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Latinoamérica

29 de enero del 2004

Entrevista a Tomás Moulian, sociólogo chileno
"La tarea hoy es formar un gran frente antineoliberal"


El Siglo


Hoy se le ve metido a fondo en la dirección de la Universidad Arcis, en un proyecto que ha sufrido fuertes temblores y enfrentado duros desafíos para abrirse camino con su ethos y su vocación emancipatoria, hacia una sociedad dominada por el neoliberalismo. Ello no le impide, más bien le potencia, sus reflexiones en torno a saberes y construcciones políticas. El rector-sociólogo de Arcis, que provocó rupturas e incertidumbres con su libro sobre la transición chilena y más de una sorpresa al presidir el comando nacional de Gladys Marín, en esta entrevista habla desde la izquierda, sobre la izquierda; desde Arcis sobre el sistema universitario chileno; desde la cultura, sobre las fortalezas culturales del actual sistema de dominación. En una conversación abierta, éstas son sus reflexiones para El Siglo.

-En un foro reciente en la Fiesta de los Abrazos, hiciste un esbozo respecto de las "vocaciones" de la izquierda chilena. También el tema apareció en una entrevista que te hizo The Clinic, que trajo reacciones y "coletazos".

"Sí, yo siempre parto de un análisis global, en el sentido de que la izquierda ha sido víctima de una gran pérdida, de lo que significó históricamente el derrumbe de los socialismos reales, aunque por cierto quedan en pie Cuba y Vietnam. Pero eso se ha traducido en desesperanza, y muchos la viven todavía. Esa pérdida no demuestra las fortalezas del capitalismo, y menos sus virtudes, porque lo que se desplomó fue una forma de socialismo, pero no el socialismo. Entonces, creo que esa pérdida la debemos asumir. Cuando hago una crítica al Partido Comunista, partido al cual me siento más cercano, es en este sentido. Entonces, lo que propongo es un cierre frente a la pérdida".

-¿Tiene algún sentido ese cierre?

"Varios, pero me resulta uno muy importante, el que no comprendemos todavía a fondo, los mecanismos de dominación del neoliberalismo, que son básicamente culturales. Eso implica directrices de vida, sentido común, competencia, mercado, tarjetas de crédito, marginalidad, modos de interpretación social y modos de integración social, un movimiento obrero que se busca sea institucional. Lo que propongo es que veamos este asunto a fondo, sin piedad, sin contemplaciones, porque es necesario estudiar este tema. Yo he dicho que el pueblo está en los mall, pero también en las poblaciones. Gabriel Salazar ha hablado de una 'transición oculta', y creo que tiene razón. Pero eso implica ir a lo local, a lo popular, porque eso no tiene aparición en los espacios públicos".

-En lo que señalas hay un diagnóstico. Entonces, ¿cuál es la política de esa izquierda?

"No creo en las dicotomías falsas. Creo que hay que operar con los partidos políticos y los movimientos sociales, y en eso la izquierda tiene una gran fortaleza. Hay que trabajar en lo local, y también en lo global. Hay que accionar hacia el estado. Veo así una política de izquierda.

En ese sentido me parece que la tarea es formar un gran frente antineoliberal, que convoque. Ha sido importante el referente que han formado el PC, el PH, las asambleas populares, los rodriguistas y otros sectores y expresiones, pero todavía es insuficiente. Sé que es difícil, pero hay que hacer una labor de acercamiento hacia otros sectores. No basta una vanguardia lúcida, eso es bueno pero necesitamos mucho más. Requerimos un movimiento obrero crítico al capitalismo, y en ese sentido el reciente Congreso de la CUT es muy importante. Ahí se conforma un frente amplio, el más amplio que se ha construido en la sociedad. Tenemos que llegar a los sectores críticos y desesperanzados de la Concertación, que pueden llegar a una posición crítica del neoliberalismo".

-¿Ves a la Concertación agotada?

