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Medio Oriente

4 de agosto del 2002

¿Qué pasa con esas armas químicas?

El Saddam del armario de Rummy
Jeremy Scahill
Counterpunch
Traducido para Rebelión por Germán Leyens

"El hombre y la tortuga son muy parecidos. Ninguno de los dos avanza sin arriesgar la cabeza."
Donald Rumsfeld
Cinco años antes de que Saddam Hussein gaseara a los kurdos en 1988 –un acto que ahora es considerado infame-, tuvo lugar una crucial reunión en Bagdad que jugaría un papel importante en la forja de estrechos lazos entre Saddam Hussein y Washington. Sucedió cuando se acusó por primera vez a Saddam de haber utilizado armas químicas. La reunión, a fines de diciembre de 1983, allanó el camino para una reanudación oficial de las relaciones entre Irak y EE.UU., que habían sido interrumpidas desde la guerra árabe-israelí de 1967.
Mientras escalaba la guerra entre Irak e Irán, el Presidente Ronald Reagan envió a su enviado para el Oriente Próximo, un antiguo secretario de defensa, a Bagdad con una carta manuscrita al Presidente de Irak, Saddam Hussein, y un mensaje de que Washington estaba dispuesto a reanudar las relaciones diplomáticas en todo momento.
El enviado era Donald Rumsfeld.
La visita de Rumsfeld a Bagdad el 19 y 20 de diciembre de 1983, lo convirtió en el funcionario de más alto nivel de EE.UU. que visitara Irak en 6 años. Se reunió con Saddam y los dos discutieron "tópicos de mutuo interés," según el Ministerio de Relaciones Exteriores de Irak. "[Saddam] dejó en claro que Irak no estaba interesado en causar engorros en el mundo," declaró más tarde Rumsfeld al New York Times. "Nos pareció útil que tuviéramos una relación, ya que estábamos interesados en resolver los problemas del Oriente Próximo."
Sólo 12 días después de la reunión, el 1 de enero de 1984, el Washington Post informó que Estados Unidos "en un cambio de política, ha informado a las naciones amigas del Golfo Pérsico que la derrota de Irak en la guerra de 3 años con Irán sería 'contraria a los intereses de EE.UU.' y ha emprendido varias actividades para impedir ese resultado."
En marzo de 1984, cuando la guerra entre Irán e Irak se hacía cada día más brutal, Rumsfeld volvió a Bagdad para reunirse con el Ministro de Relaciones Exteriores de Irak de aquel entonces, Tariq Aziz. El día de su visita, el 24 de marzo, UPI informó desde las Naciones Unidas: "Gas mostaza combinado con un gas nervioso ha sido utilizado contra soldados iranios en la Guerra del Golfo Pérsico entre Irán e Irak que dura 43 meses, ha concluido un equipo de expertos de la ONU... Mientras tanto, en Bagdad, la capital de Irak, el enviado presidencial de EE.UU., Donald Rumsfeld, mantuvo conversaciones con el Ministro de Relaciones Exteriores Tarek Aziz (sic) sobre la Guerra del Golfo antes de partir con destino desconocido."
El día antes, la agencia noticiosa irania afirmó que Irak había lanzado otro ataque con armas químicas en el frente meridional, hiriendo a 600 soldados iranios. "Armas químicas en forma de bombas aéreas, han sido utilizadas en las áreas inspeccionadas en Irán por los especialistas," dijo el informe de la ONU. "Los tipos de agentes químicos utilizados fueron Sulfuro de bis (2-cloroetilo), también conocido como gas mostaza y Dimetilamino-cianofosfato de etilo, un gas nervioso conocido como Tabun."
Antes de la publicación del informe de la ONU, el Departamento de Estado de EE.UU. había presentado el 4 de marzo una declaración diciendo que "la evidencia disponible indica que Irak ha utilizado armas químicas letales."
Comentando el informe de la ONU, la Embajador de EE.UU. Jeane J. Kirkpatrick, fue citada por el New York Times diciendo, "Pensamos que el uso de armas químicas es un asunto muy serio. Lo hemos dejado en claro en general y en particular."
Si se la compara con la retórica que emana de la actual administración, basada en especulaciones sobre lo que podría poseer Saddam, no se puede decir que la reacción de Kirkpatrick haya sido un llamado a la acción.
