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Latinoamérica

1 de enero de 2004

Los jacobinos negros: Toussaint Louverture y la revolución de Haití

José Mª Amigo Zamorano
Rebelión

Al ver las imágenes de Sadam Hussein por televisión, convertido, casi, en un mendigo harapiento en aquel zaquizamí, recordé el triste final de Toussaint Louverture y el libro, editado en junio, de C. L. R. James, 'Los jacobinos negros', que lo recuerda. Y siguiendo esta estela de desgraciados gobernantes, caídos en desgracia, recordé a Milosevic.

No quiero, yo, meter en el mismo saco a ambos con Louverture. Aunque, puntos de contactos, tienen algunos, en cuanto a sus más y a sus menos con los distintos imperialismos imperantes.

T. Louverture fue en esclavo negro haitiano que, ya con más de cuarenta años, se unió a la rebelión de los esclavos de las plantaciones de Santo Domingo, quienes, a finales del S. XVIII, se sublevaron contra la esclavitud y su inmenso sufrimiento, llegando a ser su jefe indiscutible.

Puso, además, las bases para la independencia, como primer estado dirigido por esclavos negros, de Haití; estado que, este año, ha cumplido, precisamente, los 200, en medio de protestas, sangrientas, contra el tirano de turno, Arístides.

Toussaint Louverture, atraído con engaños, fue preso, llevado a Francia en la fragata Heros en la noche del 7 al 8 de junio de 1802. Encarcelado en una mazmorra, húmeda y fría, del fuerte Fort de Joux, murió, poco después, el 17 Germinal del año XI (7 de abril de 1803) Es decir, fue asesinado, lentamente, por orden de Napoleón, a cuyas tropas había derrotado, en toda regla, utilizando la misma táctica de guerrillas que los españoles.

Neruda tiene, en su 'Canto general', un poema dedicado a este 'Libertador'. El gran poeta de la negritud, Aimé Cesaire, escribió un ensayo titulado 'Toussaint Louverture. La Revolución francesa y el problema colonial'. Una traducción, al castellano, del mismo, se publicó en La Habana en 1967. Muchos han tratado, en diversos libros, a este personaje. Pero, en fin, habría que destacar, porque estamos en su año y por su cercanía geográfica al cubano Alejo Carpentier -que ya trató en su novela 'El siglo de las Luces' la influencia de la Revolución Francesa en el Caribe- con su 'realismo mágico' en la novelita 'El reino de este mundo'.

Ahora, las editoriales 'Turner' y 'Fondo de Cultura Económica', han reeditado este clásico, 'Los jacobinos negros. Toussaint Louverture y la Revolución de Haití'. Cuando se publicó, en 1938, no podía imaginar nadie, ni siquiera su autor, que se convertiría en un libro de obligada consulta.

Como el subtítulo reza, se trata de analizar este personaje dentro de su entorno, Haití y sus luchas contra los esclavistas y imperialismos de aquel tiempo: el Imperialismo Francés, Británico e incluso el Español que dominaba la otra parte de la isla, ya de capa caída.

Pero, ¿por qué, tenían, tanto interés, las superpotencias, en Santo Domingo, que no es una isla muy grande que digamos? : Santo Domingo (hoy Haití), para Inglaterra era dominar el Caribe, sus riquezas y controlar a los EE.UU. nacientes; y para Francia ¡ah, para Francia! ¡era la joya de la corona francesa!; difícil de entender hoy día, habría que decir que "Santo Domingo es, a la economía francesa del S. XVIII, más que toda Africa a la economía francesa del S. XX" (sic Aimé Cesaire ensayo citado)

Veámoslo con números: 793 trapiches, 3150 añilerías, 789 algodonerías, 317 cafetales, 182 destilerías de aguardiente de caña, 50 cacaotales y además sus tenerías, tejares, caleras... Aunque tiene otra importancia supletoria: las riquezas que procura a la metrópoli y la influencia en su agricultura y en su comercio.

Para mover todo este emporio de riqueza los blancos tenían, sobre todo, a las gentes de color. Gentes que estaban divididas entre: por una parte, los esclavos negros, propiamente dichos; y, por otra, los mulatos, de piel más clara, libres, propietarios muchos de ellos, pero sin derechos políticos. El resto de la población era blanca.

Los blancos, a su vez, se dividían entre: grandes blancos (los colonos propietarios de las plantaciones) y pequeños blancos (funcionarios, comerciantes, abogados y otros)

No paraban ahí las diferencias: entre las gentes de color, además de negros y mulatos, había toda una gradación: cuarterones, mestizos, marabús, mamelucos, grifos, sacatrás... Hay que decir que, entre los negros esclavos, los del servicio doméstico cocineros, criadas, niñeras, cocheros... constituían un grupo aparte, mucho mejor tratado, que los que trabajaban en las plantaciones.

Todo esto, unido a las refriegas de los colonos con la metrópoli; de los colonos con los blancos pobres; de los colonos contra los industriales de Burdeos, Nantes, Marsella; de todos ellos, contra las gentes de color; y de las luchas internas de las gentes de color, da una idea de lo complicado de la situación.

Sin embargo, C. L. R. James desentraña el complejo cuadro de rivalidades, a los que se le unía un embrollo mayor: las luchas políticas en la propia Francia y su repercusión en la isla.

La burguesía revolucionaria francesa se debatía, dramáticamente, entre los principios de su revolución, inscritos en la Declaración de Derecho del Hombre, y la posible derogación de la esclavitud que le haría daño al bolsillo.

Todo esto, relatado de manera apasionante. Una obra, que une la extensa información histórica con una visión, de conjunto, propia de una novela en el que Louverture es casi como un personaje de ficción novelesca.

El autor, recuerda, al principio, algunas de las tortuosas salvajadas sufridas por los esclavos: hierros en las manos, maderos en los pies, máscaras de latón en la cara para que no pudieran chupar ni una pizca de azúcar, mutilación de piernas, genitales, oídos..., o lanzarles cera o azúcar hirviendo hasta matarlos, o enterrarlos, vivos, en tierra, hasta la cabeza y untarla con melaza para que acudieran los insectos, o colocarlos, de la mis manera, pero cerca de hormigueros, colmenas... De modo que el lector, curado de espanto, no se sorprende de las salvajes matanzas de blancos en cada revuelta de esclavos.

En fin, un libro, excelente, que nos va narrando como sortea Louverture los obstáculos derivados de situación tan compleja, como salva las múltiples complicaciones que le surgen, como se orienta dentro de esa selva de intereses, como barrunta, en sus tratos con el imperialismo, sus tretas y sus trampas, cuáles fueron sus errores, sus debilidades... todo ello lo describe admirablemente, C. L. R. James, alumbrado, sin duda, por los métodos marxistas. Hay que decir, por si alguien no lo sabe, que el autor es considerado, también él, como un clásico: un clásico del marxismo.

Esa pugna de intereses, en torno a una colonia, descrita en 'Los jacobinos negros', nos puede servir de marco de referencia para lo que pueda estar sucediendo, hoy, en Iraq o en otros países. Incluso, nos puede servir, a nosotros, en España, para vislumbrar los potenciales conflictos, si antes no lo superamos, entre los aborígenes y los emigrantes que están llegando a España. Luchas entre trabajadores que, intereses inconfesables, pueden fomentar.

Allí, Haití, un pueblo pobre y esclavo, demostró, que se puede resistir, e incluso vencer, al imperialismo; de parecida manera, vemos, hoy, en Iraq, que la Resistencia nos está demostrando, a los pueblos del mundo, que, el imperialismo, puede tener los pies de barro.