Europa
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Aristas del conflicto checheno
Elson Concepci
Cubadebate
La más reciente masacre provocada en la escuela de Beslan, en Osetia del
Norte, territorio fronterizo con Chechenia, perteneciente a la Federación Rusa y
donde murieran casi 400 personas, la mitad de ellas niños, es un acto de
barbarie y terror, condenable en todo el mundo, cuyas aristas se entretejen
dentro de un conflicto étnico-separatista- nacionalista, con ribetes de
terrorismo.
Nada ni nadie puede justificar con un supuesto afán de independencia o
separación, acciones tan execrables.
El conflicto checheno, aunque data desde su incorporación al imperio ruso en
1859, y posteriormente con la deportación de la mayoría de sus pobladores hacia
territorio de Kazajastán durante la Segunda Guerra Mundial, fue bastante
controlado en años posteriores.
Con la desintegración de la Unión Soviética, volvieron a atizarse los ánimos
separatistas, que fueron rechazados por las autoridades de la Federación Rusa, a
sabiendas de que cualquier paso atrás en este orden, podría provocar la
desintegración misma de Rusia, un país federativo formado por 26 repúblicas
autónomas.
Cuando en 1991 la URSS fue sepultada y junto a ella el sistema social que allí
se construía, los chechenos, individualmente, también se declararon
independientes, y hasta constituyeron Gobierno y Parlamento paralelos a los
establecidos constitucionalmente.
Unos años más tarde, la administración rusa decidió intervenir militarmente en
el asunto y envió sus tropas para tratar de controlar la situación y evitar la
secesión.
Encarnizados combates con un costo de más de 150 000 muertos entre 1994 y 2003,
tanto para las fuerzas y población civil chechena como para los militares rusos,
alertaron al mundo de la envergadura del conflicto que, más que resolverse, se
exacerbó, mientras las imágenes de la ciudad de Grozni, la capital, destruida e
incendiada, recorrían el mundo que las observaba con tristeza e incertidumbre.
¿Qué irá a pasar en Chechenia y en toda Rusia?, se leía o escuchaba en los más
diversos medios de prensa desde todos los rincones del Planeta.
Los insubordinados, lejos de darse por vencidos y aún sin haber enterrado a sus
miles de muertos, optaron por extender el conflicto a la vecina república de
Dagestán donde se propusieron instalar un Gobierno islámico anti ruso.
Desde entonces, los secuestros, los sabotajes, las ejecuciones de civiles, las
bombas en teatros, estaciones de Metro y otros lugares han estado a la orden del
día del acontecer checheno.
Fue muy frágil y por tanto vulnerado aquel acuerdo de enero de 1997 que
posibilitaba un retiro de las tropas rusas del territorio, mientras los
habitantes de esa república elegían a Aslan Maskhadov, como su Presidente.
También se convino en postergar por cinco años el establecimiento de un estatus
político definitivo para la región.
Sin embargo, el mandatario seleccionado no logró controlar a los extremistas
chechenos que continuaron usando el terror como filosofía para separarse de
Moscú.
El Gobierno ruso, por su parte, convocó a un referendo en enero de 2003, aprobó
una nueva Constitución que otorga mayor autonomía a los chechenos y eligió una
nueva administración encabezada por Ahmed Kadyrov, un líder local que se suponía
tuviera mayor aceptación entre los habitantes de aquella república.
Pero el terror siguió imperando no solo en Chechenia sino que fue llevado hasta
la propia capital rusa e, incluso, unos tres meses después de ocupar la
presidencia, un atentado acabó con la vida de Kadyrov.
Las últimas semanas parecen demostrar que lejos de resolverse el conflicto en
esa república rusa y las acciones de terror que realizan sus exponentes más
extremistas, la situación se agrava y se alejan las perspectivas de una paz
duradera y un arreglo político en un territorio que necesita con urgencia
garantías de seguridad y desarrollo, una autonomía garantizada dentro de la
Federación Rusa de la que forma parte.
El caos y el terror deben ceder ante el diálogo, la paz y el desarrollo, para
que ese gran país que es la Federación Rusa, con sus repúblicas independientes
pero no separadas pueda, al fin, encaminarse hacia un futuro pródigo para todos
sus habitantes, sean rusos, chechenos, o de cualquier otra etnia o nacionalidad.