Internacional
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Celeste Murillo
Panorama Internacional (http://www.ft.org.ar/)
Cuando se publica este artículo los trabajadores y trabajadoras de Albertson's, Vons y Ralphs entran en el cuarto mes de huelga.
Si hay algo más parecido a un capitalista de Los Angeles del 2003, es un capitalista de Los Angeles de principios del siglo XX. Esta ciudad nació como un centro comercial libre de sindicatos para competir con la poderosa San Francisco, ya plagada de organizaciones obreras.
Para la Segunda Guerra Mundial la ciudad se transformó en la mayor concentración de fábricas aeroespaciales sobre la tierra, y la segunda en la industria de aviones y automóviles. Con la Lockheed Matin y la Aircraft llegaron los obreros que construyeron no sólo sus casas, sino también sus sindicatos. Para mitad del siglo XX los obreros de Los Angeles eran los obreros mejor pagos del país en ese rubro, junto a los de Detroit (industria de automóviles). Por lo tanto se constituyó en una de las ciudades de mayor poder adquisitivo, hubo un boom de construcción de viviendas, de consumo, etc. (1)
Pero todo cambió a fines de los '70 y los '80. Primero, la crisis de la industria de autos y con el final de la Guerra Fría llegó el fin de la industria aeroespacial. La Lockheed cerró en 1992, dejando a miles de trabajadores en la calle. A partir de los '90 y el supuesto boom económico, florecieron las empresas de servicios. (2)
Una huelga en la soleada California
El 12 de octubre amaneció enrarecido para los habitantes del Sur de California: 70 mil trabajadores y trabajadoras se declararon en huelga contra los capitalistas de Albertson's, Vons y Ralphs (cadenas de supermercados).
El día anterior, el Sindicato de los trabajadores de la Alimentación y Comercio (United Food and Commercial Workers-UFCW) resolvía la huelga, en defensa de las conquistas obreras en la mira de los empresarios, el seguro médico, la antigüedad y la estabilidad laboral. El 98% de los trabajadores de Albertson's, Vons y Ralphs votaron a favor de la huelga. (3)
Los dueños Albertson's y Vons and Ralphs se quejan porque la entrada de Wal-Mart al negocio de las comidas causaría grandes pérdidas, ya que los trabajadores de la enorme cadena (hoy cuestionada hasta por la justicia norteamericana) no gozan de los mismos derechos y cobran salarios mucho más bajos. El salario de un cajero de Wal-Mart es de 8 dólares, mientras que un cajero en Ralphs cobra 18 dólares. (4)
Los trabajadores de estos establecimientos tienen grandes conquistas, como es el 100% de cobertura médica(5), jubilación y horas extras, los nuevos contratos propuestos por las empresas consisten en el recorte de beneficios del seguro médico al 50% (que alcanzaría a los jubilados también), establecer un sistema de dos niveles salariales, o sea trabajadores de primera y de segunda. (6)
Desde 1997, cuando tuvo lugar la huelga nacional de UPS (correo) que causó un gran impacto, no se ve una acción de trabajadores de esta dimensión. Dos tercios de los trabajadores son mujeres, un tercio pertenece a minorías raciales. (7)
El clima que se respira en el país de Bush
Desde los ataques a las Torre Gemelas en 2001, ha primado un clima reaccionario y han estado a sus anchas los neo conservadores aplicando leyes duras a los que levantan la voz: la ley antiterrorista, la persecución de árabe-americanos, la represión a los activistas anti-guerra...que se continúa hoy con un ataque sostenido a las libertades civiles y democráticas, como la intervención abierta de la CIA en la vida del pueblo norteamericano, el ataque a los derechos de las mujeres; y ataques económicos, centralmente alrededor del recorte del sistema social del que viven no sólo los más de 36 millones de indigentes (8), sino gran parte de la población empobrecida y los nuevos desocupados.
