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27 de marzo del 2002
Las instrucciones de EE.UU a los países árabes
Robert Fisk
The Independent
Los líderes árabes recibieron ayer lunes instrucciones
de Estados Unidos. Aprueben el plan de paz saudita, les dijo el presidente Bush.
Acepten la oferta de tierra por paz -no obstante estar vagamente formulada e
ignorar a los refugiados palestinos-, porque hay que "aprovechar el momento".
Por ello, se supone que el presidente Mubarak, de Egipto; el rey Abdulá,
de Jordania; el presidente Assad, de Siria, y los príncipes y emires
árabes del Golfo, harán esto cuando se reúnan mañana
en Beirut.
En cuanto al líder palestino, Yasser Arafat, Estados Unidos ha hecho
un llamado especial a los israelíes para que le permitan salir de la
ciudad de Ramallah a fin de que pueda acudir a esa cumbre en Beirut. Y en vista
de que el primer ministro israelí, Ariel Sharon, ya ha advertido que
a Arafat no se le permitirá regresar a los territorios palestinos si
los israelíes consideran su discurso como una incitación a la
violencia, será un condicionado líder de la Autoridad Nacional
Palestina el que irá a Líbano mañana, suponiendo que viaje.
El secretario de Estado estadunidense, Colin Powell, pasó ayer algún
tiempo conversando con Sharon, a quien insistió en que se debe permitir
a Arafat viajar a Beirut, y luego habló durante unos 35 minutos con el
líder palestino. Pero, con excepción de una petición de
Arafat para que Estados Unidos se involucre más como mediador en las
negociaciones de paz, muy poco resultó de estas charlas telefónicas.
Los estadunidenses, según parece, quieren un cheque en blanco para la
propuesta del príncipe heredero saudita Abdulá, aun cuando ésta
no menciona el llamado "derecho al retorno" de los refugiados palestinos, como
tampoco si la normalización de las relaciones diplomáticas de
Israel por parte de los países árabes debe preceder o seguir a
la retirada israelí.
Frente a las humillantes demandas estadunidenses -se supone, después
de todo, que los árabes decidirán su respuesta al plan saudita
por sí mismos-, los sirios y los libaneses tienen grandes recelos. El
presidente Bashar el Assad ya ha dejado en claro que la propuesta saudita debe
ser detallada e incluir una cláusula sobre una completa retirada israelí
de todas las tierras arábes ocupadas en 1967 -incluyendo las alturas
del Golán sirias-, antes de cualquier reconocimiento a Israel.
Pero cuán débil es la posición árabe quedó
dolorosamente al descubierto ayer en Beirut, cuando el egipcio Amr Moussa, quien
preside la Liga Arabe, advirtió en una reunión preliminar de cancilleres
que sus países debían elegir entre justicia y paz o "caos total".
Al hablar sobre la amenaza de ataques aéreos contra un país árabe
-tímida referencia a los planes estadunidenses de atacar a Irak-, Moussa
mencionó "lo delicado" de la crisis que ahora enfrentan los árabes.
Un ministro libanés admitió que aún había discusiones
sobre el "derecho al retorno", tema que concierne a Líbano, que aloja
a un cuarto de millón de refugiados palestinos.
Ghazi Aridi, ministro libanés de Información, consideró
imposible que su país no discuta el futuro de los refugiados palestinos.
Por su lado, el canciller libanés sostuvo que Líbano quiere "paz,
pero no entrega". Para Arafat, por supuesto, su eventual presencia en la cumbre
será una doble humillación. Fue precisamente el ejército
de Sharon, entonces al frente del Ministerio de Defensa, el que expulsó
a Arafat y sus guerrillas palestinas de la capital libanesa en 1982. Ahora,
dos décadas más tarde, también es Sharon quien decidirá
si Arafat puede regresar.
©The Independent
Traducción para La Jornada: Alejandra Dupuy