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Argentina: La lucha continúa

Alrededor de 20 trabajadores llevan a cabo una de las experiencias más australes de la Argentina

El caso de la Harinera Confluencia y el control obrero


Por Marcelo García*
Publicado en la revista "Marxismo Vivo"

* Periodista integrante del programa radial de Comodoro Rivadavia denominado "El cielo por asalto" e investigador del Centro Regional de Estudios Económicos de la Patagonia Central.


La Harinera Confluencia es una de las únicas experiencias de control obrero que existen en la Argentina y además es la fábrica más austral de este tipo. Unos 20 trabajadores del sector pesquero de la localidad de Caleta Olivia –provincia de Santa Cruz- vienen dando un ejemplo importante de cómo los obreros pueden ponerse al frente de una empresa para controlar su administración, producción y economía. Estos laburantes llevan casi un año desde que recuperaron por intermedio de la lucha la fábrica y ahora perciben los salarios más altos del sector, además de haber contratado a 8 desocupados. También pusieron en marcha un nuevo sindicato llamado Asociación de Trabajadores de la Industria Pesquera.

"Nosotros no pretendemos convertirnos en una gestión obrera, queremos seguir codirigiendo la fábrica para después pedir la estatización bajo nuestro control", así resumió Hugo Iglesias –obrero de la Harinera Confluencia- el futuro que le están diseñando a una de las experiencias obreras más australes de la Argentina, que se enmarca en el profundo y rico proceso que viene dando desde la insurrección del 19 y 20 de diciembre de 2001.
El de la Harinera Confluencia es uno de los más significativos de los últimos tiempos en la Patagonia Argentina porque engloba varios elementos de importancia. La pequeña fábrica de procesamiento de desechos de pescado es la única en su tipo en la provincia de Santa Cruz –región que fue gobernada por el actual presidente justicialista Néstor Kirchner-, está ubicada en la localidad de Caleta Olivia –en el norte santacruceño- y hasta hace poco menos de un año estaba absolutamente cerrada y sin efectuar ningún tipo de producción.
A partir de la lucha iniciada por un grupo de trabajadores desocupados de la vecina ciudad de Comodoro Rivadavia y de los obreros paralizados de la harinera, la manufacturera comenzó a producir a un buen ritmo y de los 12 empleados que tuvo a lo largo de su historia hoy da trabajo a 20 personas, ocho de las cuales eran desocupados, sus salarios mínimos son de 800 pesos mensuales (275 dólares) y hasta ascienden a los 1.500 pesos (520 dólares).
La Harinera Confluencia se ha convertido en un ejemplo de lucha y organización de la clase obrera patagónica que está marcada a fuego por la historia de los peones rurales –patagónicos y extranjeros- que en la década de 1920 llevaron a cabo una de las huelgas obreras más trascendentes de la Argentina, en la búsqueda de mejores condiciones laborales como la reducción de las horas de trabajo y la traducción al castellano de las instrucciones de los botiquines de emergencia, y que terminó con el trágico saldo de cientos de huelguistas fusilados por el teniente coronel Varela, quien actuó respondiendo las órdenes dadas por el entonces presidente nacional Hipólito Irigoyen.

La lucha contra la "esclavitud"

Lo que en la actualidad está sucediendo en Caleta Olivia no se puede comprender si a priori no se analiza la realidad de los trabajadores del sector pesquero de la región. Al momento de ser escrita esta nota, los obreros de las pesca conseguían un importante triunfo contra una de las patronales multinacionales más grandes de la región.
El conflicto suscitado entre los fileteros de un par de pequeñas cooperativas se inicio aparentemente por el atraso en el pago de las quincenas salariales, pero en realidad las motivaciones concretas estaban en la profundidad de las vivencias de los obreros. En Caleta Olivia, al igual que en muchos otros puntos del país, los trabajadores de las pesca se desempeñan en condiciones verdaderamente infrahumanas y en algunos casos rozan a la esclavitud laboral.
"El tema de los malos tratos tiene que ver con que los patrones se dirigen al personal como si fueran reyes. Hay mucha soberbia a la hora de dirigirse a los trabajadores. Producto de la falta de fuentes laborales estos tipos de aprovechan y te tratan como esclavos, solamente les falta el látigo", reveló Patricia, una de las obreras que dirigió el reciente conflicto que propiciaba la mejora en las condiciones laborales y salariales.
La filetera de la cooperativa El Delfín Azul añadió que muchos de los fileteros deben comer en los baños, sin tiempo para alimentarse como corresponde; las obreras deben soportar todo tipo de humillación por parte de los administradores y jefes, pero lo que es peor aún es el trabajo a destajo. Tal como sucedía en los principios del siglo pasado los trabajadores de la pesca deben producir durante 10 o 12 horas diarias para obtener sueldos que apenas si llegan a los 600 o 700 pesos (200 o 240 dólares mensuales).
Esas condiciones laborales que propiciaron una de las más valiosas victorias de los últimos tiempos tiene un correlato directo con la búsqueda de los trabajadores de la harinera que fueron artífices de cambios profundos en el régimen laboral de Confluencia y ahora ellos deciden junto al patrón cómo y de qué manera se utilizan las ganancias.

