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LA RAZON O SINRAZON DE ATACAR A ARAFAT
Horrores de la guerra
Atilio Boron *.
Una escalada demencial
Esta ofensiva se enmarca en la línea dura internacional que lanzó el gobierno norteamericano el 11 de setiembre y facilitó que los halcones -en el caso de Israel– redoblaran su apuesta, contando con el apoyo irrestricto de EE.UU. para cualquier tropelía en los territorios árabes ocupados y en Palestina. Evidentemente, hubo acciones terroristas injustificables, pero ese terrorismo es en respuesta a algo que ocurrió mucho antes, el desalojo del pueblo palestino de un área donde habían estado durante miles de años, y la conformación en ese territorio de un nuevo Estado. ¿Hasta donde va a llegar Israel con esto? Es una escalada demencial que va en contra de los intereses del pueblo judío, que tiene que tener su Estado. La pretensión de algunos fundamentalistas árabes de negarle el derecho a los judíos a tener su Estado es absolutamente inaceptable, de la misma manera que es inaceptable la negación de que los palestinos puedan tener el suyo. En la medida en que esto no se resuelva, la desesperación de los palestinos los llevará cada vez con más fuerza a optar por la vía terrorista, que fue la que utilizaron los antiguos colonos judíos para tener su propio Estado. Israel tiene que plantearse seriamente un proyecto de paz con los palestinos y evitar las acciones que la derecha israelí viene favoreciendo, la militarización del conflicto. En ese sentido, Israel tendría que sentarse a hablar con Arafat para ver de qué manera se pueden establecer bases firmes para un Estado palestino en serio, con autonomía plena, como tiene que tener cualquier Estado, y a partir de ahí desalentar la acción de los grupos más extremistas, una tarea enorme tanto en Israel como en Palestina. Israel no va a poder resistir indefinidamente sobre la base de su superioridad militar, tiene que buscar la paz y va a ser el Estado más favorecido con la paz. Cuando el enemigo está dispuesto a inmolarse, hay que repensar la guerra.
* Sociólogo.
Carlos Escude * .
No hay paz sin guerra
Lo que está ocurriendo en Israel es el desenlace de la persistente campaña terrorista palestina y del adoctrinamiento de sus medios de comunicación. Por la historia de las últimas semanas, creo que es evidente que si Arafat representa los deseos de paz que dice representar, ya no domina a las organizaciones a las que debe dominar para ser un interlocutor útil en la negociación de paz. Mientras tanto, el ejército israelí responde ante lo que está puesto en juego: la supervivencia de su Estado. En ese sentido, la ocupación de los territorios podría ocurrir como parte de la dinámica de este proceso. Si Israel se limita a hacer lo que ya hizo en Ramalá y después no sigue avanzando, probablemente venga una retaliación palestina que lleva a cabo 20 ataques terroristas en un día. Como se quiere evitar eso, es posible que sigan avanzando. Pero tal vez la postura sea un poco maquiavélica y decida parar. ¿Para qué? Para ver qué hacen los palestinos. Y cuando se produzcan los 20 ataques, se producirá una excusa para seguir avanzando. Lo único que demuestra esto es que, desde el punto de vista israelí, la paz es imposible sin la guerra. Porque si tratan de negociar, los atacan con terroristas. Si Israel responde a esos ataques de una manera moderada, la respuesta es otra vez ataques terroristas, hasta que se termina en una guerra total. Los que predican la destrucción de Israel son un sector del pueblo y las autoridades palestinas. Los que llevan a cabo los ataques son palestinos y otros islámicos. Frente a esto, trátese de Israel o Estados Unidos, hay derecho a la defensa. Si frente a una defensa moderada vienen más ataques, no se puede acusar a Estados Unidos o a Israel de estar buscando los ataques para tener una excusa para la guerra. Esta es la dinámica de lasescaladas. Pero quien está suministrando el combustible para las escaladas son las organizaciones palestinas que siguieron llevando a cabo ataques terroristas a pesar de lo que decía Arafat, a pesar de los intentos norteamericanos por consolidar conversaciones serias y a pesar de lo que estaba ocurriendo en la cumbre de los países árabes. Eso explica que un pacifista como Shimon Peres no se haya ido del gobierno de Sharon, porque otra solución no es posible.
