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¡POBRE DIPLOMACIA!
...¿O DIPLOMACIA POBRE?
Por: Nelson Soza Montiel
Como pocas veces en la historia diplomática del siglo XX, la demanda
boliviana de una salida soberana al Océano Pacífico le ha ganado
adeptos entre los gobiernos de Venezuela, de Cuba, de Brasil y de Uruguay, concitado
el apoyo -'mediador', aclaró éste, posteriormente- del Secretario
General de las N.U. y del ex Presidente de los EEUU, Jimmy Carter.
El histórico reclamo alcanzó recientemente un espacio internacional
tras las declaraciones del Presidente venezolano, pero el episodio no concluyó
con la respuesta de Santiago de retirar a su embajador en Caracas. Esta vez,
a diferencia de ocasiones anteriores, la demanda boliviana ha ido cobrando cada
vez más fuerza.
Uno de los elementos centrales que ha comenzado a jugar a favor de La Paz es
la hábil relación trazada por su nuevo Presidente, Carlos Mesa,
entre la estabilidad y gobernabilidad del Cono Sur de América y la situación
política interna de su país. Esta simbiosis, que por lo demás
fue uno de los factores que precipitó la caída del Presidente
Gonzalo Sánchez de Losada, no ha pasado inadvertida al menos para el
resto de los gobiernos suramericanos: Bolivia ocupa el corazón geográfico
de la región, y la prolongación de su inestabilidad política
(y de sus causas) podría incluso justificar que fuese invocada la 'Cláusula
Democrática', que permite un cierto grado de intervención por
parte de entes como el MERCOSUR, el Grupo de Río o la OEA, algo a lo
que la política exterior chilena se opone rotundamente.
En un mensaje a la nación dirigido a fines de diciembre, el Presidente
Mesa advirtió que 'el problema marítimo boliviano se convirtió
en un elemento potencial de desestabilización de la región, porque
puso en juego a la democracia boliviana; generó una situación
de incertidumbre y de gran peligro para la estabilidad global, y los países
vecinos y de la región se preocuparon porque el ejemplo boliviano podía
haber cundido en otras naciones'. De allí, el hábil silogismo
empleado por la diplomacia boliviana: 'El tema marítimo boliviano atañe
al conjunto de la región, y la estabilidad regional pasa por la solución
de nuestro problema marítimo'.
Para el gobierno boliviano, la demanda de una salida al Pacífico es un
asunto pendiente y un tema crucial, y Chile 'debe entender que no vamos a resolver
una relación fluida -necesaria, porque somos complementarios- si no resolvemos
el tema de la soberanía boliviana'. El Presidente Mesa también
pidió a Perú 'dar una respuesta positiva' en la eventualidad de
que el gobierno chileno acepte una solución. El mandatario ha creado
en los días últimos una inédita Junta de Asesoramiento
Estratégico -integrada por diez ex cancilleres del país- para
'alcanzar un compromiso de unidad nacional en torno una salida útil y
soberana al mar'.
La canciller chilena ha negado que la situación de mediterraneidad boliviana
esté siendo un factor de potencial inestabilidad en AL. Sin embargo,
el tema -por primera vez al menos durante el período pos régimen
militar- ha pasado desde la esfera de la Cancillería a la netamente política
cuando el Ministro del Interior chileno (y ex canciller) José Miguel
Insulza, reconoció la preocupación del Gobierno por las declaraciones
de autoridades de diversos países y criticó el que éstas
'no entiendan que el tema es bilateral'. A su vez, la canciller pidió
una sesión especial de la Cámara de Diputados -declarada luego
secreta por la presidenta de ésta-, a la que además acudió
la ministra de Defensa, Michelle Bachelet. En reflejo de la gravedad del tema
y de la importancia que Santiago -tardíamente para algunos críticos
nacionales- ha conferido al tema, la cancillería chilena se vio forzada
a emitir una declaración pública, reiterando entre otros aspectos
que el Tratado de Paz y Amistad de 1904 se encuentra plenamente vigente, la
frontera entre ambos países 'total y definitivamente demarcada' y advirtiendo
a quienes 'se sientan llamados a emitir opinión sobre asuntos que competen
al campo privativo de las relaciones entre dos Estados a actuar con responsabilidad
y a respetar el estricto apego al Derecho Internacional, a los tratados y a
su intangibilidad'.
El gobierno boliviano ha reaccionado pidiendo formalmente a los gobiernos de
Perú y de Chile sendos encuentros bilaterales en Monterrey -México-,
donde a mediados de enero deberá efectuarse una Cumbre Extraordinaria
de las Américas. Lima ya dio una respuesta positiva, pero además
ella genera nuevas interrogantes que complican aún más las cosas
para la diplomacia chilena.
El mensaje de fin de año del Presidente Mesa a su país mencionó
indirectamente lo establecido en el Tratado de 1929 entre Chile y Perú.
La lectura que se extrae de ello es la posibilidad de que La Paz reponga sobre
la mesa de negociaciones una fórmula ya planteada por el gobierno militar
en las conversaciones de 1975 y reiterada en 1987 , consistente en la cesión
de un angosto corredor territorial al norte de la ciudad de Arica, opción
que no llegó entonces a buen término ante el silencio del Perú.
