EL PENTAGONO ENTREGA PRISIONEROS DE AL-QAIDA A TERCEROS PAISES
Cómo hacer para tercerizar la tortura
Por Rosa Townsend
Desde Miami / Página 12
Silenciosamente, Estados Unidos ha ido trasladando varios detenidos de la guerra
contra el terrorismo a países de Oriente Medio que utilizan la tortura
en interrogatorios, según confirmaron a este diario fuentes del Departamento
de Defensa norteamericano. Las deportaciones, que comenzaron a finales del año
pasado y continúan, no se están haciendo a través de los
canales oficiales o mediante tratados de extradición. Son parte de la
cara oculta de la guerra, esa faceta a la que se refirió el presidente
George W. Bush en su discurso sobre el 11 de setiembre diciendo que "habría
operaciones tan secretas que incluso su éxito se mantendría en
secreto".
El sistema funciona así: cuando un miembro de Al-Qaida es detenido en
-por ejemplo– Indonesia, EE.UU. pacta su traslado a otro país –Egipto,
por ejemplo– sin pasar por Guantánamo. Los países que realizan
el trabajo sucio comparten luego con la CIA y el FBI la información que
hayan logrado en los interrogatorios. Una vez que los funcionarios norteamericanos
le entregan los detenidos a los "enlaces" –como se los denomina en
el lenguaje de espionaje–, Washington ya no comparte las responsabilidades y
se puede presentar con las manos limpias ante la comunidad internacional. Eso
explicaría, según fuentes diplomáticas, el empeño
con el que EE.UU. trató de bloquear la semana pasada una cláusula
de refuerzo del Tratado Internacional contra la Tortura, que permite inspeccionar
cárceles en los países que lo suscriben.
El Pentágono no comenta los métodos para extraer información
a los detenidos. "Por razones de seguridad no hablamos sobre traslados
de detenidos", declaró Barbara Burfeind, –portavoz del Pentágono–,
pero otras fuentes militares que han pedido anonimato aseguran que la exportación
de los detenidos se ha convertido en una práctica habitual con presuntos
miembros de la cúpula terrorista de Al-Qaida. Se desconoce la cifra exacta
de trasladados a terceros países, pero las fuentes la sitúan en
"decenas". Son casos como el de Mohamed Jabarah Mansur, detenido en
conexión con los ataques de este año a las embajadas estadounidense
e israelí en Singapur, al que ahora interrogan en Omán. O el de
Mohammed Saad Iqbal Madni, detenido en enero en Indonesia y trasladado posteriormente
en un avión de la CIA desde Yakarta a El Cairo.
La gran mayoría han sido detenidos en Pakistán. En octubre, la
policía paquistaní detuvo al estudiante yemenita Jamil Qasim Said
Mohamed, implicado en el atentado contra el barco de guerra Cole en Yemen, e
inmediatamente lo puso en manos de EE.UU. La CIA se encargó de su traslado
a Jordania. Egipto, Omán, Jordania, Kuwait y Siria son algunos de los
países que están cooperando con EE.UU. en los interrogatorios.
Ninguno ha hecho comentarios al respecto y oficialmente han negado que torturen
a los interrogados. Amnesty International y el propio Departamento de Estado
norteamericano han incluido al menos a Egipto y Siria en la lista de naciones
que utilizan habitualmente la tortura.
Al ex agente de la CIA Arthur Hulnick no le resulta extraño que en la
encrucijada en que se encuentra Washington haya subcontratado los interrogatorios
duros con países amigos. "Es concebible que los hayan trasladado
para interrogarlos en otros países donde utilizan métodos de tortura
que nosotros no utilizamos", explicaba a este diario el ex agente de inteligencia.
Hulnick trabajó primero siete años en la Fuerza Aérea y
luego 28 años para la CIA; actualmente es profesor de relaciones internacionales
en la Universidad de Boston.
Aparte de las consideraciones morales, Hulnick no cree que sea necesariamente
un método eficaz. "La persona es capaz de decir cualquier cosa para
que cesen de torturarla, y luego hay que discernir la verdad de la mentira".
Recuerda que cuando él interrogó a prisioneros norcoreanos enla
guerra de Corea logró sacarles información tratándoles
bien, mientras que los agentes coreanos que les daban palizas no consiguieron
información fiable. El escaso éxito obtenido por la CIA y el FBI
en los interrogatorios en Guantánamo, donde actualmente hay 564 detenidos,
ha hecho que Washington recurra a otros países para conseguir información
fiable sin tenerse que manchar las conciencias. La teoría de los analistas
del Pentágono es que sus homólogos egipcios, jordanos o sirios
cuentan además con la ventaja del idioma y las afinidades culturales.
No es una ayuda desinteresada. Siria, por ejemplo, está interrogando
a Mohammed Haydar Zammar, un sirio detenido en Marruecos al que EE.UU. vincula
con el 11 de setiembre, para contrarrestar el apoyo logístico que supuestamente
presta a Hezbolá y Yihad Islámica. Y El Cairo se beneficia, primero,
porque el extremismo islámico es también una amenaza nacional
y, en segundo lugar, porque EE.UU. está deportando a muchos de sus ciudadanos
fugitivos de la justicia egipcia.