Argentina: La lucha continúa
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FALTA GAS EN UN PAIS EXPORTADOR: LA DECADENCIA DEL MODELO
Por José Rigane
*LA CRISIS ENERGÉTICA ARGENTINA
La actual crisis energética del país se viene manifestando desde hace tiempo: cortes continuos de electricidad en muchas ciudades, apagones extensos en las grandes urbes, suba constantes de los precios de los combustibles líquidos arrastrados por los vaivenes internacionales sin tener en cuenta los costos nacionales, reciente aumento de la tarifa del gas natural sin esperar la realización de las audiencias públicas como lo establece la norma legal vigente, suba de la factura de la electricidad en forma retroactiva sin cumplirse tampoco con las condicionalidades normativas, incumplimiento del respeto debido al medio ambiente por las petroleras, etcétera.
Estas son algunas de las manifestaciones importantes que muestran que el modelo energético neoliberal se mantiene consolidado. Y ahora también aparece otro efecto pernicioso de este modelo, y se exhibe con mucha crudeza: falta la provisión de gas natural y se espera que no haya alguno de sus productos derivados, como el GNC.
¿QUÉ PASA CON EL GAS ARGENTINO?
La contestación es elemental: sencillamente, y gravemente, ahora se hace público que los argentinos no tenemos gas, y que no lo tendremos en los próximos meses del invierno, cuando en nuestras casas utilicemos gas natural para la calefacción, y haya otras demandas provenientes de las usinas térmicas, y de las industrias demandantes en los meses fríos.
Ante este problema creciente, que se sabía pero que no se informaba desde hace mucho, se imaginaron muchas explicaciones, cientos de argumentaciones dadas a las apuradas por la tecnocracia energética que justificó el modelo, que siempre quiso creer que de las inversiones de Gas del Estado disfrutarían hasta el fin de sus largas concesiones.
Muchas justificaciones pero razón hay una sola: las privatizadas no invirtieron ni invierten porque no les interesaba proveer este recurso natural a un pueblo sin trabajo, sin inclusión social y sin capacidad de demanda. El modelo afirma: para los pobres el gas caro (GLP o gas de cocina) y para los demás el gas natural siempre que no haya que realizar inversiones nuevas, ni grandes mantenimientos de las viejas.
Hay una sola razón del faltante del gas: no hubo ni hay las inversiones que se necesitan, porque, repito, el modelo dice que se invierte solo cuándo y dónde la rentabilidad financiera privada no corre riesgo, sin importar el beneficio social de toda la población.
Es por eso que desde la privatización no se erigieron los gasoductos que hubieran satisfecho la demanda nacional: la contracara de este menoscabo fue la construcción de 9 gasoductos destinados exclusivamente a la exportación del gas argentino.
Pero después de esta larga década de privatización sin inversiones en el transporte de gas, se agrega el hecho de que las petroleras decidieron no invertir en la exploración de yacimientos que aseguraran la demanda presente y las reservas para el futuro. Si es de mucho cuidado que no se construyeran gasoductos, resulta impresionante que no se invirtiera en la exploración de gas y petróleo: es manifiesto que cuando se comparan los escasos pozos nuevos realizados en 2003 y 2004 (a pesar de la suba del precio internacional) con los que, en promedio, se hacían cuando existía la Y.P.F. nacional
YA NO HAY TIEMPO