Internacional
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Iraq-EE.UU.
Los peones ya no defienden al
caballo
Jim Lobe
IPS
En las películas, los vaqueros son los que hacen un círculo de carros para
repeler el ataque indígena hasta que la Caballería llega al rescate. Pero en los
Estados Unidos de estos días, la Caballería parece haberse unido a los pieles
rojas.
El presidente George W. Bush, el vicepresidente Dick Cheney y la consejera de
Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, rodearon con sus carros al secretario
(ministro) de Defensa, Donald Rumsfeld.
Poco antes, la Casa Blanca había informado a la prensa sobre una tibia
reprimenda presidencial a Rumsfeld por los abusos sufridos por prisioneros en
Iraq, ampliamente documentados con fotografías difundidas por todos los medios
de prensa y la televisión.
Sin embargo, el jefe del Pentágono hizo demasiados enemigos, especialmente
dentro de las Fuerzas Armadas, como para poder salvarse en estas circunstancias.
Bush aplaudió el "trabajo magnífico" de Rumsfeld durante una visita al Pentágono
este lunes de mañana. Pero sus palabras no pudieron acallar el rumor de los
cuchillos afilándose en los pasillos del emblemático edificio, así como en el
Capitolio, sede del Congreso legislativo.
El sonido era audible también en el Departamento de Estado, cuyo titular y ex
jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, Colin Powell, comparó el
impacto internacional de las fotografías difundidas en los últimos días con la
revelación de la masacre de My Lai en Vietnam en 1969.
El diario del ejército, Army Times, sugirió que Rumsfeld y el actual jefe del
Estado Mayor Conjunto, general Richard Myers, deberían renunciar como
consecuencia del escándalo en la prisión de Abu Ghraib, en Iraq.
"Esto no fue solo una falla del comando local, sino que va directo a la
cúspide", sostuvo Army Times, editado por una compañía privada. El editorial
también apareció en otros periódicos de las Fuerzas Armadas.
"Llamar a la responsabilidad es esencial, aun si en este caso significa relevar
a altos líderes del servicio en tiempos de guerra", agrega el texto, el cual
advierte, asimismo, que la tropa cree en el "vale todo" a causa de medidas
tomadas por Rumsfeld en el marco de la "guerra contra el terrorismo".
El editorial fue publicado mientras salen a la luz pública nuevas fotografías
que documentan los abusos contra prisioneros iraquíes, incluido un ataque con
perros de un recluso desnudo.
Los habituales críticos de las operaciones bélicas de Washington en el exterior
perciben esta crisis como un síntoma más de que todo estuvo equivocado en Iraq y
en la "guerra contra el terrorismo".
Militares retirados y en actividad se han vuelto cada vez más extravertidos --ya
sea en su propio nombre como a través de sus periodistas favoritos-- sobre su
insatisfacción con el desarrollo del conflicto.
Varios célebres oficiales retirados han advertido desde hace un año que Rumsfeld,
en su afán de "transformar" las tropas estadounidenses en una fuerza global más
pequeña pero más letal, estaba exigiéndoles demasiado, sobre todo en Iraq.
Entre los críticos figuraban el ex jefe del Comando Central, Anthony Zinni, y el
del Comando Sur, general Barry McCaffrey, colaboradores del antecesor de Bush,
el demócrata Bill Clinton.
Mientras, altos oficiales del ejército no han hecho muchos esfuerzos en ocultar
su resentimiento con Rumsfeld y su segundo, Paul Wolfowitz, quienes, como otros
encumbrados funcionarios del gobierno de Bush, nunca entraron en combate.
El enojo llegó a su punto culminante con el cese del anterior jefe del Estado
Mayor del Ejército, general Eric Shinseki, por advertir que se requerirían al
menos 200.000 soldados para ocupar Iraq luego de la invasión.
Wolfowitz calificó ese cálculo de exagerado. A contracorriente de las
tradiciones, Rumsfeld y su segundo faltaron a la ceremonia de despedida de
Shinseki, en la que el general advirtió contra "una estrategia de 12 divisiones
para un ejército de 10".
Lo que comenzó como los alertas de unos pocos oficiales retirados se convirtió
en los últimos días, desde la difusión de las fotos en Abu Ghraib, en un clamor
audible, del cual el editorial del Army Times fue apenas la última muestra.
"Rumsfeld está pagando por el modo en que dirigió el Departamento de Defensa por
más de tres años, pero también Bush está pagando el precio", escribió Robert
Novak, un columnista de The Washington Post que lleva 30 años cubriendo asuntos
militares.
"Escucho quejas de viejos militares --algunos de uniforme, otros no-- desde el
primer mes del gobierno de Bush", agregó.
Mientras, el general Charles Swannack, comandante de la 82 División
Aerotransportada del ejército, dijo a The Washington Post que Estados Unidos
estaba ganando la guerra en lo táctico, pero perdiéndola en lo estratégico.
El senador Chuck Hagel, del gobernante Partido Republicano, veterano condecorado
de la guerra de Vietnam, dijo a la cadena de televisión CBS a raíz del escándalo
de Abu Ghraib: "Está aún en cuestión si Rumsfeld y, francamente, el general
Myers pueden gozar del respeto y la confianza de los militares."
Otro senador republicano y veterano de guerra, Lindsey Graham, dijo que el
escándalo dejaba al desnudo una "falla sistemática". "No queremos que una
cantidad de soldados rasos y sargentos sean los chivos expiatorios", advirtió.
La guerra en Iraq es imposible de ganar, según el veterano de las guerras de
Corea y Vietnam John Murtham, hoy diputado del opositor Partido República, quien
apoyó la invasión de marzo de 2003 y ha viajado al país árabe en varias
oportunidades desde entonces.