27 de agosto del 2002
Israel: Carta a un piloto
Uri Avnery
Gush Shalom
Traducido para Rebelión por Germán Leyens
He leído la entrevista dada por tu comandante, el General de División
Dan Halutz, y, como muchos más en Israel y en el extranjero, me escandalizó.
El 23 de julio, uno de tus compañeros (¿o tal vez tú mismo?) lanzó
una bomba de una tonelada sobre una casa en un vecindario residencial densamente
poblado en Gaza. El objetivo era ejecutar, sin juicio, a Salah Shehadeh, activista
de Hamás. Fuera de él, mataron a 16 vecinos, incluyendo 11 niños.
Decenas de otros hombres, mujeres y niños fueron heridos.
En la escuela seguramente aprendiste las palabras del famoso poema de Bialik,
el poeta nacional, "Incluso Satán no inventó la venganza de un
niño pequeño." Supuse que, después de este acto, te quedaste
desgarrado por las dudas, que contemplas a tus niños y te dices: "Los
niños son niños. ¿En qué son responsables sus niños
por esta situación?"
Y ahora llega tu comandante y dice que no sientes remordimientos de conciencia,
ninguno. No sé si dice la verdad o si te está calumniando.
El general dice que te dijo: "Su ejecución fue perfecta... Usted hizo
exactamente lo que le dijeron que hiciera... Usted no se desvió ni un
ápice a la derecha o a la izquierda... Usted no tiene ningún problema."
Los que sí tienen problemas con esta acción y que protestan contra
ella (como yo) son calificados por el general de "defensores de causas perdidas...
una minoría insignificante y vociferante... " Nos acusa de "atreverse
a utilizar métodos de chantaje al estilo de la magia contra combatientes...
la traición está prohibida... hay que encontrar un párrafo
en la ley para enjuiciarlos en Israel... (esto) me recuerda los tenebrosos tiempos
del pueblo judío, cuando una minoría de entre nosotros delataba
a otros judíos." También condena "la obsesión de algunos
periodistas... están aburridos... así que saltan... "
Estas palabras extremas no dicen nada bueno sobre la tranquilidad mental del
general que dice que posee "un profundo sentimiento de justicia y moralidad."
Yo diría que en la cabeza del general, está ardiendo el solideo
azul. * Cada palabra demuestra la histeria. Pero el estilo debe causar una profunda
ansiedad. Las palabras hubieran sonado naturales si hubieran sido proferidas
por un general en Argentina o en Chile durante la dictadura militar, o por un
oficial turco que estuviera a punto de derrocar el gobierno civil. Cuando un
general israelí utiliza palabras semejantes contra los medios y la sociedad
civil, se enciende una luz roja. Aun más si no fue destituido sumariamente
sino, al contrario, fue alabado en público. La democracia israelí
está perdiendo nivel.
Pero no quiero hablar contigo de Dan Halutz, sino sobre ti mismo.
¿Quién eres? ¿Qué eres?
Uno de los pilotos explicó al entrevistador, Vered Levy-Barzilai: "Es
lo especial y lo bello del mundo del piloto. Uno está sentado arriba,
tranquilo, con su amplio espacio. No hay ruidos, no hay estruendo, no hay gente
gritando. Uno está totalmente concentrado en el objetivo, no existe la
suciedad y el horror del campo de batalla. Uno termina su tarea y se va a casa."
Dan Halutz describe también sus sentimientos como sigue: "Si de verdad
quiere saber lo que siento cuando suelto una bomba, se lo diré: siento
una ligera vibración del avión como resultado del disparo de la
bomba. Un segundo más tarde desaparece, y eso es todo. Es lo que siento."
"Esto es todo." Abajo suceden cosas horribles, cuerpos mutilados vuelan por
los aires, seres humanos heridos se retuercen de dolor, gente enterrada bajo
los escombros exhala su último gemido, mujeres gritan sobre los cuerpos
de sus niños, una escena infernal, que no se diferencia de la escena
de un bombazo suicida –y "eso es todo". Una ligera vibración del avión,
y a casa, una ducha caliente y a la cama.
Tengo que confesar que me cuesta imaginar esa experiencia. Hice mi servicio
de combate en la infantería, veía a quién le estaba disparando
y al que me disparaba a mí; en todo instante me podían herir (como
sucedió) y matar. Me es difícil imaginar la experiencia de alguien
que va por el cielo, sembrando la muerte y la destrucción sin estar expuesto
a ningún peligro.
¿Siente alguna duda ese piloto? ¡Tú! ¿Te atormenta a veces? ¿Te preguntas
si una determinada acción es permisible, moral, correcta? ¿O te conviertes
-¡Tú!- en un robot, un "profesional" que está orgulloso de su
perfecto control sobre la pavorosa máquina-de-muerte que le ha sido confiada
y la ejecución "exacta" de sus órdenes?
Sé que no todos los pilotos son robots. Veo ante mí al coronel
Yig'al Shohat leyendo de su papel, con una voz estremecida por la emoción,
su histórico llamado a sus compañeros pilotos y a sus alumnos
en la Fuerza Aérea para que se nieguen a realizar órdenes manifiestamente
ilegales, tales, precisamente, como la acción en Gaza. Shohat, un héroe
de la guerra que fue derribado sobre Egipto y cuya pierna fue amputada por un
cirujano egipcio, es exactamente lo contrario de Halutz.
Tú tienes que decidir –ser un ser humano como Shohat, sensible a los
sufrimientos de los demás, o un robot como Halutz, que siente una ligera
vibración mientras mata a decenas de seres humanos.
Las Reglas de la Guerra nacieron después de la Guerra de Treinta Años,
una de las más horribles en los anales de Europa, un holocausto en el
que fue eliminado un tercio de la nación alemana y dos tercios de Alemania
fueron arrasados. Las convenciones internacionales se basan en la convicción
de que incluso en una dura guerra, en la que cada lado combate por su existencia,
hay que respetar los mandamientos de la moralidad humana.
No te hagas la vida fácil adoptando las primitivas consignas de Halutz,
que justifica todo diciendo que Shehadeh era "la encarnación del mal",
palabras que traicionan su visión ultra derechista del mundo. Shehadeh
no fue procesado. Ninguno de sus presuntos actos fue probado. Ciertamente creía
servir a su pueblo, como tú piensas que estás sirviendo al tuyo.
Pero, incluso si se probara que era un enemigo peligroso, eso no justifica de
ninguna manera el asesinato de sus vecinos. El argumento de que esa matanza
indiscriminada impidió la muerte de judíos no es válido.
Cuando el piloto lanzó su bomba sabía que con seguridad estaba
matando a mucha gente, mientras que la posibilidad de que Shehadeh nos matara
a nosotros era sólo una suposición. Por otro lado, era seguro
que ese asesinato llevaría a actos de venganza, y que mucha sangre judía
correría como consecuencia. Además, hay una inmensa diferencia
entre un grupo guerrillero y un poderoso ejército que actúa por
cuenta de un estado.
Considerando esas circunstancias, ¿Hubieras respondido a tu comandante: "Me
niego a cumplir con esa orden, porque es manifiestamente ilegal"? La ley israelí
y la moralidad humana te obligan a hacerlo. Pero Dan Halutz dice: "La negativa
a realizar una misión, no forma parte de mis reglas de juego."
¿Cuáles son TUS reglas de juego?
24 de agosto de 2002
* Alusión al adagio judío: "Sobre la cabeza del ladrón,
el sombrero arde," queriendo decir que su conducta deja al descubierto su culpa