Latinoamérica
|
27 de enero del 2004
Colombia: Editorial
de la revista Insurrección
Mucho ruido… y nada en las manos
La propuesta de retomar las conversaciones que el Presidente Uribe hizo y
difundió profusamente en los medios de prensa en los últimos días, es inaceptable
para el ELN. Los acercamientos anunciados por el Comisionado de paz no existen
en la realidad y el proceso sigue estando tal cual quedó cuando se suspendió.
Su propuesta es la misma que presentó al inicio del mandato y que se rechazó
en ese entonces, entre otras razones, porque contrapuso al proceso de paz una
política de guerra y de rendición de la guerrilla, la que posteriormente reforzó
con el perverso estatuto antiterrorista.
La solución al conflicto interno no se ve viable con este gobierno, no tiene
alternativas que se acerquen a la construcción del nuevo país, sino que sigue
estando en el viejo esquema de los privilegios intocables; y más cuando a pesar
de los fracasos sigue soberbio y envalentonado con los partes triunfales que
le adoban sus generales.
Uribe está convencido que la rendición de la guerrilla está a la vuelta de la
esquina y que la voluntad de solución política de ésta es signo de fatiga y
debilidad, que es señal para que le tiren un salvavidas que la lleve al puerto
de recateo de los beneficios individuales.
A despecho de lo que se piense en las esferas oficiales y las confusiones que
puedan existir en torno al proceso, en algunos, el ELN tiene en la esencia de
sus propósitos políticos el país, el bienestar de las mayorías y el interés
nacional, sobre cualquier otra consideración y a esta convicción, que es sólida,
le acompaña la búsqueda de alternativas entre las que está la posibilidad de
la solución política al conflicto interno.
Posibilidad que la vemos ligada a que la paz se convierta en propósito nacional,
se generen condiciones y se abran espacios de participación directa que involucre
a los colombianos para que las soluciones a los grandes problemas dejen de ser
monopolio de los de siempre, de los que ahogaron el país. Así mismo que se ponga
al mando la política que tenga por fundamento el interés nacional, la dignidad
humana, la justicia social, el desarrollo sostenible y la reconciliación entre
los colombianos.
Los diálogos regionales que está proponiendo el ELN al país están en esa perspectiva
y generarían las condiciones si se asumen con el compromiso de construir la
paz, avanzando con pasos firmes y sostenidos hacia el país de los sueños y esperanzas
colectivas.
Las autoridades regionales y locales, recién elegidas con el voto de oposición
al proyecto ultraderechista, que han hecho pública la voluntad de hacer gobiernos
de corte social, deben considerar la propuesta y jugar un papel trascendental
en el camino de construir la paz aireando procesos, generando espacios y dinamizando
actividades que involucren a los pobladores de sus respectivas regiones, con
las organizaciones sindicales y los movimientos sociales, con las Ongs, los
académicos, estudiantes y las iglesias comprometidas, rompiendo el monopolio
excluyente de la paz.
Esa iniciativa requiere de una política de paz que articule, favorezca y proyecte
los esfuerzos, que contrarreste la política de guerra que tiende a intensificar
el conflicto, que remueva obstáculos y abra vías que lleven al punto de encuentro,
que reconozca la naturaleza política y social del conflicto interno y de la
insurgencia inspirada en motivaciones altruistas y comprometida en la lucha
por las transformaciones sociales.
Una política totalmente opuesta a la de guerra y sumisión extranjera adoptada
por el gobierno de Uribe y concebida para proteger los privilegios del establecimiento,
dinamizar los planes del imperio e implantar el proyecto de la ultraderecha,
que deja de lado los problemas centrales, sin soluciones las insatisfacciones
de las mayorías y las acalla intimidándolas y reprimiéndolas con el estatuto
antiterrorista y el terrorismo de Estado bajo la modalidad de guerra sucia.
El ELN, como lo ha reiterado en distintas ocasiones, está dispuesto a un proceso
de paz real y con futuro cierto. Las propuestas y facilitaciones que estén dirigidas
a servir al país y en provecho de las mayorías nacionales, serán bien recibidas.
En cuanto a las propuestas del Presidente Uribe las entendemos como una táctica
suya para mejorar su deteriorada imagen en derechos humanos y en el manejo de
la paz, darle sombra y acompañar el desprestigiado proceso con los paramilitares,
distanciarnos de los compañeros de las FARC y hacer aparecer al ELN como lo
que no es, enemigo de la paz.
Ellas están distantes y en otra orilla, no compaginan con los propósitos que
defendemos y necesita el país. El ELN no le apuesta a una paz para que nada
cambie, todo siga igual o peor. Esta posición la conoce el país y en ella nos
mantenemos.