Latinoam�rica
|
25 de enero del 2004
Colombia: La fiebre amarilla no est� en las s�banas
H�ctor Mondrag�n
Rebeli�n�
Otra crisis que resume el
desorden nacional actual. Emergencia. El gobierno de Uribe reconoce que la
epidemia de fiebre amarilla del 2004 ha matado ya a 8 personas en 25 d�as. El
n�mero de enfermos en un mes es igual al de todo el a�o pasado, cuando se
registraron tantos casos como en los �ltimos diez a�os. El pa�s ha retrocedido
60 a�os en el control de la fiebre amarilla. No hab�a suficientes vacunas para
detener la epidemia, Venezuela don� entonces 500 mil y de urgencia se
transportaron 1 mill�n quinientos mil desde Brasil.
El vicepresidente Santos anunci� que se trabajar� por exterminar el mosquito
que transmite la enfermedad. Hace 80 a�os y aun hace 40 se cre�a que esto pod�a
hacerse, pero la experiencia demostr� que esto era imposible en el tr�pico, en
un pa�s de bosques h�medos como Colombia. Una cosa es alejar a los mosquitos de
las ciudades, otra tratar de eliminarlos en las ci�nagas y las selvas. En los
a�os 50 los mosquitos Aedes aegypti de C�cuta y el Catatumbo se
volvieron resistentes al DDT. Pero adem�s, los cient�ficos, ente quienes se
destac� el colombiano Osorno, comprobaron que otras especies de mosquitos
selv�ticos, Haemagogus, Aedes y Sabethes tambi�n trasmiten
la fiebre desde los primates en la selva. Las comunidades percibieron que
peores que las enfermedades transmitidas por los zancudos eran los efectos de
la contaminaci�n de las aguas por el DDT. Total, no se elimin� el vector que
difund�a el virus y se comprob� la permanencia de la enfermedad en la selva.
Las campa�as de "erradicaci�n" no lograron exterminar a los
mosquitos, pero contando con la vacuna desde finales de la d�cada del 30,
alejaron la enfermedad de las ciudades y en Colombia no se registran epidemias
urbanas desde 1929. Luego, lograron reducir las infecciones a un promedio anual
de dos o cuatro casos, cuando en 1946 aun se registraban a 80 casos. Esta
relativa victoria no pod�a ser total, porque las "campa�as" no ten�an
en cuenta los factores socioecon�micos, sociopol�ticos y ecol�gicos.
El poder del latifundio al evitar una reforma agraria e imponer peri�dicos
desplazamientos forzados a los campesinos, ha impuesto estructuralmente la
colonizaci�n de las selvas como salida social y econ�mica. El colono pobre
rasga la selva una y otra vez y recoge de nuevo las fiebres selv�ticas. El
Servicio de Erradicaci�n de la Malaria SEM segu�a al colono y tratando de
frenar la extensi�n de las epidemias. La vacuna estableci� la diferencia entre
la fiebre amarilla y la malaria. Esta �ltima sigui� registrando decenas de
miles de casos. Por cada muerto por fiebre amarilla hab�a hasta mil fallecidos
por paludismo, que podr�a generalmente curarse; pero el presupuesto nunca
alcanz� para tratar a todos los afectados ni para sustituir los medicamentos a
los que el microbio generaba resistencia.
Las pol�ticas econ�micas neoliberales presionaron entonces la desaparici�n de
los servicios de erradicaci�n, a pesar de que hab�a probado ser los programas
m�s aptos para el sector rural y a finales de los 60 se hab�a reconocido que
serv�an para desarrollar otros programas de prevenci�n y atenci�n primaria en
el sector rural, por tener la estructura de "grupos extramurales" que
no esperaban a los enfermos sino que sistem�ticamente iban a buscarlos para
atenderlos y para adelantar labores de prevenci�n. En lugar de asignarle la
atenci�n primaria a estos servicios, en la mayor�a de casos se les debilit� en
aras de proporcionar atenci�n primaria desde centros fijos que no llegaban a
extensas zonas rurales.
Luego a finales de los 80 con el discurso de la descentralizaci�n se comenz� el
desmonte de los servicios nacionales, resultando que s�lo las entidades
territoriales m�s fuertes (como Antioquia), pod�an mantener el ritmo de lucha
contra la malaria y la fiebre amarilla.
Los neoliberales dieron el golpe de gracia al SEM y desde comienzos de los 90
impusieron la medicina privatizada de las EPS e IPS, que jam�s han desarrollado
en el sector rural programas de prevenci�n lejanamente comparables a los del
SEM, mientras que el Instituto Nacional de Salud INS con un limitado
presupuesto, hace lo que puede y trata de seguir los brotes de malaria y fiebre
amarilla. La malaria se ha extendido y un problema hoy es la falta de una
estad�stica completa de los casos, pues en diversas zonas rurales no hay quien
lleve el registro. La malaria cobra 3 mil (?) v�ctimas por a�o, que como no se
ven no causan la angustia de los muertos por la fiebre amarilla. El paludismo
en la mayor�a de casos se puede curar al y solamente muy pobres y adem�s
rurales se mueren. La fiebre amarilla mata a cualquiera, del 30 al 60 por
ciento de los infectados, a pesar de contar con atenci�n m�dica.
