4 de agosto del 2002
Solo Israel tiene derecho a la soberanía
Bush quiere un Estado palestino "provisorio"
El Siglo
Niños y adultos palestinos, así como uno de los jefes del movimiento
armado Hamas, y de la otra parte varios colonos judíos, son algunas de
las nuevas víctimas de los enfrentamientos que siguen manchando de sangre
la tierra en que convivían ambos pueblos antes de la partición
y del rechazo por Israel al establecimiento de un Estado palestino soberano
como lo estableció la propia ONU.
El ejército israelí dinamitó el cuartel general
de la Autoridad Palestina en la ciudad cisjordana de Hebrón, después
de cuatro días de asedio. Los militares utilizaron dos toneladas de explosivos,
en un intento por asesinar a militantes del Tanzim, las juventudes paramilitares
del movimiento Al Fatah que dirige Yasir Arafat. El ministro palestino de Información
y Cultura, Yasir Abed Rabo, declaró que "esta destrucción, efectuada
sin tener en consideración que podía haber gente herida dentro
del edificio, muestra la brutalidad de la ocupación".
El asesinato de Shajade, jefe de las Brigadas de Azzadim El Kassam, se produjo
en momentos en que se elaboraba un documento con vistas a lograr un alto el
fuego, entre los palestinos y el enviado de la Unión Europea, Miguel
Angel Moratinos. En Naplusa se manifestaron miles de palestinos en las calles
durante el toque de queda impuesto por Israel, como una forma de protesta peligrosa
para sus vidas pero ejemplar como defensa de su dignidad nacional.
El Presidente egipcio, Hosni Mubarak, afirmó en Madrid frente a José
María Aznar que la Autoridad Nacional Palestina (ANP) estaba negociando
con Hamas poco antes del bombardeo israelí de Gaza y dijo que la ANP
había propuesto frenar la violencia durante seis meses. Mubarak y Aznar
coincidieron en la opinión de que la eliminación de Arafat como
jefe de la ANP provocaría más violencia en la región.
Convocados por Izquierda Unida de España, decenas de personas se concentraron
ante la embajada de Israel en Madrid, para demostrar su solidaridad con Palestina
ante los últimos asesinatos por parte del ejército israelí.
La mano de Washington
EE.UU. dio a conocer en el Consejo de Seguridad de la ONU que no permitiría
ninguna condena contra el gobierno de Sharon, al ponerse a debate el ataque
aéreo en Gaza, en el que se empleó un misil disparado desde un
avión F-16 de fabricación norteamericana. Para el embajador sirio,
Mikhail Wehbe, se trató de un "crimen de guerra". Bush se ha ido deslizando
desde una hipócrita maniobra destinada a hacer creer al mundo que mediaría
entre ambas partes para que se alcanzara un alto al fuego y se reiniciaran las
negociaciones de paz, hasta su actual postura, que revela que los intereses
de su gobierno consisten en seguir impulsando la destrucción del Estado
palestino por parte de Israel, aunque ello signifique la eternización
de los enfrentamientos entre ambos pueblos. Ya no se habla de la resolución
242 del Consejo de Seguridad de la ONU, que llama a Israel a retirarse de todos
los territorios que ocupó en la guerra de 1967, a cambio de la seguridad
de todos los estados de la zona.
Robert Fisk, periodista de The Independent, de Londres, analizó en La
Jornada, de México, las fases recorridas por el mandatario norteamericano
en su actitud hacia el conflicto. Primero, dice, tuvo la "visión" de
un Estado palestino conviviendo al lado de Israel, interesado como estaba entonces
en que los países árabes no rechazaran los bombardeos de un país
musulmán como Afganistán. "A principios de este año, el
vicepresidente norteamericano, Dick Cheney, realizó una gira por Medio
Oriente para obtener el apoyo árabe para otra guerra contra Irak. (...
)
"Después de seis visitas a Estados Unidos de Ariel Sharon, y luego de
que Bush fue totalmente ignorado por los israelíes cuando exigió
un cese inmediato de la invasión de Cisjordania y el levantamiento de
los cercos impuestos en torno de las ciudades palestinas, el Presidente tuvo
otra visión más que, digamos, era una versión diluida de
la primera. Ahora sueña con un Estado palestino interino". El concepto
de "interino" se convirtió en "provisional". Palestina existiría
como un conjunto de pequeños territorios separados unos de otros; Cisjordania
aislada de Jerusalén, y ambas zonas separadas de Gaza. Además,
dentro de Cisjordania seguirían viviendo los "colonos", bien defendidos,
equipados con puntos de control militar o policial para mantener alejados a
los palestinos.
"Un Estado provisional es una innovación de la que nunca nadie ha oído
jamás -explica el autor-. Es un Estado sin relación alguna con
su territorio o su pueblo. Todos los demás estados son permanentes. Pero
el Estado palestino será el primero de este tipo, según Bush,
y por lo tanto, el papel que juega o su existencia pueden suspenderse en un
día o en un año, si para entonces ya no resulta útil. No
es necesario asignarle un territorio, y por esto le serán negadas instituciones
permanentes como un ejército (eso ni pensarlo), el lujo de la independencia
o de la soberanía, de una economía o de relaciones exteriores.
Estos serán lujos reservados a Israel".
De esta forma, la política de Washington para Palestina se devela como
un juego siniestro destinado a debilitar la capacidad de respuesta militar y
política de la ANP frente a un Estado israelí fortalecido con
los modernos armamentos proporcionados con generosidad por EE.UU., hasta una
situación de agotamiento letal, como pareciera ser actualmente. Ya en
julio del 2000, en la cumbre de Camp David, y posteriormente a través
de diversas maniobras, se abrió el camino hacia este desenlace al pretender
que Arafat aceptara pasivamente la instalación de asentamientos judíos
en tierras ocupadas militarmente y la represión constante sobre su población
civil.
Desde que se inició el llamado "proceso de paz" en 1993, EE.UU. avaló
todas las medidas del gobierno israelí contra los palestinos, medidas
que hacían cada vez más difícil llegar a acuerdos tanto
de cese de los enfrentamientos y de la "Intifada" como en relación a
la paz. Desde aquella fecha, Israel instaló 105.000 colonos en decenas
de nuevos asentamientos en Cisjordania y Gaza, confiscando para ello entre 14.000
y 16.000 hectáreas de tierra palestina, construyó 400 kilómetros
de carreteras para uso de los colonos y bombardeó, hasta destruirlas,
800 viviendas palestinas.