Europa
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13 de marzo del 2004
Marcos Roitman Rosenmann
La Jornada
Esta mañana, 11 de marzo de 2004, recibo, mientras
viajo a la Universidad, la noticia de un atentado en la estación de Atocha.
Un tren de cercanías, aquellos que conectan la periferia de Madrid con la capital
ha sido objeto de un atentado. Por la hora en que se produce, las 7,30 de la
mañana, todo hace predecir lo peor. Sin embargo, no acabará aquí la tragedia.
Otras dos explosiones en dos estaciones , ambas pertenecientes a la linea tres
de cercanías, Santa Eugenia y El Pozo del Tío Raimundo, tienen lugar de manera
consecutiva. Sus usuarios son principalmente trabajadores e emigrantes. Barrios
obreros y populares. Mas tarde se anuncia una detonación, esta vez en un vagón
sin pasajeros del tren de alta velocidad que une Madrid Sevilla, también estacionado
en Atocha. El circulo se estrecha. La zona elegida para el atentado es un ir
y venir de pasajeros, mas de doscientas mil personas en horas punta. Representa
el punto de encuentro de todos los trenes que diariamente trasportan a mas de
un millón de viajeros que viven en los barrios periféricos y en las ciudades
dormitorios. Su punto de llegada Atocha. No se puede mantener la cordura. La
impotencia se apodera del alma. El desgarro interno deja una sensación de vacío
e incredulidad. Las noticias se agolpan y todo pierde su dimensión. Son esos
días que no olvidan jamas, quedan grabados en la memoria y siempre nos acompañaran
como una pesada carga que nos pregunta porqué tanta ignominia.
Se habla de cientos de víctimas y miles de heridos. Las primeras imágenes emitidas
por la televisión son elocuentes. Llanto, gritos de histeria, víctimas, policía,
personal sanitario o bomberos son presa de una situación que se muestra fuera
de control. Se viven momentos de tensión. Nadie sabe lo que pasa. Las interpretaciones
son variadas, aunque las sospechas recaen obligatoriamente en ETA.
Es un lugar común de convergencia de todos los partidos políticos. Las declaraciones
de unos otros y otros van en la misma dirección. La autoría material corresponde
a ETA sin ninguna duda. Desde el PNV hasta el PSOE e Izquierda Unida, pasando
por otros partidos de ámbito autonómico o regional se aprestan a condenar el
atentado adjudicado a ETA. A mediodía, el que fuese dirigente de Batasuna, Arnaldo
Otegui, dando un rodeo, expresa que ninguna hipótesis hace pensar que ETA sea
el responsable. Es un indicio de que algo no calza. Siempre se ha pedido que
Batasuna se desmarque de ETA y cuando lo hace o llama la atención a un distanciamiento,
este no es considerado un punto de inflexión. Se prefiere soslayar esta declaración
y seguir remarcando que ha sido ETA. Quienes han estudiado sus formas de acción
observan grandes diferencias entre el atentado de Atocha y su habitual proceder
hasta este día. Siempre avisan de sus coches bombas y por su naturaleza se consideran
una organización militar cuyos objetivos son instituciones del estado, miembros
del gobierno, fuerzas armadas o dirigentes de los partidos políticos de ámbito
estatal. Mas allá de condenar cualquier tipo de atentado sea o no de ETA, lo
cierto es que en estas circunstancias no se puede actuar de forma liviana y
con irreverencia a las víctimas. Solo sea por rigor a la hora de no adelantar
interpretaciones de las cuales haya que arrepentirse o avergonzarse. Sin medir
consecuencias, el resultado de esta falta de responsabilidad termina sembrando
mas odio y rechazo al pueblo vasco.)Como sino interpretar las palabras del presidente
de gobierno cuando acusa a los autores del atentado de haberlo perpetrado en
tanto que sus victimas lo son por el hecho simple de ser españoles?. )Extraña
pues que se asiente un nacionalismo español que entiende la unidad de España
en peligro por los vascos separatistas? . Por suerte el rey tuvo el detalle
de corregir las palabras del presidente Aznar al indicar que las víctimas no
solo eran españoles, también había emigrantes.
Sin embargo, en medio de la vorágine electoral, los partidos que compiten optaron
por cerrar filas asumiendo la interpretación del gobierno. )Cuanta irresponsabilidad
hay en dicho proceder.? )Se puede creer a un gobierno que ha mentido continuadamente
y no ha rectificado?. Sus mentiras, ya patentes para justificar la guerra de
Irak y la existencia de armas de destrucción masiva, no hacen pensar que siga
mintiendo en beneficio propio. Una complicidad se trasluce. Para unas cosas
miente para otras sus opositores creen en su versión. Se trata de no perder
votos, en un momento culmine de la campaña. Todos quieren mantener intactos
sus posibilidades de triunfo. Para unos significa aumentar sus votantes para
otros no perderlos. Distanciarse de lo que dice el gobierno o simplemente dudar,
es ya ser motivo de ataque y descalificación. No vale la pena un enfrentamiento
donde la oposición tiene todas las de perder. Atrapados en su discurso anti-terrorista
solo les cabe unirse y acept ar las propuestas del gobierno. Se cierra un circulo
que aprisiona y adjetiva como cobardes a quienes en su condición de dirigentes
políticos tienen la obligación de decir la verdad, callar o dudar si así lo
aconseja la ocasión. Sin embargo, esa valentía ética exigida a la elite política
no se ha expresado. En un acto de total irresponsabilidad es culpable de aumentar
la crispación y el odio. Su decisión, contraria a todo el sentido común, se
justifica desde la intolerancia y la falta de compromiso con el proyecto de
una España democrática. El sólo hecho de que a esta hora, la organización Al
Qaeda se atribuya la autoría del atentado, deja en entredicho al gobierno y
al partido popular. No cabe mas interpretación, el delirio de grandeza de Aznar
provocó que España fuese a una guerra cuyas consecuencias las estamos viendo
hoy reflejadas en este atentado. Pero esta lectura, seguramente, no será la
realizada.
El día transcurre entre la desesperación y la necesidad de buscar explicación
a tanto dolor. Hay que detenerse, mirar atrás y recapitular. Al primer momento
de ofuscación y rechazo, debe precederle otro de reflexión pausada. En el otro
lado )que pasa con ETA?. No cabe aquí tampoco ninguna contemplación.
Cuando la situación llega a tal extremo, tal vez se deba pensar en su disolución.
La causa de la democracia del pueblo vasco lo amerita y también la lucha por
construir una España en la diversidad, la pluralidad cultural y el respeto al
derecho de autodeterminación. Solo que ello también supone un esfuerzo donde
la generosidad y la voluntad de la vivir, expresión de la dignidad humana, sea
el principio que acabe con la sinrazón de los atentados. Mientras tanto, el
rechazo al terrorismo debe manifestarse valientemente y sin tapujos. No caben
términos medios, razón suficiente para señalar que el Partido popular y el gobierno
de Aznar, han secuestrado la democracia e n nombre de la lucha contra ETA. Nada
en común con quienes declararon la guerra a Irak, mintiendo y traicionando al
propio pueblo español que a gritos dijo no a la guerra y no se cansa de decir
no al terrorismo.