* Especialista en temas
internacionales,
ex jefe de asesores de Di Tella.
Sergio Widder *.
Fue Arafat que no quiso
En la medida en que desde la Autoridad Palestina no se ponga coto a los grupos terroristas que promueven los ataques suicidas, es imposible que se detenga esta violencia. Porque las acciones que está llevando adelante el ejército de Israel son cuestión de autodefensa. Creo que se llegó a esta situación porque Arafat no pudo o no quiso frenar a estos grupos, porque Arafat tuvo la oportunidad de firmar la paz con Barak y no quiso hacerlo, porque para él era más sencillo ponerse en el lugar de víctima que llevar adelante un plan de país independiente. Cuando tuvo la oportunidad, con Barak diciéndole que sí a casi el 100 por ciento de sus demandas, se levantó, pateó el tablero y lanzó la segunda Intifada. Esa espiral que inició, ahora no la detiene. Israel demostró que está dispuesto a firmar la paz con sus vecinos y el plan de paz que presentó Barak era sumamente respetuoso de los reclamos que el propio Arafat había hecho. En la medida que no haya desde la dirigencia de la Autoridad Palestina una voluntad real, la paz va a ser imposible. El ascenso de Sharon en gran medida se debe a la política de Arafat de boicotear la paz. Como si Arafat hubiera necesitado tener enfrente a un Ariel Sharon para fortalecer su legitimidad interna, lo que no ocurrió porque la situación se le fue de las manos. También tiene que ver con el hecho de que liberó a todos los terroristas que estaban presos. La solución va a venir cuando deje ese discurso vacío y se siente a hablar de paz. En Israel la mayoría quiere la paz porque no se puede vivir con el terror permanente de otro ataque suicida. La paz sería beneficiosa para árabes y palestinos, pero a la dirigencia política palestina la dejaría en la disyuntiva de tener que trabajar seriamente para construir un Estado, llevar adelante políticas, legitimarse, establecer algún régimen democrático.
* Representante para
América latina del Centro
Simon Wiesenthal.
Leon Rozitchner *.
Entender los límites
Uno se pregunta en la medida en que uno es judío y se ha hecho cargo de una historia a la que pertenece, con siglos de persecución, de sufrimiento, de aniquilamiento en los campos, por el sentido moral-ético que tenía la reivindicación judía de crear un Estado en el cual sentirse protegidos. Ese estado de derecho ético que de alguna manera comandaba se ponía sobre fondo de un horizonte de sentido que implicaba necesariamente la consideración del otro y la no repetición de lo que ellos habían sufrido. Y ahora nos encontramos en una situación que lleva a Saramago a decir que esto equivale a lo que atraviesan los palestinos. Creo que eso no puede interpretarse como que los judíos producen en masa muertes por medios de campos. Simplemente, está refiriéndose a ese compromiso, a ese pacto fundamental que anularon los judíos al instalarse en un territorio que estaba también compartido o que tenía que ser compartido con los árabes, con los palestinos. Ahora los judíos están enfrentando una situación análoga a la amenaza que sufre Estados Unidos –gente que va al sacrificio de la propia vida–, para producir un efecto de provocación y muerte en aquellos que los sojuzgan. Los judíos deben comprender que contoda esa muerte sólo pueden luchar produciendo vida y no más muerte. Por el aprendizaje que han tenido de su pasado, la violencia no puede nunca ser para ellos la vía, con un criminal como Sharon colocado al frente del Estado. Es muy difícil entenderlo a la distancia pero, en su esquematismo, los israelíes están produciendo más muerte que los árabes. Y aun cuando ese no sea el signo que separa la ética de la muerte de la ética de la vida, me pregunto cómo los israelíes pueden entrar en un proceso de destrucción del otro luego de haberlo padecido. Hay soluciones para esto, pero entre los árabes el fundamentalismo llevó a que ciertas medidas no pudieran ser aplicadas, aunque Arafat hubiera querido. Esto también pasó a los judíos. ¿No fue un miembro de la extrema derecha el que mató a un primer ministro?
* Filósofo.