Los orígenes y la recuperación

La recuperación por parte de los trabajadores de la Harinera Confluencia está muy ligada a la Coordinadora de Trabajadores Desocupados (CTD) de Comodoro Rivadavia, que forma parte del Bloque Piquero Nacional -uno de los sectores más combativos y programáticos de los excluidos laborales de la Argentina- y también al FOS (Frente Obrero Socialista).
La CTD venía peleando desde hacía casi dos años por la obtención de trabajo "digno", es decir no subsidios de 150 pesos sino puestos laborales estables y con salarios más altos. Así fue como en agosto del 2002 los desocupados tomaron las instalaciones de la planta de distribución de combustible de Repsol-YPF. El reclamo fue que la mayor productora petrolera de la región y el país fuera quien aportara los fondos para la generación de trabajo "digno". Y así sucedió, la petrolera contrató a casi un centenar de desocupados.
Este hecho fue que el desencadenó que el propietario de la Harinera Confluencia (Víctor Trocki) tomara contacto con los miembros de la CTD y les propusiera que "juntos" lograran reactivar la planta para ponerla a producir.
Daniel Guaman, uno de los desocupados comodorenses y miembro del FOS que intervino en las negociaciones con Trocki, relató que "ante el planteo de recuperar la planta nos fijamos como meta hacerlo con los obreros que habían trabajado allí, aunque nos generó muchas dudas porque es muy raro que un patrón haga propuestas de ese tipo, pero la verdad es que nos pusimos a ver qué hacíamos y cómo íbamos a manejar la fábrica porque no teníamos mucha experiencia en ese tipo de acciones".
Hacía casi dos años que la harinera estaba absolutamente paralizada y embargada por los acreedores, ya que poseía una deuda cercana a los 90.000 pesos, los que estaban fundamentalmente constituidos por servicios públicos impagos.
En septiembre del 2002 se iniciaron las protestas de obreros de la fábrica y de un grupo de desocupados comodorenses. Con quema de cubiertas, cortes de ruta y movilizaciones a la Municipalidad de Caleta Olivia –que dicho sea de paso se opusieron férreamente a la reapertura de la harinera-, los trabajadores consiguieron revertir las medidas judiciales. Los manifestantes firmaron un acuerdo con la Justicia, la Municipalidad y el patrón para ir saldando la deuda en cuotas y reabrieron las puertas de Confluencia.
Tras la firma de los acuerdos y luego de conseguir la reapertura de la fábrica, unos 17 obreros comenzaron a poner en funcionamiento la harinera y para finales del año 2002 Confluencia ya estaba nuevamente en movimiento y sus laburantes pudieron llevar a sus hogares el primer sueldo.
Paralelamente, un sector de los trabajadores de Confluencia puso en marcha un nuevo sindicato alejado de la estructura burocrática. La Asociación de Trabajadores de la Industria Pesquera (ATIP) se planteó como meta agrupar a todos los trabajadores de la pesca sin distinguir la función que cumplen y tras el conflicto laboral suscitado en junio de este año lograron pegar el salto enorme ya que se afiliaron algo más de 200 obreros del sector.
A partir de esta nueva estructura sindical los obreros de Confluencia difunden esta experiencia ente el resto de los trabajadores de la pesca y de los demás sectores productivos de la región.