"Creo que el gran pecado de la Concertación es haber legitimado el actual sistema social en Chile, como bueno y necesario. Eso implica una constante reproducción adaptativa. Con la Concertación no se avanza más allá de lo que hemos ido. Las diferencias sociales, las profundas desigualdades, se asumen como asuntos que no se pueden cambiar. Y la educación superior es una muestra palpable. Lo que el actual sistema hace es reproducir las profundas desigualdades culturales y económicas de los postulantes, de los estudiantes y de los profesionales que egresan".

-Respecto de la izquierda, ¿cómo ves al PC, específicamente?

"Creo en una izquierda que recupera su vocación de amplitud, y en eso el PC juega un gran papel, es clave en la construcción de masas. Su lectura histórica, de fuerte realismo, que no se ha tentado por miradas de una 'minoría lúcida', puede ser un gran aporte en este período".

Las réplicas por el The Clinic

-Al parecer la entrevista de The Clinic provocó más de una polémica.

"Es una entrevista que me ha costado sudor y lágrimas. Creo que me expresé mal, y fui mal entendido. Quiero decir qué pienso en este sentido. Mi meditación sobre el poder, en una situación de crisis, como la que ha vivido Arcis, no implica en absoluto que yo deje de creer en el socialismo; que yo ahora comprenda a los empresarios. Eso no es así. Lo que ocurre es que he vivido más desde dentro una experiencia con el poder, con el poder de lo académico, de lo universitario, e incluso la adopción de medidas que afectan a otros. Pero creo que he sido mal comprendido".

-Más que del pasado, nos gustaría saber del proyecto Arcis, porque allí hay fortalezas no menores. Sólo una fotografía: el seminario Utopías, con ocasión de los 30 años del golpe. Sabemos que al interior de la universidad, que ha vivido la crisis, hay vocación y ganas de seguir adelante.

"Arcis ha vivido una crisis en todos los sentidos. Hizo crisis una forma de vivir sólo con créditos bancarios, sin sociedades que nos pudieran ayudar a avanzar. Con la anterior rectoría, de Pedro Domancic, se avanzó hacia la superación de la crisis. Pero ahora hay que caminar hacia una democracia representativa y sólida, que resuelva problemas de fondo. Arcis tiene grandes fortalezas en ciencias sociales, en artes, pero debe mejorar en lo académico. Hay nuevas modalidades de enseñanza, con menos presencia en aula y más estudio y más práctica, y eso implica mejorar las tecnologías educativas. Una universidad crítica, como Arcis, debe superar los límites canónicos y avanzar hacia la transversalidad, hacia el diálogo entre disciplinas. Queremos formar un profesional con actitudes ciudadanas, para transformar la sociedad. Debemos avanzar en los post grados y en los programas vespertinos, también en la investigación. Eso implica crecer en áreas, y por eso tenemos mucho interés en los convenios con Cuba, particularmente en áreas como la biología y la biotecnología; también en educación física, en un concepto que implique a la vida cotidiana de las masas en Chile, en municipios pobres y otras zonas. Nos interesa abrir una carrera de Literatura, también. Nos hermanamos con otras universidades, en este aspecto -la Academia de Humanismo Cristiano, la Cardenal Silva Henríquez, la Bolivariana, entre otras- porque apuntamos a procesos de democratización de la enseñanza superior, en donde hay grandes desigualdades, fuertes déficit culturales en los sectores pobres, en grandes masas que no tienen oportunidad alguna".

-Finalmente: ¿Arcis se inserta en una proyección mayor?

"Participamos de un proyecto de emancipación nacional, desde los espacios de la producción y reproducción de saberes. Buscamos ser críticos de los saberes que se imponen, queremos denunciarlos, deconstruirlos y no tomarlos como verdades. Esa es la tarea emancipatoria: aportar con profesionales críticos, que cuestionen al neoliberalismo que proclama una cientificidad totalitaria. Nosotros somos críticos del neoliberalismo, nos vinculamos a los movimientos sociales y queremos incidir en los ámbitos culturales, ideológicos y académicos. Desde el arte, las vanguardias son siempre cuestionadoras, y en ese sentido Arcis tiene una gran fortaleza".

23-1-04