La decisión del gobierno peruano de que ante un eventual preacuerdo entre
Chile y Bolivia sobre un corredor al norte de Arica su respuesta será
'amistosa y constructiva' ha reforzado esta hipótesis.
Es precisamente con esta convicción que el gobierno boliviano ha diseñado
un trazado de negociaciones sucesivas que comenzarían con i) una reunión
por separado con los Presidentes de Perú y Chile en Monterrey, ii) su
demanda de retomar las suspendidas negociaciones sobre el tema marítimo
a partir de los avances logrados anteriormente, iii) el planteamiento formal
de la fórmula del corredor territorial al norte de Arica, para concluir
con iv) la eventualidad de un nuevo Tratado entre Chile y Bolivia que sustituya
al de 1904, que en el contexto de una solución favorable al tema de la
mediterraneidad incorpore además algunos 'preceptos que no fueron respetados
en el pacto vigente, especialmente en lo referido a los vínculos de amistad',
según ha dicho su canciller, Juan Siles del Valle.
También La Paz hizo gala de una pronta reacción ante las confusas
versiones y posiciones asumidas por Santiago: de la Cancillería hubo
primeramente 'trascendidos' sosteniendo que sería el gobierno chileno
el más dispuesto a gestionar una reunión entre ambos Presidentes
para desbaratar cualesquiera arremetida del mandatario venezolano en la Cumbre
de Monterrey; luego, afirmó desconocer un pedido formal boliviano para
el encuentro entre Lagos y Mesa, y finalmente dio un rotundo portazo a tal posibilidad.
El gesto ciertamente no será visto como amistoso por una opinión
internacional cada vez más atenta al episodio. También revela
que la política exterior chilena continúa adoleciendo de una inquietante
falta de proactividad. Un postrer ejemplo de ello han sido las declaraciones
del Presidente Lagos de que Chile está llano a estudiar la fórmula
del corredor, pero sugiriendo un preacuerdo entre Bolivia y Perú, todo
llo en los mismos instantes en que el gobierno peruano decía exactamente
lo contrario. ¿Falla comunicacional, inadecuado asesoramiento informativo de
La Moneda?
Por el momento, los cauces de entendimiento entre Chile y Bolivia y las escasas
vías de diálogo existentes han retornado a su nivel más
bajo en décadas. Bolivia quiso dar una prueba palpable de ello al comunicar
su decisión de dar por concluidas las avanzadas negociaciones con Chile
para suscribir un ALC -que en principio debía estar cerrado antes del
término de 2003. A su turno, la candidatura de Insulza a la Secretaria
General de la OEA ha comenzado a ser boicoteada por algunos países de
América Latina simpatizantes con la causa boliviana. Además, el
país recabó el apoyo de Washington a su tesis cuando su embajador
en Santiago, William Brownfield, sostuvo que 'el tema es y debe seguir siendo
estrictamente bilateral', aunque un par de días más tarde su representante
en La Paz dijo que Washington 'apoya una solución'.
Dos líneas de reflexiones surgen de todo este episodio. La primera es
la evidencia palmaria de la pobre capacidad analítica de la diplomacia
chilena para advertir oportunamente el rumbo que estaban tomando las cosas y
asumir la iniciativa -no sólo reaccionar ante terceros países.
Pero, a fin de cuentas, ello sigue siendo algo tangencial ante la cuestión
de fondo: la posición ''histórica' de la política exterior
chilena sobre la mediterraneidad boliviana ha sido que el tema se resuelve de
manera bilateral y que no hay cesión de soberanía. Lo primero
es cuestionable ante un mundo cuyas tendencias y dinámicas actuales son
diametralmente distintas a las de hace un siglo. El mismo principio del multilateralismo
en lo comercial que dice sostener Santiago resulta difícil de entender
ante una anquilosada visión del bilateralismo en lo político (sobre
todo cuando predica una cada vez mayor integración política en
y con el MERCOSUR). Una política de Estado puede seguir siendo 'históricamente'
inconmovible, pero no necesariamente correcta si es mantenida a contrapelo de
las corrientes predominantes hoy.
En cuanto a la cesión de soberanía, basta ver cómo se ha
movido el mapa europeo de la última mitad del siglo pasado y cómo,
a pesar o precisamente por ello, sus países han logrado la unidad económica
y política actuales. Por lo demás, conozco al menos un par de
Ministros del actual gobierno que -digamos, hasta hace un año- eran partidarios
de un 'solución definitiva' al problema, para no mencionar a varios actuales
parlamentarios de la Derecha que ocuparon altos cargos en el régimen
militar y debieron ser obedientes defensores de la fórmula del corredor
planteada en su momento por el general Pinochet. Pero, claro, ni los unos ni
los otros osarían hoy defender una posición como ésa: no
'vende' ante una opinión pública nacional a la que se supone chauvinista,
tradicional, apegada a los 'sagrados valores patrios' ¿Es está realmente
la opinión mayoritaria de la ciudadanía? ¿Quién va adelante:
el remero o el bote?