteos del presente evidencian que "la idea de una sociedad poscapitalista no existe en el FA. En un tiempo se comparaban las definiciones de la Unidad Popular chilena, de la que se decía tenía definiciones socialistas, con el Frente que no las poseía, aunque sí de contenido anticapitalistas. Hoy no las tiene ni socialistas ni anticapitalistas. Las posee en función de una administración más justa de lo realmente existente, o sea el capitalismo en funcionamiento".

Más adelante Rico se interrogó acerca de qué es ser anticapitalista hoy: "No hay que olvidar que una de las mejores tradiciones de la izquierda fue elaborar a futuro. Tampoco eran creíbles sus definiciones de principios del siglo xx respecto a lo que pasó en 1971, y hoy tampoco serían creíbles estas últimas en función de lo que sucede en 2004. Creo que un ser de izquierda (recuérdese que fue contestataria del sistema) siempre imaginó por encima de la realidad. No sólo se afincó en los pasos concretos y las medidas, sino que generó expectativas que iban más allá de eso de hacer algo mejor de lo existente, iban en la dirección de hacer otra realidad".

En opinión del investigador, ese poder pensar más allá está fuertemente estigmatizado o cuestionado desde hace años, "con la idea de que no hay alternativas al capitalismo", y todos los afanes parecen dirigidos a resolver "el plato de comida".

Por eso, cuando se habla de capitalismo en serio -añadió- debe tenerse en cuenta que hoy "no estamos frente al capitalismo de los liberales clásicos, de la propiedad privada basada en el trabajo individual, del ahorro como fuente de la fortuna y de la productividad. No estamos hablando de eso. De ahí la recurrencia que hay a la superexplotación, a privilegiar lo especulativo y lo financiero en lugar de lo productivo. Si eso forma parte de la propia estructura y son los mecanismos que aseguran la ganancia, entonces pensar en un capitalismo ideal o ético no es suficiente".

Rico concluye que los planteos expuestos demuestran que el FA del presente no es ni anticapitalista ni socialista, y tampoco tiene voluntad o capacidad "de pensar más allá de la realidad y por lo tanto no ejerce una crítica total a la realidad. Lo que lo deja sin posibilidad de revolucionar las expectativas en el sentido de pensar en un mundo diferente y recrear la utopía".