Latinoamérica
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LA MALINCHE
UN ENIGMATICO SIMBOLO DE MEXICO
Isabel García
La Malinche, mujer-diosa (así la consideraron los antiguos mexicas), personaje controversial y fascinante que desborda en este breve espacio, devino leyenda; sin ella tal vez la conquista no se hubiera realizado o tal vez habría costado muchísimos años más.
Pocos datos tenemos del origen de Malinalli (1505-1529). Una vida vertiginosa
de la que nos llegan noticias hacia 1518.
Según algunos autores, era hija del cacique de Xaltipan (región
de Coatzacoalcos), mientras otros ubican su nacimiento en un lugar llamado Xalisco,
más al norte.
Lo cierto es que a los 13 años hablaba dos lenguas: náhuatl y
maya, y fue dada en calidad de obsequio por Ollinteulli,señor de Oluta,
a Juan de Grijalva.
Malinalli Tenepal (nombre que significa persona de labios gruesos o persona
que habla mucho y con animación), era una adolescente hermosa -se dice
de su piel más clara que lo común, y su cabello oscuro y sedoso-
inteligente, alegre y desenvuelta.
Grijalva la tomó como concubina no sin antes bautizarla -ya que así
su pecado era menor- recibiendo el nombre cristiano de Marina, también
llamada Malitzin. La terminación tzin significa señoría
o realeza.
La expedición de Grijalva siguió viaje a Cuba, donde a este le
esperaba su legítima esposa española, por lo que cedió
a Marina a don Alonso Hernández Portocarrero. Ahí Malitzin aprendió
el castellano.
Cuando en 1519 Hernán Cortés parte desde la mayor de las Antillas
a tierras mexicanas, Hernández Portocarrero toma parte en la expedición,
no sin antes conseguir permiso para llevar consigo a la joven Marina.
En lo que hoy es México se encontraban asentadas diferentes civilizaciones;
en algunos de estos pueblos al ver a los hombres blancos y barbados, cubiertos
con corazas metálicas brillando al sol y montados en aquellos gigantescos
venados (los caballos no eran conocidos en el nuevo mundo), se rendían
y entregaban tributos para salvarse de una segura matanza.
Sin embargo, muchos resistieron y dieron la batalla a pesar de los inconvenientes.
Cuando la expedición llega a Veracruz (bautizada como la Villa Rica de
la Vera Cruz), los intérpretes que llevaba Cortés se encontraron
con una lengua desconocida, ya que estos únicamente conocían la
maya.
La joven Marina se reía de las visiones que hacían tratando de
entenderse y cuando los españoles se dieron cuenta que ella se podía
comunicar en aquel otro idioma, inmediatamente se lo dijeron a Cortés
y este empezó a utilizarla como intérprete.
Sin embargo, el conquistador tenía que deshacerse de Portocarrero para
quedarse con Marina, por lo que decide enviarlo a España como su procurador,
a defenderlo de las intrigas en su contra que para entonces se fraguaban en
la corte.
El nuevo procurador cumplió con su deber al grado de haber ofendido al
obispo de Burgos, razón por la cual fue a dar a la cárcel, donde
murió.
Marina pasó a ser la 'lengua' (traductora) oficial de Cortés y
trabajó incansablemente. Sin embargo, se sabe que su carácter
cambió totalmente pues nunca volvió a reír.
Se dice que la conquista se pudo llevar a cabo más por las dotes diplomáticas
de Cortés que por sus cualidades como guerrero. ¿Cuántas negociaciones
pudieron haberse llevado a cabo sin la intermediación de una traducción
adecuada?
Al llegar a México Tenochtitlán, el encuentro con el emperador
Moctezuma fue trascendental. Ambos estadistas platicaron por más de ocho
horas, pero ¿de qué manera Malitzin presentaba a uno y otro sus planteamientos?
Muchas fueron las batallas militares, pero sin el sostén de las negociaciones
no hubiera fructificado el triunfo español.
Además de su traductora, Marina fue concubina de Cortés, pariendo
al hijo de ambos, Martín Cortés; sin embargo, el extremeño
la despreciaba y la única que referencia que hizo de ella es sus cartas
a la península fue como 'una india'.
Una vez consumada la conquista, Cortés se deshizo de Malitzin casándola
con uno de sus soldados, Juan Jaramillo, encontrándose este borracho.
Ya establecido el nuevo matrimonio que procreó una hija, Marina recibió
en su casa a Fray Juan de Zumárraga, comisionado por la Corona para oír
las quejas de los indios, y a quien aseguró que hablaría en audiencia,
diciendo todo lo que sabía en defensa de su raza.
Así firmó Malitzin su sentencia; esa misma noche fue asesinada,
de múltiples puñaladas, en sus aposentos. Nunca se conoció
la mano que empuñó el arma; pudo ser su marido, pudo ser alguien
que quería quedar bien con el conquistador.
A pesar de los casi 500 años transcurridos, sobre esta mujer se cierne
un estigma terrible. Ella representa la traición, es Malitzin en forma
despectiva La Malinche, de quien deriva el término malinchismo.
Malinchista es todo aquel que prefiere lo extranjero sobre lo nacional, quienes
consideran superiores a los güeros (rubios) o prefieren las hamburguesas
sobre los chilaquiles (platillo hecho a base de tortilla de maíz), por
lo que decirle a alguien así es un desprecio o un insulto.
Durante la Colonia surge la leyenda de La Llorona, una mujer velada que en las
noches recorría las calles dando gritos lastimeros: 'mis hijos, aaay,
mis hijos', decía.
Era La Malinche que desde entonces no deja de dolerse, condenada por siempre
a vagar y llorar buscando a sus hijos, todos los mexicanos.