Internacional
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21 de marzo del 2004
Estados Unidos: Elecciones es dinero
Ariel Florit
El dinero es lo que mueve las elecciones presidenciales de Estados Unidos, extremo que reflejan los gastos de alrededor de 500 millones de dólares que tendrán en conjunto durante sus respectivas campañas el presidente norteamericano, George W. Bush y el retador demócrata John Kerry.
En medio de profundas tribulaciones y caídas constantes de las intenciones de voto en su favor, Bush alienta la esperanza de que sus 170 millones de dólares actuales logren mantenerlo en la Casa Blanca por cuatro años más.
Pero los artífices de la campaña republicana no creen que la cifra sea suficiente y gestionan que esta se eleve a 200 millones o más a partir de las contribuciones. Ello sin contar 75 millones de dólares que el mandatario recibirá del gobierno también con esos fines.
Kerry, más modesto que Bush, quiere llegar a los 105 millones de dólares y por ello es muy posible que acepte del gobierno los 75 millones que este ofrece para los contendientes.
Un cálculo rápido aproxima a los 500 millones de dólares la cifra global de gastos entre los dos más importantes pretendientes a la Casa Blanca.
Ello dejará detrás todos los récords. Antes de que se produjera la turbulenta votación del año 2000 Bush y el demócrata Al Gore recaudaron entre ambos 290 millones de dólares, lo cual ya fue considerado en ese momento como un récord histórico.
Fuentes de la campaña republicana de 2004 informaron que el presidente ya "invirtió" más de 17 millones de dólares solo en publicidad por radio y televisión.
Analistas norteamericanos han señalado frecuentemente que la selección de un presidente en Estados Unidos es cada vez con más franqueza un asunto de dinero.
Especialistas como el politólogo Noam Chomsky ven en esta característica una desvalorización total de los principios que deberían regir las campañas, dominadas completamente por intereses "extrapolíticos" de poderosos círculos empresariales.
En ese sentido, el gobierno republicano de Bush ha llevado a cabo programas económicos - especialmente de reducciones impositivas- favorables a las más grandes compañías del país. También ha nombrado en puestos claves de la administración a representantes de las gigantescas firmas, que son en realidad las que controlan el escenario político de la nación mediante sus arcas.
El incremento de las cifras para campañas presidenciales tienen además como secuela el peligro de la expansión de la corrupción política, la cual, según otras denuncias, ha llegado a la Casa Blanca.
Quienes así piensan recuerdan las manipuladas elecciones del año 2000 en las cuales Bush ganó gracias al voto de la Florida, donde mantiene fuertes intereses económicos y de pactos políticos.