El control obrero

Hugo Iglesias es uno de los obreros más inexpertos de la harinera, antes de dedicarse al procesamiento de la harina de pescado supo ser profesor de literatura –además milita en el FOS-, no obstante igual ha aprendido su tarea fabril y en parte se ha convertido en el vocero público de este grupo de trabajadores que ya comienzan a romper el anonimato de su experiencia y a la vez son vistos como bichos raros a los que muchos se les ocurre imitar.
"Todas las fábricas recuperadas tienen como característica en común que los trabajadores las pusieron nuevamente a producir y no lo hicieron los patrones. Esta fábrica es diferente a las demás del país porque acá no hay gestión obrera, nosotros aún hoy convivimos con el patrón. Lo que hay en nuestra fábrica es control de los trabajadores y eso es lo que nos diferencia del resto", resumió Iglesias.
El concepto de control de los trabajadores está relacionado a que justamente sean los obreros quienes intervengan de manera directa en las decisiones de la fábrica, sin que eso signifique se conviertan en dueños de la misma. Esto significa que cada vez que la patronal adopta alguna medida en los aspectos productivos, administrativos, económicos o laborales, los obreros se reúnen en asamblea y debaten sobre el objeto a decidir.
"Esta situación que se vive en la harinera es de doble poder, por un lado la patronal busca hacer su negocio y por el otros nosotros nos interponemos para nos ser avasallados por ellos. Esto genera un conflicto permanente, que no se expresa de manera manifiesta", acotó el ex profesor de literatura.
Los obreros de Confluencia han tenido que aprender mucho, no solo a procesar los desechos de pescado, sino esencialmente a comandar una fábrica. Aunque esta harinera es pequeña la tarea no es sencilla porque tuvieron que aprender a manejar la contabilidad y leer los libros de la economía fabril; proyectar y diseñar los esquemas de producción; salir a buscar materia prima para que la empresa funcione; conformar la plantilla de personal sin caer en la incorporación excesiva de trabajadores; discutir cuál es el valor más acertado para los sueldos en una realidad como la que vive la harinera en la actualidad; etc.
No les fue fácil a los obreros de la harinera comprender que lo que estaban haciendo era llevar adelante un control obrero, entre este concepto y el de gestión obrera había una confusión que a través del paso del tiempo y de la experiencia cotidiana el dilema teórico se fue resolviendo con la práctica.
Para Iglesias este proceso de la harinera de Caleta Olivia no se puede comprender si no se analiza el contexto nacional y lo que venido sucediendo en el país desde diciembre de 2001. "En la Argentina hay una situación revolucionaria donde las masas empiezan a ver que el sistema es capaz de resolverle los problemas. En un país donde estamos acostumbrados que cualquier patronal quiebra la empresa, hace sus grandes negociados y después se va dejando a todo el mundo en la calle, cuando los laburantes recuperan la fábrica ya no confían en los patrones o en el sistema y por eso se ponen ellos mismos al frente de la situación. Esto significa que los laburantes no hacen avances teóricos sobre el control obrero, sino práctico", remarcó.
Los trabajadores de Confluencia vienen ejerciendo el control obrero hacia la patronal, pero también hacia el interior de los asalariados que conforman la harinera.
"Nosotros sabemos muy bien que no solamente hay que controlar al patrón y que debemos decidir sobre el control de la fábrica, sino que también los laburantes tenemos en claro que cada uno debe cumplir un rol que es vital para la producción. Si esto no sucede, nos reunimos en asamblea y a veces somos más duros que el patrón, porque si nos permitimos que no se cumplan las cosas resueltas en asambleas nos perjudicamos todos", reveló el obrero Gustavo Vera.
Asimismo que se viene educando a los trabajadores en la metodología de la producción controlada y en varias oportunidades se produjeron casos de laburantes que cometieron faltas graves, pero se les explicó la importancia de lo sucedido y esa situación se modificó.
Cuando se le consultó a Vera si las perspectivas son que Confluencia se convierta en una fábrica autogestionada por los trabajadores, tomando como elemento central los conflictos internos de los que hablaba Iglesias anteriormente, señaló que "nosotros no queremos que la fábrica sea de los trabajadores, buscamos que se haga cargo el Estado bajo el control de los trabajadores. Queremos que todas las fábricas sean estatales y que los laburantes las controlemos". Mientras tanto Iglesias agregó que "debemos tener muy en claro que el futuro de la harinera no depende exclusivamente de lo que hagamos los 20 trabajadores, sino que está directamente unido al destino que tenga la revolución argentina".