En el movimiento obrero estos ataques a las libertades democráticas resonaron claramente en la prohibición de derechos sindicales en la única fuente de trabajo directa que ha creado el gobierno federal: el área de seguridad. Aunque esto no es nuevo, ya que Bush (como su padre) representa a los sectores más enemigos de la libertad de organización, y siempre ha apoyado a los estados "libres" de sindicatos, en el sur del país, donde cuanto más cerca de la frontera con el Río Grande, más aumenta la cantidad de maquilas y el trabajo esclavo.
La precarización del trabajo es una realidad, sin embargo, los dirigentes sindicales intentan evitar huelgas y acciones. California, es hasta ahora la excepción, no por una supuesta mayor combatividad de sus burócratas, sino en realidad por la decisión de sus trabajadores y trabajadoras, que se han puesto de pie y han dicho BASTA, o como dicen ellos "enough is enough" (esto ya es suficiente).
Sin embargo, esta no es la situación de las grandes concentraciones de la clase obrera industrial. Por el contrario, los grandes sindicatos como la UAW (Sindicato de Trabajadores de Autopartes) acaba de re-negociar contratos anti-obreros con las grandes empresas automotrices (9). Los trabajadores de las grandes industrias, sometidos a un mayor ritmo de producción (la fórmula milagrosa de la gran productividad), cargan sobre sus espaldas la supuesta recuperación, que hasta ahora no ha generado ni la mitad de los puestos de trabajo que había prometido la administración Bush (10)
Nada es como era antes...de la guerra contra Irak
La huelga ha despertado una inmensa solidaridad. El lenguaje que se habla hoy entre los trabajadores y trabajadoras de los supermercados y los vecinos de la soleada California es: "Si tocan a uno, tocan a todos". Tal es el lema de la Organización de Solidaridad con los Huelguistas (Los Angeles Strikers Solidarity Organization) formada por la comunidad, centralmente muchas organizaciones anti-guerra.
Las últimas semanas estudiantes, vecinos, trabajadores de otros gremios han organizados boicot, mitines, marchas y hasta piquetes en los supermercados para impedir el funcionamiento de estas cadenas. Sólo durante las primeras semanas, según Los Angeles Bussines, los empresarios han perdido 10 millones de dólares por día (11).
El repudio que existe entre grandes sectores de la población hacia los intereses corporativos, muy cuestionados desde el inicio de la guerra, por los contratos multimillonarios de corporaciones norteamericanas en Irak, se traducen hoy en solidaridad y repudio al ataque de los capitalistas.
Durante las grandes movilizaciones fueron los estudiantes y la juventud los que apuntaron contra las corporaciones que sacan provecho de la agresión imperialista comandada por Bush en Irak. Hoy, son los trabajadores quienes enfrentan a las odiadas corporaciones, así lo entienden quienes apoyan con convicción a los huelguistas. "Vení a la marcha en apoyo a los trabajadores que enfrentan a la América corporativa...Sabemos que la mayoría de los habitantes de Los Angeles apoyan esta huelga, demostrémoslo...Hagamos una gran marcha y ganemos esta huelga!" rezaban las paredes empapeladas por el comité de solidaridad antes de la marcha del 23 de noviembre.
Muchas de las organizaciones de base anti-guerra de la región están funcionando como centros de solidaridad con la huelga, a propuesta del sindicato, cada organización "adopta" una sucursal y acompaña a los huelguistas, haciendo piquetes o marchas. Así lo hicieron los estudiantes universitarios de la Universidad de California (UCLA) el sábado 22 de noviembre, en la sexta semana de huelga. Incluso el diario de la universidad publicó en su portada la movilización y sigue cotidianamente la huelga.
