Cumbre Extraordinaria de las Américas en Monterrey
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Lula tuvo bajo perfil en la reunión.
Dijo que en la Cumbre se puso énfasis en reducir la brecha entre opulencia
y miseria.
Blanche Petrich, Roberto Gonzalez Y Rosa Elvira Vargas.
El presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, no consiguió evitar
que en la Declaración de Nuevo León se aludiera al Area de Libre
Comercio de las Américas (ALCA) y al calendario de negociaciones, que
deben concluir este año. Pero, según declaró al finalizar
la Cumbre Extraordinaria de las Américas, sí logró que
el texto pusiera mayor énfasis en los temas de justicia social y políticas
para reducir la brecha entre la opulencia y la miseria.
En el plano de su encuentro bilateral con el presidente George W.
Bush, Lula tampoco logró su propósito de acordar con Washington
la eliminación recíproca de visados para viajeros de Brasil y
Estados Unidos.
Lula entregó hoy a Bush una propuesta por escrito para que ambos gobiernos
analicen la posibilidad de iniciar negociaciones con el propósito de
que, en un plazo de medio año, poder decretar la exención de ese
trámite consular a los ciudadanos de ambos países. El proyecto
pretende que mientras se llega a este punto, los dos gobiernos suspendan de
inmediato el fichaje que actualmente se realiza a visitantes brasileños
y estadunidenses en los aeropuertos de ambos países. Al recibir la propuesta
de Lula, Bush sólo sonrió y nada contestó.
En este encuentro cumbre, el presidente de Brasil sólo tomó la
palabra en una ocasión, en su turno en la sesión plenaria. Ahí
apremió que en la integración hemisférica se eliminen las
situaciones de dependencia y compensar asimetrías, y que se transite
por la cooperación internacional para el desarrollo. Criticó:
"La estabilidad económica fue pensada de espaldas a la justicia social.
Nos quedamos sin las dos." Coincidiendo con otros mandatarios, particularmente
con el argentino Néstor Kirchner, el venezolano Hugo Chávez y
el boliviano Carlos Mesa, Lula subrayó que ha llegado el momento de dar
prioridad a "un nuevo concepto de desarrollo, donde la distribución de
ingresos no sea simple consecuencia del crecimiento, pero su palanca fundamental".
Y concluyó: "Quiero aquí evocar un valor arraigado en nuestros
pueblos y sin el cual es imposible construir un futuro de esperanza para todos...
solidaridad." En otro orden, durante la media hora que duró el encuentro
bilateral con Bush, en el que estuvo presente el secretario de Estado, Colin
Powell, Lula se centró en abogar en favor de su proyecto de eliminar
los visados.
Bush y Powell no hicieron ningún comentario acerca de este tema. De acuerdo
con analistas brasileños que evaluaron los resultados de la gestión
de Da Silva, el mandatario "se desgastó en un asunto prácticamente
inviable".
Lula defendió su posición ante la prensa brasileña: "No
podemos admitir", dijo, que se sigan tomando huellas dactilares y fotografías
a los viajeros brasileños que llegan a Estados Unidos, "porque Brasil
no tiene una cultura de terrorismo", y abundó en sus críticas
al operativo US Visit, que implica fichar en los puertos de entrada de Estados
Unidos a millones de extranjeros que llegan diariamente. "Ese no es el camino
para combatir el terrorismo", insistió.
En este encuentro presidencial se esperaba que Da Silva jugara un papel protagónico,
de contrapeso a la línea de los neoliberales en la reunión de
jefes de Estado, en particular en su defensa de los mecanismos regionales de
comercio, como el Mercosur, por encima de esquemas más amplios como el
ALCA, con un liderazgo que ejerció en la reunión de la Organización
Mundial de Comercio en Cancún (septiembre de 2003) y la ministerial del
ALCA en Miami (noviembre).
Por el contrario, Lula llegó a Monterrey decidido a jugar el más
bajo perfil posible. Sus contactos con la prensa fueron mínimos. Apenas
una breve ronda de preguntas de no más de 20 minutos con los periodistas
del pool brasileño. Incluso los funcionarios de su delegación
y sus voceros estuvieron elusivos.
Su llegada fue precedida por intensos forcejeos diplomáticos de su cancillería
en la negociación del documento final de la cumbre. Brasil pretendía
que en este texto no hubiera alusión alguna al ALCA y a sus plazos, contra
la voluntad de Estados Unidos, que cabildeó para que los jefes de Estado
asumieran el compromiso de concluir las negociaciones de este acuerdo comercial
continental antes de fin de año para ponerlo en marcha en 2005, el plazo
que se estableció en la primera Cumbre de las Américas (Miami,
1994).
La discreción de Lula, habitualmente comunicativo y maestro del cabildeo,
pudo coincidir también con el anuncio que hizo hoy en Washington el consejero
comercial de Estados Unidos, Robert Zoellig, en el sentido de que próximamente
se reanudaría la ronda de negociaciones de la OMC interrumpidas en Cancún
y que el presidente brasileño podría ser designado para presidir
esta conferencia.
En su charla con la prensa, antes de partir de Monterrey, Lula trató
de minimizar los reveses que sufrió aquí al enfatizar que "es
la primera vez", en la Declaración de Nuevo León, que los temas
sociales tienen tanta relevancia.
fuente: La Jornada.