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13 de junio del 2002
Entrevista con Gary Gardner, Director
de Investigaciones del WorldWatch Institute
"Bush no cambiará su política medioambiental y Europa tendrá
que tomar el liderazgo mundial"
Ana Muñoz y Marta Caravantes
El WorldWatch Institute de Washington, uno de los centros de investigación más importantes del mundo, acaba de presentar su informe anual, en esta ocasión dedicado a la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible a celebrar en Johannesburgo el próximo mes de agosto. El informe analiza lo ocurrido en la última década desde la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro y alerta de los escasos progresos obtenidos. "No sólo no se han resuelto los problemas sino que muchos de ellos se han agravado", explica Gary Gardner, Director de Investigaciones del WorldWatch Institute.
Cada año, el WorldWatch Institute de Washington elabora un informe sobre la situación del mundo. ¿Cuál es la novedad más importante del año 2002?
Es la primera vez que el Instituto dedica uno de sus informes a un evento concreto. En este caso, a la Cumbre de Desarrollo Sostenible que se celebrará en Johannesburgo durante los meses de agosto y septiembre. En el Informe se tratan muchos de los temas que aparecerán en la Cumbre: la agricultura orgánica, el cambio climático, la población, las sustancias tóxicas... Sin embargo, el mensaje esencial que tratamos de transmitir es que hay que poner en marcha medidas urgentes para conseguir un desarrollo sostenible. Durante la década de los 90 hemos aprendido mucho y hemos logrado definir los retos para llegar a ese desarrollo, sin embargo los logros han sido muy pocos e, incluso, muchos de los problemas se han agravado durante estos años.
Habla de problemas que no han mejorado en absoluto. ¿Cuáles son?
Uno de los más graves es el cambio climático. En este sentido, en la Cumbre de Río de Janeiro de 1992 se prometió reducir las emisiones de gases invernadero. La ONU declaraba que era necesario reducir entre un 60 y un 80% las emisiones de dióxido de carbono. Sin embargo, en los últimos diez años, las emisiones mundiales de este tipo de gases han aumentado en un 9%. Se está muy lejos de conseguir los objetivos para poder estabilizar el clima. La escasez de agua es otro de los problemas que se agravan cada día más. Mil millones de personas no tienen aún acceso al agua potable y los acuíferos están sobreexplotados. Un 10% de la superficie de cereales cultivada se mantiene gracias a la sobreutilización de los acuíferos. Así, en 10 ó 20 años no habrá acceso a esos cultivos. El tema del agua se agrava aún más si nos damos cuenta de que muchos de los grandes ríos están dejando de llegar al mar por la sobreexplotación del agua dulce, como ha ocurrido con el Río Grande (EE.UU) o el Río Amarillo (China). Sin duda, éste es uno de los grandes retos para la sociedad internacional. También es alarmante la situación de las especies. En los años 90 se ha producido la primera extinción masiva desde los dinosaurios hace 65 millones de años.
Plantea una visión muy pesimista del futuro...
No del todo, pues tenemos tendencias que también nos mueven al optimismo. Por ejemplo, hay un aspecto positivo en estos diez últimos años: el progreso en el campo social. Ha disminuido la mortalidad por causa de enfermedades como el sarampión (26%), la diarrea (28%), la tuberculosis (19%) y la neumonía (10%), que son cuatro de las seis enfermedades más contagiosas del mundo. Pero este optimismo es limitado pues el porcentaje de mortalidad a causa del sida ha aumentado un 800%. Esto ha provocado que las buenas cifras anteriores queden olvidadas. Todos los beneficios logrados han quedado aniquilados con el aumento del sida.
La educación es otro ámbito en el que, según el Informe, no se ha avanzado mucho.
En la década pasada quedó claro que la educación no sólo es un derecho de los niños, también de los adultos. Una sociedad formada es una sociedad que se preocupa por la salud, por la estabilidad de la población, por los derechos... En la reunión de la UNESCO en Tailandia (1992) se abogó por el acceso universal a la educación, por la reducción del analfabetismo en un 50% para el año 2000 y la igualdad educativa. Sin embargo, lo conseguido ha sido poco. Aún una de cada seis personas no sabe leer y la reducción es muy lenta. Pero la peor parte es la de las mujeres, el analfabetismo entre el sector femenino ha aumentado.