Poco a poco en Colombia y otros pa�ses de Suram�rica se crearon las condiciones
para nuevas epidemias de fiebre amarilla, hasta el punto que los organismos
internacionales alertaron sobre un "cerco a las ciudades" (la
posibilidad de epidemias urbanas) y recomendaron desde 1998 la vacunaci�n general
de ni�os mayores de un a�o. Pocos pa�ses la comenzaron, no Colombia. En el pa�s
se adopt� la pol�tica de solamente vacunar en masa en los municipios donde se
registraban casos y los colindantes.
El gobierno de Uribe ha sido el de la explosi�n del problema en Colombia. No
atendi� las alertas de los servicios de salud y del mismo INS, que al observar
que en el 2000 que se duplic� el promedio anual de infectados (de 3 a 6) vio
venir epidemias como las registradas en los 90 en Per� y Bolivia, y as� ocurri�
en el 2003, cuando los casos se multiplicaron por 5. El departamento m�s
afectado fue el Norte de Santander. Antes la mayor�a de los casos ocurrieron en
Guaviare, Meta, Caquet�, Vichada y el Magdalena Medio, pero se desplazaron a
Casanare antes de llegar al Catatumbo (Norte de Santander).
La actual epidemia, permitida por las estructuras del latifundio-colonizaci�n,
fue preparada por el neoliberalismo que liquid� el SEM, cerr� hospitales y
servicios de salud p�blicos, arruin� a los agricultores y convirti� la coca en
cultivo de subsistencia en zonas de colonizaci�n. Ha sido desencadenada por la
masiva fumigaci�n de los cultivos ilegales que ha desplazado miles de
campesinos de las �reas donde se registraban casos de fiebre amarilla a otras
zonas selv�ticas donde los zancudos se han encargado de difundir la enfermedad
de portadores no registrados, y adem�s de infectar a otros, que llegan huyendo
de las fumigaciones a abrir nuevos lotes en la selva, para sembrar, y se
encuentran con el virus que nunca ha dejado de vivir en los bosques.
En la Sierra Nevada de Santa Marta, en las comarcas de las propias ciudades de
Valledupar y Santa Marta y el sur de la Guajira, hasta en Santander del Sur, el
Aedes aegypi prolifera. El INS hab�a advertido esto. Sin embargo cuando
estall� la epidemia del 2003 solamente se vacun� en Norte de Santander. El
personal de salud alert� sin embargo sobre la alta movilidad de la poblaci�n,
principalmente cultivadores y recolectores de coca, frecuentemente expulsados
por las fumigaciones. En Tib� nunca se terminaba de vacunar porque siempre se
iban los vacunados y llegaba gente nueva.
�Por qu� nadie reaccion�? Para "ahorrar" Uribe fusion� el ministerio
de Salud con el de Trabajo y Seguridad Social. Pero �c�mo puede un ministro,
por bueno que sea, preocuparse al mismo tiempo por subir la edad de jubilaci�n
y la cotizaci�n de las pensiones, hacer una reforma laboral que le quit� 9
billones de pesos anuales a los trabajadores, destruir las convenciones
colectivas de trabajo y negarle el registro y la personer�a jur�dica a
sindicatos nuevos y a la vez, tomar las medias para evitar una epidemia de
fiebre amarilla (y detener la de paludismo)? Si el ministerio del Ambiente
sucumbi� regentado por una experta en promover la construcci�n de vivienda para
personas con dinero para comprarla, el viceministerio de Salud apenas atin� a
cerrar hospitales y privatizar cl�nicas, en manos de expertos en demoler
derechos laborales.
Todo los espectros convocados por Uribe se han juntado para declarar esta
epidemia. Las fumigaciones, el latifundismo, el gasto de guerra, la taca�er�a
con la inversi�n social y el desprecio por el ambiente, la justicia, la salud y
el trabajo que expres� la fusi�n de ministerios. La fiebre amarilla se ha
tratado con el mismo desorden con que se trata de curar la crisis fiscal, con
reformas tributaras mensuales y endeudamiento.
Diez ind�genas que murieron en la Sierra no se incluyen en las estad�sticas
oficiales de v�ctimas la fiebre amarilla, porque nadie fue a ver de qu�
fallecieron. Tampoco los campesinos ni los jornaleros que no fueron
registrados. Unos micos tuvieron el honor de s� ser diagnosticados.
La alarma la dieron los turistas, protegidos por el despliegue militar de la
"seguridad democr�tica", pero dejados a merced del ataque de los Aedes.
Colombia tiene otros problemas m�s all� de la guerrilla. La malaria mata m�s
campesinos que los paramilitares. La fiebre amarilla podr�a tener peores
efectos si no se extiende urgentemente la vacunaci�n. En Valledupar, Santa
Marta y poblaciones vecinas de la Sierra en la Guajira en primer lugar. En
Bucaramanga, en Barrancabermeja, el magdalena Medio...
Aun m�s grave que esta epidemia es todo el estilo y el proyecto de Uribe, que
amenaza con provocar s�bitos episodios cr�ticos, afrontados con medidas que
tapan huecos en todas las �reas, la econom�a, la pol�tica, el medio ambiente,
los recursos energ�ticos, las tarifas de los servicios, la educaci�n, los
campesinos, la pobreza, el hambre, la salud... La fiebre no est� en las
s�banas, sino en las estructuras, el modelo y la pol�tica econ�mica y de
salud.�
