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Latinoamérica

A un año del gobierno Gutiérrez:

El retorno a la vieja práctica política distorsiona la democracia y profundiza la frustración histórica de un país

Al cumplir un año de mandato el régimen del Sr. Lucio Gutiérrez, la Asamblea Permanente de Derechos Humanos, APDH del Ecuador, comparte la presente reflexión a la sociedad civil, las organizaciones sociales y ciudadanas, los medios de comunicación y la comunidad internacional.


1.- El régimen del Sr. Lucio Gutiérrez muestra una inocultable cuanto irreversible derechización de su proyecto gubernamental en materia política, social, económica e internacional. Ha confiscado, secuestrando, debilitando y pervirtiendo sus signos, aquella simbología del cambio que, con todo y errores y más allá de las falencias, el país aspiró obtener un ya lejano 21 de Enero del 2000, después de haber sufrido la más devastadora crisis social y económica de toda su historia, "la más profunda de los últimos cien años" como admitió un informe de la ONU-PNUD a fines de 1999.
2.- La definitiva conservadurización del régimen del Sr. Gutiérrez, aplaudida sin rubor por las elites económicas, políticas y mediáticas como "una victoria de sus destrezas" construidas en décadas de experimentado uso del poder, paradójicamente corre el riesgo de convertirse, nuevamente, en un "boomerang" para las jerarquías tradicionales que hasta hoy no comprenden, en toda su hondura, las causas y consiguientes esperanzas frustradas en el imaginario nacional, de los estallidos sociales sucesivamente ocurridos el 5 de febrero de 1997, el 21 de enero del 2000 y el enero-febrero de 2001, desatados por la incompetencia o la obra de las elites y sus distintos actores.
3.- La irreversible conservadurización del gobierno del Sr. Gutiérrez atrae un escenario que resulta impensable para las elites del Ecuador: A consecuencia del viraje del Sr. Gutiérrez, una honda frustración social, desapercibida por esas elites, pudiera convertirse en una bomba política de efecto retardado que traería costos a mediano plazo para el país y los propios grupos de poder que arrancan del calendario tan solo la hoja del día a día, y que están acostumbrados, únicamente, a mirarse y escucharse a sí mismos.
4.- Desafortunadamente, la inexorable derechización del gobierno del Sr. Gutiérrez alimenta una subterránea cultura de la sospecha y lacera en alto grado ciertos niveles de confianza que los pueblos indígenas y las izquierdas habían empezado a cultivar, a partir del 2002, en alianzas más amplias y consensos más profundos, incluso con fracciones de las elites del país, para equilibrar el ejercicio del poder y ponerle contrapesos al juego democrático formal. Igualmente, la camaleónica conducta del Sr. Gutiérrez y sus oficiales hacia esos sectores, descalabra (y creemos que por algún tiempo) la crédula esperanza de los movimientos sociales en la llamada atipicidad de los militares ecuatorianos, al tiempo que corroe la apuesta de muchos desencantados a guardar respeto por la formalidad institucional y por las resoluciones "civilizadas" a los conflictos del poder.
5.- El Sr. Gutiérrez no ha logrado consolidar acuerdos estratégicos con el conjunto de la nación para poner en marcha un modelo gubernamental de largo aliento que permita desactivar las causas originales que desataron el 5 de febrero y el 21 de enero, es decir las atávicas razones de fondo de la mentada "inestabilidad política" que tanto asusta a las elites locales. El coronel ha consolidado pactos estratégicos con los grupos de poder económico como los que representan la empresaria guayaquileña Joyce de Ginatta y el banquero quiteño Mauricio Pozo, y ha promovido alianzas puntuales y de mediano plazo con cacicazgos políticos tradicionales que perdieron las elecciones presidenciales, como el partido Social-Cristiano del Ing. León Febres Cordero y el Roldosista Ecuatoriano del Ab. Abdalá Bucaram, pero que por arte de magia -que desfigura la democracia-, hoy gobiernan el país tras bastidores con la aquiescencia de "Sociedad Patriótica", el partido del Presidente de la República.
6.- Ese vicioso retorno a viejas prácticas políticas que el Ecuador padece hace 25 años, no llamaría la atención si no fuera porque el Sr. Gutiérrez ganó la Presidencia en alianza con fuerzas sociales y políticas diametralmente diferentes a las que hoy, en los hechos, co-gobiernan los destinos de la nación. Nos preocupa que esta mutación del eje político que había triunfado legítimamente en las elecciones, sea vista sin sonrojo por las elites como una normal fluctuación de la bolsa de valores, en tanto en cuanto se trata de una verdadera distorsión cualitativa de la democracia, porque toda una generación de ecuatorian@s, la más reciente, ha quedado frustrada, otra vez, y miles de jóvenes que por primera ocasión votaron en el 2002, dándole su voto al Sr. Gutiérrez, a los indígenas y las izquierdas, hoy absorben y conservan un preocupante escepticismo rencoroso hacia la democracia, al haber sido defraudados en su esperanza de cambio, nuevamente truncada por los vicios y limitaciones de la propia democracia formal y sus viejos actores. Esos miles de jóvenes -votando por lo que representaba Gutiérrez- no votaron por Ginatta, Febres Cordero, Bucaram, Alarcón, Mahuad, Noboa, Pozo, Ledesma, Zuquilanda, Arteaga, Celi, Lasso o Baki. Votaron al revés, es decir, en su contra. Paradójicamente, dieron su voto a Gutiérrez para que aquellos viejos actores, o sus funcionarios, hoy sigan gobernando el país.
7.- El país en su conjunto -incluido el Sr. Gutiérrez-; la comunidad latinoamericana, que miró expectante el triunfo electoral y asombrada el viraje gubernamental; y especialmente los llamados sectores de opinión, en lugar de desear que se borre de la memoria esta amarga dislocación (una más, por lo demás) de la llamada democracia representativa, y en vez de intentar que la gente llana olvide esta nueva "contribución" de los grupos de poder a la larga frustración de un pueblo (tan silenciosamente honda esa frustración como la que -salvando las distancias- padeció el país profundo tras la imprevista muerte del Presidente Jaime Roldós a inicios del retorno al régimen constitucional), deberían reflexionar con serena agudeza en los peligros que esta falsificación política conlleva para la joven y prematuramente envejecida democracia ecuatoriana. Porque esa, y no otra, es la causa fundamental de que el Ecuador aún perviva bajo la sombra pertinaz de la llamada "inestabilidad institucional", y de que el poder, ahora o mañana, se mantenga bajo una espada de Damocles que las elites, ciegas, no alcanzan a ver: los fantasmas, no resueltos, del 5 de febrero de 1997 (cuando millones exigieron la salida de Bucaram) y del 21 de enero de 2000 (cuando los excluidos, en reprochable acto de democracia directa, destituyeron no solo a Mahuad sino a los tres poderes tradicionales de la democracia formal, nuevamente copados este 21 de enero de 2004 por la pluto-cracia ecuatoriana, que peca de arrogante y miope a la vez).
Alexis Ponce
APDH del Ecuador
Posdata: Quedan cordialmente invitados a las exequias de quien en vida se llamó, un 21 de enero, "el sueño de un Ecuador mejor", funeral simbólico que -con bronca en la voz y humor negro- la APDH realizará este 22 de enero de 2004, con ataúd, bandera tricolor, misal y plañideras incluidas, en sitio y hora a señalar en nuestro siguiente comunicado.