22 de agosto del 2002
Cumbre
Mundial de Desarrollo Sostenible
Osvaldo León
Servicio Informativo "alai-amlatina"
En Johannesburgo (Sudáfrica), del 26 de agosto al 4 de septiembre,
se realizará la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sustentable para pasar
revista al cumplimiento de los compromisos adquiridos hace diez años
en la Cumbre de Río de Janeiro y definir nuevos derroteros para la superación
de la pobreza crónica y la preservación del planeta.
El evento se anuncia espectacular, tanto por el número de jefes de Estado
y de gobierno que han comprometido su asistencia, como por la presencia de alrededor
de 60 mil participantes de organizaciones no gubernamentales, de 180 países,
que se congregarán en un foro paralelo, en la zona de Gallagher.
El concepto de "desarrollo sustentable" se consagró en la Cumbre sobre
Medio Ambiente y Desarrollo, celebrada en Río de Janeiro del 3 al 14
de junio de 1992. En términos de la ONU se define como "el desarrollo
que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las
generaciones futuras para satisfacer las suyas", cuyos parámetros centrales
son:
crecimiento económico y equidad, conservación de recursos naturales
y desarrollo social. Propósito que apela a la aplicación de tres
principios: la precaución preventiva, la solidaridad intergeneracional
y entre pueblos del mundo, y la participación social en los mecanismos
de decisión.
Una agenda incumplida
La cita de Johannesburgo se propone evaluar el cumplimiento de los compromisos
adquiridos en la Cumbre de Rio-92, que como programa de acción se acuerpó
en la Agenda 21. Según la ONU, se trata de un programa bueno, pero débilmente
aplicado. Las medidas existentes para preservar el medio ambiente -cada vez
más frágil- pecan por insuficiencia. Los buenos propósitos
de reducción de la pobreza adoptados en múltiples foros mundiales
y regionales se han reducido a nada, pues la lógica de la globalización
neoliberal imperante conlleva a una cada vez mayor concentración de la
riqueza. Y es así que, se han desvanecido los esfuerzos para impulsar
el desarrollo humano y frenar el deterioro del medio ambiente.
Los balances realizados en una multiplicidad de espacios no gubernamentales,
tanto en la esfera nacional como internacional, casi sin excepción coinciden
en señalar que la aplicación de tal agenda ha sido mínima
o nula. Pero también hay quienes destacan que, al menos en el plano formal,
hay logros de importancia a no perder de vista, tal el caso de varios tratados
internacionales que son producto de Rio-92.
Tan es así que en la agenda de Johannesburgo consta la ratificación
de una serie de estos tratados: el Protocolo de Kioto sobre la emisión
de gases invernaderos, el Protocolo de Cartagena sobre Bioseguridad, el Tratado
Internacional sobre Recursos Genéticos de Plantas para la Alimentación
y la Agricultura, el Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos
y Persistentes (COP), el Convenio de Rotterdam sobre consentimiento previo informado
antes de exportar ciertos productos químicos peligrosos y plaguicidas,
el acuerdo de la ONU sobre recursos pesqueros que incluye varios planes de la
FAO y el Convenio de Basilea sobre el transporte de residuos tóxicos.
Como se sabe, varios de estos tratados han sido impugnados por Estados Unidos.
Queda por ver si sus presiones lograrán impedir que se concreten las
ratificaciones esperadas.
Las negociaciones previas sobre la declaración política oficial
y el consiguiente plan de acción, no se anuncian muy alentadoras. Nitin
Desai, secretario general de la Cumbre (WSSD, por sus siglas en ingles), anticipó
que "el 73 por ciento del texto está listo, pero el 27 por ciento restante
corresponde a los temas más importantes como globalización y mecanismos
de implementación, en los que se trata el comercio y las finanzas".
Como quien dice, con la retórica no hay problema, pero sí con
las decisiones sustantivas.
La cumbre de Johannesburgo se presenta muy compleja, aunque tiene el mérito
anticipado de que no pasará inadvertida, como sucedió con la Cumbre
contra el Racismo realizada el año pasado en ese mismo país, Sudáfrica.
Y decimos que es compleja porque nada más ni nada menos se refiere a
la supervivencia planetaria.
No solo en el sentido de sobrevivencia, sino en la perspectiva de "tener una
mejor calidad de vida, basada en valores éticos, culturales y espirituales,
y no sólo económicos", como acertadamente señala la declaración
de los pueblos indígenas mexicanos reunidos en Toluca el pasado 27 de
julio.