Argentina: La lucha continúa
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A CIEN AÑOS DEL INFORME BIALET MASSE
La deuda interna Santafesina
Carlos del Frade
El 30 de abril se cumplirán cien años de la presentación del informe elaborado por el abogado catalán Juan Bialet Massé sobre la clase obrera en la Argentina. Desde entonces no se ha encarado una revisión de aquel mapa existencial, sino de manera aislada y sin continuidad en el parlamento nacional.
El capítulo dedicado a Santa Fe hace un siglo hoy tiene una alarmante vigencia en algunas lógicas conceptuales y otros aspectos han caído en el olvido. Desde hace más de seis meses hemos recorrido la mayoría de los departamentos provinciales para revisar la ecuación trabajo y futuro entre los habitantes del llamado segundo estado argentino. He aquí un adelanto de un próximo ensayo que conlleva el desatinado deseo de ser presentado en la Legislatura provincial.
El informe Bialet Massé
Hace cien años se presentaba el 'Informe sobre el estado de las clases obreras argentinas'.
El autor fue el abogado catalán Juan Bialet Massé y la investigación fue encomendada por el presidente de la Nación, Julio Argentino Roca y el ministro del Interior, Joaquín González.
El objetivo era sentar las bases para una legislación obrera y para eso se hacía indispensable 'conocer las condiciones en que se verifica el trabajo en el interior de la República; los resultados prácticos y experimentales de las diversas jornadas adoptadas, así como los higiénicos, morales y económicos de ellos y el descanso dominical en los ramos de la industria en que se hallan establecidos; la importancia y forma de las retribuciones y salarios y sus relaciones con la alimentación y alojamiento; las tendencias y resultados de las asociaciones gremiales que se han constituido en el interior' y 'conocer el estado de las industrias, las modificaciones que podrían sobrevenir en ellas por la implantación de las reformas que reclama el estado social actual y la mejor manera de ponerla en práctica, y especialmente conviene conocer con exactitud la situación de la clase trabajadora nativa, en comparación con la extranjera'.
Bialet Massé presentó su informe el 30 de abril de 1904.
En su prólogo decía que 'son rarísimos los patrones que se dan cuenta de que el rendimiento del trabajo es directamente proporcional a la inteligencia, al bienestar y a la alegría, sobre todo del obrero que lo ejecuta, y no al tiempo que dura la jornada, cuando esta pasa de su límite racional; y muchos menos los que alcanzan a comprender que manteniendo a sus obreros en la miseria, lo mantienen en la tendencia al vicio y al delito, que ellos pagan en último término'.
El capítulo nueve del texto está dedicado a la provincia de Santa Fe.
Su recorrido está dividido en veinticinco puntos que describen un mapa existencial del territorio: 'Allá, por el norte, se acerca a las regiones cálidas subtropicales, y millares de hombres de todas partes, venidos sin más ligamen que la idea común de las ganancias, destruyen sin piedad ni regla científica ni económica uno de los rodales del bosque más extensos y hermosos del continente americano', advertía el español.
Cuando habla del sur y centro de la provincia el clima de la prosa cambia: 'la agricultura lo ha invadido todo, y su exuberancia es tal que invade a su vecina Córdoba en ya muchos centenares de leguas; aquello no se puede llamar chacra, son leguas y leguas de chacras, que ni al paso veloz de los trenes se acaban en el día ni en la noche. Mares de todo, porque allí nadie se contenta con lo chico, lo quieren todo grande'.
Hace mención a la invasión de langosta de 1876 1880 y luego se sorprende por el crecimiento de la agricultura. 'Parece obra de hadas...', comenta el abogado que alguna vez trabajara para la Bolsa de Comercio de Rosario.
Apunta que el gobierno santafesino 'impulsa el movimiento progresista con buena voluntad y con un criterio digno de imitación' y señala a la 'Escuela Provincial Industrial' de Santa Fe como 'un modelo que deben imitar todas las provincias'.
Varias veces denuncia la opresión y la expoliación de las administraciones de las colonias 'de acuerdo con jueces de paz y comisarios locales'.
Califica a Rosario 'transformado en veinte años, de una aldea comercial en una de las ciudades más hermosas e higiénicas de Sud América', pero remarca la 'carestía de su mercado y la desigualdad hasta irritante de los impuestos'.
Sostenía que la clase obrera le llevaba una ventaja a los patrones divididos 'por el celo mercantil que impera sobre todo...no hay más relaciones que de comercio y cambio; el sentimiento no entra para nada; y como la clase patronal, surgida de la nada a la fortuna, no tiene la instrucción bastante para darse cuenta de los fenómenos sociales y menos de psicofisiología del trabajo y de las ventajas de cuidar bien al obrero, lo considera como mero instrumento útil y entiende que el obrero debe cuidarse a si mismo'.
Luego califica a la 'Refinería Argentina' como el establecimiento industrial más importante de Rosario 'y acaso de la República', hay 'todas las máquinas y artefactos de los sistemas más modernos y continuamente modifica e importa los últimos adelantos de la ciencia y del arte'.
Pero allí también había niñas trabajando, 'algunas estaban anémicas, pálidas, flacas, con todos los síntomas de la sobrefatiga y de la respiración incompleta; aquello debe evitarse', exigía.
Se repasaba la situación de los talleres de herrería y carpintería; las panaderías; las viviendas para los obreros sobre las que observa la necesidad que sean obra de 'gobiernos patriotas y progresistas, con el arma de la expropiación y el lote' y definía al conventillo como 'una cadena que se ata a la libertad humana, una ratonera que se arma al pudor y a la virtud del pueblo, un dogal a su progreso y redención'.
Repite que 'el trabajo de la mujer y del niño son por demás pesados y mal pagados; se abusa del trabajo a domicilio' y en relación al cableado telefónico apunta lo pesado que resulta para el género femenino.
También califica como abusivo el trabajo de las cigarreras y señala que la labor de las planchadoras 'es acaso el menos mal pagado en el Rosario, en donde hay numerosos talleres'. Critica la costura como una forma de semiesclavitud y reaparece el tema de la niñez al referirse a las actividades mercantiles cuando agrega que 'hay ya muchas niñas colocadas en el comercio como dependientes'.
En el punto 22 enfatiza su indignación al decir que 'el fenómeno social que requiere más atención en el Rosario es el de la educación y colocación de los niños...Esos niños del Rosario, esos niños de Santa Fe, son muchos miles de trabajadores que piden incorporarse de 6 mil y de 8 mil por año, al movimiento del trabajo, que tienen derecho a que se les incorpore con preferencia a todo elemento extranjero. Yo creo que si el partido socialista argentino tendiera su mirada más allá del Arroyo del Medio, tendría mucho patriótico que hacer, y sería un movimiento de opinión que llamara la atención de los poderes públicos sobre el estado social, que indicara a los capitalistas cómo dirigir su actividad, que levantara el espíritu público', se ilusionaba Bialet Massé.
Denunciaba la falta de agricultores en la zona de Villa Casilda, Reconquista, Esperanza, Rafaela, Villa Constitución y Cañada de Gómez: 'Aquí lo que hace falta son colonos agrícolas, y estos mismos requieren ya que se cambie un poco de sistema, porque está muy estrujado y le es difícil adquirir la tierra y aun arrendar'.
Por último vuelve su mirada sobre las autoridades de campaña que 'son realmente una calamidad; y se hace de esto arma política. Calamidad hija del desierto y de la guerra civil, aprovechada por mala educación política y la codicia; ha pasado por las mismas vicisitudes que el país. Todavía el comisario, el almacenero y el juez de paz forman la trinidad explotadora del colono, sobre todo si es analfabeto; todavía algunas administraciones de colonias, de obrajes, de ingenios, logran con recomendaciones o influencias que se nombren autoridades locales, que sirvan de instrumento interesado para la ejecución de iniquidades escritas en contratos leoninos; todavía los partidos procuran tener autoridades que hagan la vista gorda sobre los abusos electorales, a cuyo favor se cometen abusos de otro género, es muy cierto', denunciaba Bialet Massé un siglo atrás.
Opinaba que un comisario 'con treinta pesos de sueldo al mes, o es un abnegado patriota, lo que es raro, o es un explotador del puesto...que sumen los propietarios y el comercio los daños que les causa la mala justicia y verán que es hora de economizar gastando', añadía con lucidez.
Terminaba su capítulo santafesino muy lejos de la alegría desplegada en su inicio: 'Demasiado triste es la realidad para que haya que añadirle exageraciones. Desgraciadamente es común, y demasiado común, el contrato leonino, hecho con abuso de confianza; con engaño, para esquilmar al pobre colono; el capital no tiene entrañas, pero esto se ve en políticos de todos los colores, y no son pocos los que gritan porque a ellos les dieron en la punta de los dedos, quitándoles el poder de las manos, porque habían hecho de él arma de salteo contra el pobre; cosa muy mala cuando la hace el adversario, muy legítima cuando se dice que con ello se defiende el interés propio', concluía.
Cien años después, una recorrida por las principales ciudades de la provincia, por sus nudos conflictivos y por sus experiencias colectivas que generan esperanzas; es volver a trazar un mapa existencial santafesino a través del trabajo y su ausencia, con los progresos y las increíbles similitudes a lo planteado por Bialet Massé.
Un siglo ha pasado de aquel informe.
Las cosas cambiaron.
La pregunta es cómo.
'Yo me llamo Gastón.
A mi me dicen el Tonga.
Desde chico trabajé mucho.
Puse una verdulería con mi hermano y de última se fundió.
Salí a cirujear y como no me traía plata salí a robar.
Caí preso varias veces...
Conocí un amigo...me drogué...y salí a robar.
Hace poco que salí de estar preso.
Y ahora quiero hacer un banco. Quiero robar un banco.
Me voy a arriesgar así me paro para toda mi vida.
No quiero robar más estéreos, bicicletas, todas esas pavadas. Porque caés por alguna de esas pavadas y te matan a palo y prefiero robar algo grande y pararme para toda mi vida y que sea lo que Dios quiera. Porque si me matan a palo por una bicicleta no da la bocha.
Para comprarme una buena casa, tener mi familia bien.
Yo se que a mi familia no le gusta todo esto pero lo tengo que hacer porque no hay laburo en ningún lado...'
(Testimonio del vídeo 'Trabajo infantil', de los investigadores de la Universidad Nacional de Rosario, Jorge Kohen y Gustavo Bruffman).
Con sus 16 años, Gastón forma parte del universo de 111.810 jóvenes que viven en Santa Fe entre los 15 y 24 años que no trabajan ni estudian, según un estudio de la consultora Equis.
No tienen presente ni futuro porque no encuentran trabajo.
Porque el trabajo define el presente y la percepción del futuro.
Trabajo es sinónimo de futuro y de derechos humanos.
De allí la necesidad de hacer una geografía existencial de los 19 departamentos provinciales alrededor del trabajo.
Porque se conoce el presente y se avizora el futuro.
A cien años del 'Informe sobre el estado de la clase obrera' del español Juan Bialet Massé se hace indispensable realizar un mapa de la realidad laboral en la provincia.
Para saber algo más que lo que dicen y revelan las cifras oficiales sobre desocupación, cobertura de obras sociales y el último censo de 2001.
'Son rarísimos los patrones que se dan cuenta de que el rendimiento del trabajo es directamente proporcional a la inteligencia, al bienestar y a la alegría, sobre todo del obrero que la ejecuta, y no al tiempo que dura la jornada, cuando ésta pasa de su límite racional; y mucho menos los que alcanzan a comprender que manteniendo a sus obreros en la miseria, lo mantienen en la tendencia al vicio y al delito, que ellos pagan en último término', escribió Bialet Massé en 1904.
Cien años después, de acuerdo a los datos que revelan las Encuestas Permanentes de Hogares realizadas por el Instituto Provincial de Estadísticas y Censos revelan que la mayoría de las personas ocupadas en los aglomerados Santa Fe - Santo Tomé; Gran Rosario y Villa Constitución - San Nicolás trabajan más de diez horas diarias con salarios promedios que no superan los 400 pesos mensuales.
El 61 por ciento de las personas ocupadas en Santa Fe - Santo Tomé tienen ingresos por debajo de la línea de la pobreza; en Villa Constitución - San Nicolás trepan al 69 por ciento y en el Gran Rosario llegan al 56 por ciento.
Los años noventa produjeron una brutal concentración de riquezas en pocas manos, por un lado, y un notable deterioro en las condiciones laborales que naturalizaron formas delictivas de explotación laboral en la provincia.
Luego de recorrer los departamentos General Obligado, Vera, 9 de Julio, La Capital, Las Colonias, Rosario, San Lorenzo, Constitución, General López y Caseros; se verificaron casos de explotación sexual infantil, pago con vales, reducción a la servidumbre y negación de las mínimas normas de higiene industrial.
El presente escrito agrupa los estudios en una primera etapa histórica que resume el informe Bialet Massé en su capítulo dedicado a Santa Fe ante el cual aparecerán las relaciones lógicas con el presente; el desarrollo original del cordón industrial del Gran Rosario y una breve descripción en números de los años noventa y sus consecuencias en la política laboral aplicada en la provincia.
Luego siguen los testimonios que sintetizan la situación de los diversos sectores laborales económicos que conviven en la provincia: maestros, trabajadores rurales, enfermeros, metalúrgicos, obreros de la carne, empleados de comercio, gastronómicos, portuarios, albañiles, jubilados y periodistas.
También se hace mención a la concentración de riquezas en la provincia y se presentan los casos de ICI, en San Lorenzo, y Sadesa, en Esperanza, como los ejemplos de grandes empresas que descuidan el medio ambiente en directa relación con los accidentes laborales que se dan por decenas todos los días.
En el segundo estado argentino se constataron 95 accidentes laborales por día durante el año 2003, según la Superintendencia de Riesgos de Trabajo, mayoritariamente en las empresas que aún cuentan con un plantel que va desde los cien a los quinientos trabajadores. Medianas y grandes firmas que tienen con qué invertir en higiene y seguridad industrial y no parecen hacerlo.
En esas historias también se puede ver el recorrido del capitalismo en la provincia en los últimos cuarenta años: de la supuesta inclusión que proponía el modelo desarrollista a la deliberada construcción de masas de excluidos del neoliberalismo. En ese contexto se presenta el balance de una de las principales empresas y cómo duplicó los sueldos gerenciales al mismo tiempo que aumentaba la productividad de los empleados luego de un severo ajuste y después de congelar los salarios de los trabajadores.
Estas historias presentan, además, una suerte de geografía con ciudades y pueblos monoindustriales, donde todo lo relacionado con la vida colectiva e individual parece depender de la gran fábrica que estuvo o que todavía está.
Se muestran los estudios universitarios que respaldan cada una de las experiencias recopiladas, los últimos conflictos laborales constatados y las enfermedades originadas en la pobreza y la desocupación, como la endemia chagásica que afecta a casi 150 mil santafesinos.
Hay una mención crítica de las inversiones que se producirán en el llamado complejo oleaginoso del sur santafesino a la luz de estudios antropológicos y económicos.
Pero lo central del estudio es la realidad de los chicos y adolescentes santafesinos.
Esta es la urgencia social y política.
El verdadero tamaño de la deuda interna provincial.
Miles de muchachos que no estudian ni trabajan pero que no caen en el delito como muchos factores de poder sentencian.
Y esos testimonios están atravesados de la necesidad de una educación sistemática y parasistemática que venga de diferentes lugares de la sociedad, no solamente desde la escuela.
Cuando las cifras de aplazados en los exámenes de ingreso a las distintas facultades de la provincia aparecieron a principios de 2004, la hipócrita sentencia social cayó sobre la escuela media y los propios adolescentes, como si fueran una isla desquiciada en medio de un mar de bienestar, justicia social y valores solidarios.
Sin trabajo, no hay sensación de futuro ni tampoco de presente.
Es imposible enamorar a las nuevas generaciones de santafesinos con un compromiso responsable con sus propias existencias y con las de los demás.
Sin horizonte colectivo, las vidas individuales carecen de sentido.
Se vive sin sentido y se mata sin sentido.
Darle sentido a la vida cotidiana de miles de muchachos santafesinos es una tarea que comienza con el encuentro, la memoria que rescate proyectos, la justicia para aquellos que produjeron dolor y en abrir espacios de construcción colectiva de ideales.
Por eso también el informe finaliza con una serie de experiencias relacionadas con la esperanza y la salud mental de la población a través de empresas recuperadas como el molino arrocero de San Javier, viviendas populares construidas en pleno terrorismo de estado como sucedió en Reconquista y que vale como experiencia a imitar y la lucha de los integrantes de la juventud de la Federación Agraria Argentina por el 'Plan Arraigo'.
En todas las ciudades y comunas recorridas se constataron las limitaciones de la Secretaría de Estado de Trabajo y Previsión. 'Apenas sirve para decirle al trabajador cómo tiene que hacer un telegrama', dijo un dirigente sindical.
A pesar de los dichos oficiales que priorizan la educación y la salud, los maestros siguen ganando de salario inicial 141 pesos y los enfermeros de hospitales provinciales apenas algo más de 30 pesos, motivo central de las protestas que asomaron a principios de 2004 en la zona sur provincial.
Los trabajadores municipales de varias ciudades y comunas denunciaron maniobras extorsivas previas y posteriores a las elecciones del 7 de setiembre de 2003 con el objetivo de garantizar el voto como en épocas anteriores al yrigoyenismo.
El aumento del trabajo en negro, la marginación de los sindicatos, generó una mayor pauperización en las condiciones laborales y, por ende, un peor nivel de vida general en cada rincón de la provincia.
Si el poco trabajo que existe presenta cuadros de explotación y abuso, no hay cultura de trabajo. Ya no existe aquel sueño que identificó a miles de argentinos: ser feliz a partir del trabajo. No hay sentido ni perspectiva de futuro.
Si no hay cultura del trabajo, existe una subcultura que justifica sobrevivir a cualquier precio.
El vivir sin sentido multiplica muertes sin sentido.
Mientras el gobierno nacional alardea del crecimiento de los índices de la construcción, un albañil gana 1,14 pesos por hora, mientras un buen martillo que le servirá para la tarea cuesta entre 60 y 80 pesos.
En forma paralela al boom de la soja, miles de familias del norte, centro y sur santafesino emigraron hacia las villas de las principales ciudades de la provincia.
En la cuña santafesina un productor recibe 80 centavos por un chivito, mientras que para las fiestas de fin de año un kilo del animal se cotiza a más de cuatro pesos.
El reciente conflicto de la Cervecería San Carlos demuestra cómo los trabajadores deben hacerse cargo de los negociados de antiguos empresarios que siguen libres y con poder mientras los obreros están a punto de caer en el agujero negro de la desocupación.
Y también se demuestra cómo una industria símbolo de la comunidad puede tornarse invisible para los propios hijos de la región por obra y gracia de la cotización de la soja. Habrá que preguntarse, en caso del cierre de la cervecería, ¿qué pasará dentro de algunos años cuando la soja no rinda como en el presente?. ¿No se arrepentirán los habitantes de San Carlos Sur de dejar tan solos a los trabajadores de la empresa fundada en 1884?.
Se habla de la reactivación del puerto rosarino, pero solamente hay 200 trabajadores efectivos cuando en 1975 sumaban quince mil.
Los planes Jefas y Jefes de Hogar no lograron generar cultura de trabajo sino una profunda creencia de dependencia de los poderes municipales y comunales.
Cien años atrás, Bialet Massé escribió con respecto a la provincia de Santa Fe que 'desgraciadamente es común, y demasiado común, el contrato leonino, hecho con abuso de confianza; con engaño, para esquilmar al pobre colono; el capital no tiene entrañas; pero esto se ve en políticos de todos los colores, y no son pocos los que gritan porque a ellos les dieron en la punta de los dedos, quitándoles el poder de las manos, porque habían hecho de él arma de salteo contra el pobre; cosa muy mala cuando la hace el adversario, muy legítima cuando se dice que con ello se defiende el interés propio', sostuvo el español.
Las proclamadas nuevas inversiones suenan millonarias pero son escasas dadoras de mano de obra y en los comercios -una de las actividades que más personas ocupan en todos los aglomerados- se denunciaron casos de despidos por embarazo.
No se trata de un simple informe económico.
Aquí está la necesidad de recuperar la palabra del trabajador como primer elemento de identidad personal y colectiva. Como primer elemento de dignidad.
Porque si los tiempos de la recuperación de fuentes laborales no son iguales a las urgencias existenciales, si puede resolverse de inmediato el problema de la actitud de la clase dirigencial de generar espacios en los que las distintas generaciones de trabajadores expresen sus necesidades, compartan sus proyectos, frustraciones y construcciones y produzcan la recreación de la autoestima saqueada.
Es cierto que no se puede pedir fuentes laborales en lo inmediato.
Si, en cambio, se puede hacer circular la voz y la historia de los trabajadores de cada región santafesina como manera de recuperar identidad y dignidad, como fuera dicho más arriba.
Eso, hasta hoy, no se hizo.
Por eso en este informe lo cultural también está presente.
Los dolores y las enfermedades que generó el despido indiscriminado, la reconversión industrial y la desocupación deben tener una salida política porque su origen fueron las políticas económicas de concentración de riquezas y exclusión que se impusieron desde arriba.
Hay sin embargo, espacio para la esperanza.
Lo generan organizaciones sociales y los propios trabajadores que recuperaron empresas luego del devastador paso de los años noventa.
Entre 1989 y 1998 se reconvirtieron y cerraron 1.701 empresas en la zona sur de la provincia.
Pero solamente veinte de ellas, menos del dos por ciento, echaron 45 mil trabajadores a la calle.
El 40 por ciento de la desocupación actual en la zona sur santafesina y el 85 por ciento de la desocupación entre los que tienen más de cuarenta años.
No es verdad que la desocupación fue un flagelo divino.
Si no la deliberada maniobra para mantener los márgenes de ganancia de ciertas grandes empresas bajando costos laborales y disciplinando a los nuevos trabajadores para que ganen mucho menos que lo merecido.
Ese fue uno de los códigos de los años noventa que hasta hoy se mantiene impune.
Escuchar las voces del pueblo trabajador santafesino es darle encarnadura a las cifras pero también en esas palabras aparecen las respuestas a los por qué del presente.
En esa memoria oral está la huella de la evolución política, económica y cultural de los últimos cuarenta años.
Y también dicen esas palabras de trabajadores, ocupados y desocupados, jóvenes y viejos, quiénes fueron los responsables del dolor.
Es necesario hacerse cargo de ese dolor desde la función política para que comience a recuperarse la credibilidad en la instituciones y recrear la necesaria militancia como factor de sentido colectivo y existencial para las mayorías.
El recorrido por algunas ciudades y comunas de distintos departamentos de la provincia marca la negación de la Constitución Provincial sancionada a principios de los años sesenta, cuando comenzaba a florecer lo que después se convertiría en el cordón industrial del Gran Rosario.
El preámbulo de la carta magna santafesina dice 'impulsar el desarrollo económico bajo el signo de la justicia social'.
La deuda interna santafesina que surge del registro de lo que sucede en la existencia diaria de los que trabajan, demuestra la inversión de este concepto.
La concentración de riquezas en pocas manos y su correlato, la multiplicación de la desocupación y pobreza, trajeron la precarización laboral, el exilio de los chicos de las escuelas, la contaminación ambiental, las enfermedades derivadas de la pobreza, la dependencia del poder político semifeudal que se verificó en distintas comunas y diferentes municipios, la pauperización salarial y una brutal brecha social entre los que tienen mucho y los que nada tienen.
Suena a ficción metafísica parte del artículo 20 de la Constitución Provincial cuando dice que 'la provincia, en la esfera de sus poderes, protege el trabajo en todas sus formas y aplicaciones y, en particular, asegura el goce de los derechos que la Constitución y las leyes nacionales reconocen al trabajador. Reglamenta las condiciones en que el trabajo se realiza, incluso la jornada legal de trabajo y otorga una especial protección a la mujer y al menor que trabajan'.
El repaso de las noticias aquí volcadas convierte en letra muerta aquel texto de principios de los años sesenta.
Pero el tema es el futuro.
Son los 111 mil muchachos que no estudian ni trabajan.
Los que no encuentran un sentido existencial porque el trabajo ha perdido sentido.
Es indispensable una política estatal provincial que reivindique el derecho laboral y el respeto por los trabajadores como primer paso hacia la recuperación del sentido colectivo de la ciudadanía santafesina.
Hablar del trabajo es darle entidad efectiva y cotidiana a los derechos humanos y al futuro.