Europa
|
13 de marzo del 2004
Miguel Coppa
Revista Fusión
Hace un año el pueblo español salía a la calle para
gritar NO a la guerra. Ahora sale para llorar a las víctimas de aquella decisión
unilateral tomada por el gobierno del PP con su presidente Aznar a la cabeza.
De aquellas mentiras emanan estas víctimas.
De aquella ceguera emana este dolor, esta tragedia.
Y esa es la única verdad que debe sonar ahora, porque no hablar, no decir, por
respeto a las víctimas, es deshonrar su sacrificio, porque las víctimas exigen
respeto, pero sobre todo justicia, y la única justicia que en estos momentos
se debe y se puede tomar está en las urnas el próximo domingo.
Todos aquellos que salieron a la calle hace un año a gritar NO a la guerra y
que fueron ignorados por la prepotencia de Aznar y su séquito, ahora deben volver
a salir a gritar en las urnas un aplastante No a los que apoyaron la guerra
con Irak. Y eso será justicia, y eso será respeto a las víctimas, y eso será
dar una lección democrática a quienes llenan la boca con la palabra democracia
y luego escupen por ella al no respetar la opinión de los ciudadanos, al no
escuchar al pueblo.
Es más, hace un año las "razones" para apuntarse a la guerra se basaban en la
confianza en los servicios de inteligencia norteamericanos que decían que IRAK
poseía armas de destrucción masiva. Un año más tarde, y una vez demostrado que
eso era mentira, no se da igual veracidad por parte del gobierno a los mismos
servicios que dicen que el atentado de Madrid es obra de Al Qaeda.
Antes interesaba seguir la opinión, ahora no interesa porque están ahí las elecciones
y aceptar públicamente por parte del PP que esta brutalidad es una consecuencia
del apoyo a Bush en la guerra, significa cavarse la tumba electoral, porque
el pueblo español tiene que hacer pagar al PP el precio político que tal actitud
se merece. Y si no fuera así, si se sigue apoyado la política exterior del gobierno,
entonces no tengamos la hipocresía de llorar a las víctimas, porque también
debemos sentirnos culpables de su muerte.
Y si hablamos de víctimas, también es de justicia decir que antes de que nosotros
llorásemos a las nuestras los iraquíes lloraron a las suyas, que fueron muchas
más y que aún no han acabado.
Y en toda esta reflexión no existe ninguna justificación al terrorismo, más
bien una absoluta condena. Pero el humo no debe tapar el origen del fuego, y
el dolor no debe nublar la visión fría que en estos momentos se necesita para
hacer justicia del único modo que los ciudadanos podemos hacerla, y es mediante
el voto.
La sociedad española, la democracia española, está ante un definitivo examen.
Si se comporta como se comportaron los gallegos ante el caso Prestige, entonces
apaga y vámonos, que nadie se lamente luego, porque se habrá perdido la oportunidad
de decirle a los políticos que el pueblo es soberano, y como tal exige ser escuchado
y respetado.
Todo lo demás es dictadura enmascarada por las urnas. No es hora de callarse
por un falso respeto, sino de hablar, de gritar lo que es verdad.
No es hora de lamentarse, sino de tomar medidas y de aplicar justicia.
No es hora únicamente, como tanto se dice, de unirse ante la tragedia, sino
de preguntarse porqué antes no había unidad, porqué se practica la política
del insulto, de la descalificación, del chanchullo, de la mentira, de la hipocresía.
Y también es hora de reflexionar sobre el hecho de que el próximo lunes Aznar
ya no estará, gane quien gane las elecciones, y ... ¿Se va a marchar impunemente
dejando a España sumida en el mayor dolor de su historia reciente siendo él
el único culpable de esta tragedia?
Es hora de reflexionar muy seriamente en medio del dolor.
Esperemos que los españoles sepan hacerlo.
* Miguel Coppa es el director de la Revista Fusión