Contundentes, aunque no generalizadas, fueron también las muestras de solidaridad obrera, los portuarios de California (puerto de San Pedro) realizaron su asamblea sindical en la puerta de Albertson, reuniendo a 3000 trabajadores. (12) Los camioneros realizaron la medida más importante: 8000 trabajadores abandonaron sus puestos, dejando sin distribución a 860 tiendas de la región. (13)
El sindicato de los trabajadores de limpieza realizó una huelga de hambre durante tres días para el Día de Acción de Gracias, y los sindicatos de actores, maestros, trabajadores de la salud y otros realizaron mitines y reuniones.
A pesar de estas actitudes solidarias, los sindicatos no han sobrepasado un milímetro los límites impuestos por la AFL-CIO y no han exigido acciones a las grandes organizaciones. Hasta hoy, las medidas más significativas han quedado en manos de los comités de solidaridad y los trabajadores individuales u organizaciones políticas.
La lucha de los trabajadores ha encontrado eco en una sociedad que ha cambiado. El contexto en el que se desarrolla esta acción no es el mismo que a fines de los '90, ha cambiado la situación económica, se ha deteriorado el sistema social y surgieron (así como otros se revitalizaron) movimientos sociales y políticos.
En 1999 en Seattle ocurrió lo que no sucedía hace décadas: estudiantes y trabajadores en un mismo palco, la AFL-CIO se "abría" a otros sectores sociales. Sin embargo, para desilusión de muchos, no fue más que una mueca. Pero abrió las puertas a lazos de solidaridad (aunque no sin contradicciones) con el movimiento estudiantil que se movilizó (y lo sigue haciendo) para a defender los derechos de los trabajadores. A las manifestaciones anti-global se sumaron las huelgas estudiantes contra las "fábricas del sudor", contra los contratos injustos de los trabajadores universitarios. Muchos de estos estudiantes fueron los que rápidamente después de los ataques del 11 de septiembre se pusieron en marcha contra la guerra.
Estos movimientos permitieron a su vez que se fortalezcan luchas como la de los inmigrantes, que recientemente marcharon a Washington exigiendo la legalización de los millones de trabajadores ilegales que todos los días "limpian las casas, sirven las mesas y arreglan los jardines" de los ricos.
La lucha de los trabajadores de los supermercados del Sur de California tiene hoy, sin dudas, mayor respaldo que aquellas huelgas duras durante los'90 (como la de UPS en el 1997 y la de General Motors en el 1998). Sin embargo, como ayer, los trabajadores mantienen una cuenta pendiente con los capitalistas norteamericanos, que han arrojado a millones al desempleo. El fortalecimiento de la huelga de los supermercados podría abrir nuevas perspectivas para las luchas obreras en Estados Unidos, centralmente porque las demandas son enormemente sentidas por grandes sectores.
La guerra ha desnudado, en parte, los intereses capitalistas a los ojos del pueblo norteamericano, y han sido señalados por una vanguardia que los denunció valientemente en medio de un clima anti-terrorista. El empeoramiento de las condiciones de vida, sobre todo de la clase trabajadora, plantea un gran problema a las medidas que necesitan los capitalistas para hacer sostenible el "crecimiento" económico, los recortes de presupuesto, el estancamiento de los salarios y el ataque a las conquistas que aún existen.
El panorama abierto muestra un gran descontento con la guerra en Irak, y el creciente número de muertos, la incertidumbre respecto a la economía y por sobre todo una gran polarización social y política. Una sociedad que desde el 11 de septiembre no es la misma, desde ningún punto de vista, ha surgido el movimiento anti-guerra, que aunque minoritario no se resigna y se une a nuevos sectores; se ha fortalecido el movimiento por los derechos civiles de los inmigrantes. Pero al mismo tiempo se fortalecen los sectores de la derecha y reina un clima conservador: las políticas de la administración Bush han avanzado (empezando por la ocupación de Irak), limitando o eliminando conquistas económicas y sociales: las restricciones al Medicare (seguro médico), el ataque a las libertades democráticas y los recortes de presupuesto están a la orden del día.
Alguien tiene que desequilibrar la balanza...hoy en el Sur de California se juegan las primeras cartas.