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Europa

Terrorismo local y global

13 de marzo del 2004
Ra�l Wiener


Cuando se produjo el atentado del Centro Comercial El Polo, en Lima, en el verano del 2002, plantee la hip�tesis de una acci�n concatenada al conflicto global que tiene como protagonista principal al gobierno de los Estados Unidos. Y que as� fueren agentes locales o internacionales los ejecutores directos, lo esencial era que la acci�n pretend�a mostrar violencia e inseguridad al paso de George W. Bush, que estaba en las v�speras de su llegada a Lima, mucho m�s que alcanzar objetivos de pol�tica interna.

Pero en el Per� la respuesta a estos actos se hab�a vuelto autom�tica. Rebrote de Sendero Luminoso, afirmaron todas las autoridades y titularon nuestros independientes diarios, como si nada tuviera que probarse; m�s a�n, como si un Sendero extremadamente debilitado y sin planes hacia delante, hubiera decidido lanzarse a golpear por el s�lo gusto de mostrar el punche y para hacer que le caiga toda la represi�n de regreso sobre la cabeza.

Luego vinieron las detenciones de los supuestos autores presentados triunfalmente a los medios de prensa. Pero despu�s se presentaron otros autores. Y finalmente hasta hubo una tercera tanda. Tal vez detuvieron a algunos antiguos senderistas que ten�an detectados o a gente inocente, como clamaban los familiares. Pero nadie ha podido asegurar en medio de la confusi�n, que los hechos fueron realmente esclarecidos.

Tampoco hubo otro atentado que continuara el anunciado rebrote. Y as� la cosa qued� como una locura enfermiza que cost� la vida a una docena de peruanos, para no conseguir absolutamente nada. O, a lo sumo, nos quedamos con que hubo un intento de fastidiar la fiesta del gobierno y una vez m�s el Estado mostr� su eficiencia, capturando a los responsables por medio de su infalible olfato. Ni por un segundo se quiso siquiera estudiar la posibilidad que nos hubiese alcanzado la onda de la guerra antiterrorista por las cercan�as del gobierno Toledo con la administraci�n Bush.

Ahora recuerdo esto a prop�sito de la reacci�n del gobierno espa�ol al impacto del atentado del 11-M: aqu� tambi�n los voceros oficiales "no han tenido dudas", con s�lo ver los vagones destruidos, que los separatistas vascos eran los culpables. Nunca hab�an hecho algo siquiera parecido, y se dec�a por todas partes que estaban debilitados por la firmeza represiva del r�gimen y buscando desesperadamente una puerta de di�logo, pero de pronto decidieron mandarse a la grande. Cualquier otra especulaci�n sobre lo sucedido era equivalente a querer bajar la responsabilidad a estos asesinos de la ETA.

Curioso mecanismo mental. Recu�rdese que cuando las torres de Nueva York todav�a no hab�an terminado de caer al piso, la administraci�n Bush ya no ten�a dudas que el autor era Bin Laden y su misteriosa organizaci�n Al Qaeda, que el mundo apenas conoc�a. Pero ahora, con un esquema similar de acci�n: atentados masivos, simult�neos, sin ahorro de v�ctimas civiles, y siendo Espa�a uno de los aliados principales de la guerra antiterrorista global de Bush, la opini�n es exactamente contraria: no hay dudas que se trata de una operaci�n de �mbito nacional y no internacional. No hay relaci�n entre el 11 S y el 11 M.

Veinticuatro horas despu�s, sin embargo, la posici�n del gobierno espa�ol est� deshilach�ndose por todos lados: reivindicaciones isl�micas, negaciones de sectores afines a ETA, opiniones de expertos internacionales. A Aznar no le queda m�s remedio que se�alar que investigar� todas las pistas, pero que la l�nea principal sigue siendo ETA, porque hace algunos meses se captur� a un militante que iba con explosivos viajando en un tren urbano.

Es obvio para todos que Aznar �como Toledo -, gana si se trata del "enemigo interno", "el conflicto local", y de algo que requiere una fuerte pol�tica represiva interna. Ambos pierden, si es que sus pueblos los perciben como tray�ndose a casa una guerra ajena.

Es lo opuesto a Bush, que siempre avanza con los "enemigos externos" y los "conflictos globales" que son los que siempre han quitado el sue�o a los norteamericanos. Aunque el atentado de Oklahoma les demostr� que tambi�n pod�an tener su terrorismo propio.

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