15 de agosto del 2002
Los negocios ocultos de la ayuda para el desarrollo de Ghana
John Pilger
New Statesman (London).
El control sobre el agua de Ghana, aunque ha sido transferido a un organismo
que depende del Ministerio de Obras Públicas, es financiado y dirigido
en la práctica por el Banco Mundial junto con la oficina de desarrollo
británica y el Fondo de Cooperación Económica Internacional
japonés, mientras el Banco Mundial paga los salarios del personal. Detrás
de esa generosa asistencia técnica, sin embargo, hay un negocio formidable
en el que el gran capital busca dominar los servicios públicos del país.
Datos del pais
Clare Short es una experta autopromocionándose en los medios de comunicación.
Es la "rebelde" del gabinete de Blair, un diamante en bruto que critica vehementemente
a "los privilegiados de clase media" que desafían los dictados del Banco
Mundial, del cual ella es una de las gobernadoras. En realidad, Short es de
un valor incalculable para Tony Blair, ya que proporciona la ilusión
de un gobierno para el pueblo (cuando no está apoyando el bombardeo de
civiles en Afganistán o denigrando a organizaciones humanitarias u otros
que cuestionan las políticas occidentales). Su compromiso, expresado
en numerosas entrevistas, de acabar con la pobreza mundial desde el orwelliano
Departamento para el Desarrollo Internacional (Department for International
Development, DFID) que dirige es contradicho por un simple dato estadístico:
Gran Bretaña destina tan sólo el 0,3 por ciento de su PBI como
ayuda a los países más pobres, lo que representa menos de la mitad
del mínimo establecido por las Naciones Unidas. Short se ha negado a
confirmar cuándo esa cantidad será incrementada. El verdadero
compromiso de Short es con una economía global dirigida por el todopoderoso
capital occidental y se ejemplifica en su proyecto de "desarrollo" en Ghana.
Su departamento ha dicho al gobierno ghanés que sólo recibirá
ayuda monetaria para un proyecto hídrico si se lleva a cabo una privatización
efectiva del suministro de agua, dando la oportunidad así a las corporaciones
británicas y otras multinacionales de ganar una fortuna.
Mientras tanto, la mitad de la población de Ghana carece de suministro
regular de agua potable y los niños se mueren debido a enfermedades que
se transmiten a través del agua. Desde que el "convenio de colaboración"
entre compañías públicas y privadas fue anunciado, las
facturas del agua de los pobres han aumentado drásticamente con el fin
de que la industria del agua sea "competitiva" y pueda ser ofrecida en venta.
El Consejo Cristiano de Ghana afirma que "privatizar el agua es como firmar
una sentencia de muerte para los pobres de las ciudades y el campo de Ghana,
porque no pueden pagar por ella".
En octubre último, Christian Aid publicó un soberbio informe,
Master or Servant (Amo o Criado), cuyo capítulo "Comerciando con oro
blanco: ¿Quién decide la política del agua en Ghana?" mostraba
cómo la ayuda británica sigue condicionada a la obtención
de beneficios económicos. También revelaba que el departamento
de Short había congelado los fondos para la expansión del suministro
de agua en la ciudad ghanesa de Kumasi hasta que todos los contratos de arrendamiento
de los suministros de agua del país fueran firmados. "De hecho -afirma
Christian Aid- el Reino Unido está reteniendo los fondos para la fase
final de un proyecto que ampliaría el abastecimiento de agua como un
arma para imponer a toda costa un convenio de colaboración cuyos frutos
pueden ser muy distintos".
El 20 de marzo, Clare Short escribió una carta tipo a la diputada Anne
Campbell en la que arremetía contra el estudio de Christian Aid calificándolo
de "inexacto y engañoso" y sostenía que "el gobierno del Reino
Unido no tiene influencia alguna en la selección de los participantes
del sector privado" y que "toda la infraestructura del suministro de agua seguirá
perteneciendo al sector público". Ninguna de las dos afirmaciones es
cierta. Es ella quien nos está engañando. Cinco meses antes, un
alto oficial del departamento de Short, responsable de las privatizaciones del
agua, escribió lo siguiente en una nota interna: "En un acuerdo entre
el DFID y el gobierno de Ghana, el envío de estos fondos fue condicionado
a la recepción del registro de ofertas para los contratos de arrendamiento
dentro del convenio de colaboración con el sector privado". No es necesario
recordar a los lectores que "los convenios de colaboración" son el tenue
velo tras el que se oculta la dominación de los servicios públicos
por parte del gran capital.
El control sobre el agua de Ghana ha sido transferido al Secretariado para la
Reestructuración del Sector de Aguas, el cual, aunque forma parte del
Ministerio de Obras Públicas, es financiado y dirigido en la práctica
por el Banco Mundial junto con el DFID británico y el Fondo de Cooperación
Económica Internacional japonés. El Banco Mundial paga los salarios
del personal mientras que el DFID ha destinado 2,8 millones de libras, según
un estudio de la Universidad de Strathclyde (Escocia), en concepto de "asistencia
técnica para el proceso de privatización".
Por si fuera poco, el departamento de Short ha contratado al conservador Instituto
Adam Smith, que aboga por "una gestión corporativa bajo una regulación
mínima", en calidad de consejero para la nueva industria hídrica
de Ghana.
Cuando el actual gobierno de Ghana se encontraba en la oposición protestaba
contra la monopolización del agua por parte de compañías
extranjeras. La mayoría de los ghaneses con un mínimo de conciencia
social saben que sólo un suministro de agua potable integral beneficiaría
a la mayoría. Pero la cancerígena obsesión con la ideología
del "libre mercado" es tal entre aquellos que -cualesquiera que sean las máscaras
políticas tras las que se ocultan- se pelean por las migajas en las mesas
de los ricos y poderosos, que a un país como Ghana, con una necesidad
desesperada de capital, no le quedan muchas opciones. Los activistas que se
resisten al robo del agua del pueblo, aquí y en Ghana, merecen nuestro
apoyo. Pueden ser contactados en capofwater@netscape.net.
La traducción del inglés corresponde a Lidia Gutiérrez
para Znet (http://www.zmag.org/)