Si la situación es tan grave, ¿por qué no se concreta un compromiso real de empresas, gobiernos y sociedad por superar estas cifras?
Para que se produzca ese compromiso es esencial que se de un cambio en el modelo de desarrollo, en los métodos de producción y de consumo y al mismo tiempo una transformación de la conciencia social. Hay una contradicción total entre la política de la Organización Mundial de Comercio y la protección del medio ambiente. Hay que cambiar la idea de que los recursos naturales son inagotables y para ello es necesaria una educación en valores solidarios y ecológicos. En este sentido, la postura europea es muy interesante. Son muchos los proyectos que se están poniendo en marcha, sobre todo, en los países nórdicos, como los programas de reciclaje. Hay muy pocas empresas que se den cuenta de los problemas que acarrean sus actividades pero algunas ya están cambiando de mentalidad. Por ejemplo, una petrolera estadounidense ha demostrado que es posible la reducción de los gases de efecto invernadero sin que tuviera costes que la llevaran a la quiebra. Las transformaciones no son sencillas, pero hay que intentarlo.
¿Cómo ve la postura de EEUU?
Hay muchos sectores en mi país que creen que se produciría un desastre económico si las leyes para cuidar el medio ambiente fueran mucho más duras. En Estados Unidos todavía no hay una conciencia ecológica. La población y el gobierno no se han dado cuenta de la importancia que tiene la elaboración de un plan de crecimiento sostenible.
¿Hay alguna posibilidad de que la Administración Bush en los próximos años suscriba los acuerdos de Kioto?
Rotundamente no. El presidente Bush no va a cambiar su política medioambiental. Las esperanzas hay que encontrarlas en la política más local ya que algunos Estados, como California, sí están tomando medidas, para la reducción de emisiones de dióxido de carbono.
¿Teme, de alguna manera, que Estados Unidos pueda boicotear la cumbre de Johanesburgo?
Parece ser que en la agenda de Bush no está prevista su visita a Suráfrica. Esto es un alivio. Además, Europa está haciendo un buen trabajo en este sentido y debe mantener su posición firme para que el resto de los países la tomen de ejemplo. Europa tiene que hacer frente a Estados Unidos y encabezar el liderazgo del mundo en la defensa del medio ambiente y el desarrollo sostenible.
¿Se plantearán medidas prácticas en Suráfrica?
Los temas a tratar aún se están discutiendo. No es probable de que se plantee la firma de nuevos tratados pues queda mucho por hacer de lo acordado en Río. Se intentará llevar a la práctica la famosa Agenda XXI, que salió en Brasil.
Para el caso particular de Latinoamérica, ¿cuáles son sus mayores retos ambientales?
En mi opinión tiene tres grandes desafíos: reducción de la contaminación -sobre todo en grandes ciudades como México-, realizar un plan para mejorar el aprovechamiento del agua y poner fin a la deforestación del Amazonas.
Muchos expertos hablan del desastre ecológico que podría provocar el desarrollo de China al modo occidental, ¿son datos alarmistas o debemos estar preocupados?
Hay que tener mucho cuidado cuando se critica los avances de los países en vías de desarrollo. Es cierto que algunos informes explican que se necesitarían tres planetas como el nuestro si todo el mundo consumiera al mismo ritmo que Estados Unidos. Bien es cierto que según diversas investigaciones del WorldWatch para poder atender las necesidades chinas de cereales en un futuro, el stock de cereales mundiales se acabaría e, incluso, habría problemas de desabastecimiento. No obstante, no hay que ser alarmistas.
¿Cuál debe ser el papel de las ONG en todo este movimiento a favor de un desarrollo sostenible?
Las ONG son una nueva fuerza y una esperanza para sensibilizar la conciencia del mundo. El movimiento creado por estas organizaciones no tiene precedentes y ha sido vital para conseguir determinados objetivos. Por ejemplo, gracias a ellas existe un tratado contra las minas antipersonales, apoyado por más de 600 organizaciones. En la actualidad hay alrededor de 2.400 ONG que piden ya formar parte de los procesos de decisión en temas de medio ambiente y desarrollo. Una de las grandes apuestas de Johanesburgo es permitir que las ONG sean parte del proceso oficial.