Es aún más flagrante que Donald Rumsfeld haya estado en Irak cuando fue publicado el informe de la ONU de 1984 y que no haya dicho nada sobre las afirmaciones respecto al uso de armas químicas, a pesar de la "evidencia" del Departamento de Estado. Al contrario, el New York Times informó desde Bagdad el 29 de marzo de 1984 que "los diplomáticos estadounidenses se dicen satisfechos por las relaciones entre Irak y Estados Unidos, y sugieren que las relaciones diplomáticas normales han sido restauradas en todo sentido, con la excepción del nombre."
Un mes y medio más tarde, en mayo de 1984, Donald Rumsfeld renunció. En noviembre de ese año, se reanudaron las plenas relaciones diplomáticas entre Irak y EE.UU. Dos años más tarde, en un artículo sobre las aspiraciones de Rumsfeld de presentarse a la nominación Presidencial Republicana de 1988, el Chicago Tribune Magazine mencionó entre los logros de Rumsfeld su contribución a "la reapertura de las relaciones de EE.UU. con Irak." El Tribune no mencionó que esa ayuda ocurrió en una época durante la cual, según el Departamento de Estado de EE.UU., Irak estaba activamente utilizando armas químicas.
Durante todo el período en el que Rumsfeld fue el enviado de Reagan para el Oriente Próximo, Irak estuvo frenéticamente comprando equipos de firmas estadounidenses, autorizadas a vender por la Casa Blanca. El frenesí de adquisiciones comenzó inmediatamente después que Irak fue sacado de la lista de presuntos patrocinadores del terrorismo en 1982. Según un artículo del 13 de febrero de 1991 en Los Angeles Times:
"En primer lugar en la lista de compras de Hussein estaban los helicópteros –compró 60 helicópteros y entrenadores Hughes a breve plazo. Sin embargo, un segundo pedido de 10 helicópteros de doble motor Bell "Huey," como los utilizados para transportar soldados en Vietnam, provocó oposición en el Congreso en agosto de 1983... A pesar de todo, la venta fue aprobada."
En 1984, según Los Angeles Times, el Departamento de Estado, en nombre de "la creciente penetración estadounidense del extremadamente competitivo mercado de la aviación civil," hizo aprobar la venta a Irak de 45 helicópteros Bell 214ST. Los helicópteros, por un valor de unos 200 millones de dólares, fueron originalmente diseñados para propósitos militares. Más tarde, el New York Times informó que Saddam "transfirió numerosos, si no todos, [estos helicópteros] a sus militares."
En 1988, las fuerzas de Saddam atacaron a civiles kurdos con gas tóxico desde helicópteros y aviones iraquíes. Fuentes de la inteligencia de EE.UU. declararon a Los Angeles Times en 1991, que "creen que los helicópteros construidos en EE.UU. se encontraban entre los que lanzaron las mortíferas bombas."
En respuesta al ataque con gases, el Senado de EE.UU. aprobó unánimemente aplastantes sanciones que hubieran eliminado todo acceso de Irak a la mayor parte de la tecnología de EE.UU. La medida fue anulada por la Casa Blanca.
Importantes funcionarios informaron más tarde a los reporteros que no insistieron en el castigo a Irak en esa época porque querían reforzar la capacidad de Irak para continuar la guerra con Irán. Exhaustivas investigaciones no encontraron declaración pública alguna de Donald Rumsfeld expresando públicamente ni la más mínima preocupación por el uso o posesión de armas químicos por Irak, hasta la semana en la que Irak invadió Kuwait en agosto de 1990, cuando apareció en una emisión noticiosa especial en el canal ABC.
Ocho años más tarde, Donald Rumsfeld agregó su firma a una "carta abierta" al Presidente Clinton, exhortándolo a eliminar "la amenaza posada por Saddam". Llamaba a Clinton "a contribuir el liderazgo necesario para salvar a nosotros y al mundo del azote de Saddam y las armas de destrucción masiva a las que se niega a renunciar."
En 1984, Donald Rumsfeld se encontraba en condiciones de llamar la atención del mundo a la amenaza química de Saddam. Estaba en Bagdad cuando la ONU llegó a la conclusión de que armas químicas habían sido utilizadas contra Irán. Estaba armado de una comunicación fresca del Departamento de Estado de que había "evidencia disponible" de que Irak estaba utilizando armas químicas. Pero Rumsfeld no dijo nada.
Washington habla ahora de la amenaza de Sadam y de las consecuencias de no actuar. A pesar de que la administración no ha suministrado ni la más mínima prueba concreta de que Irak tenga lazos con Al Qaeda o haya reanudado la producción de agentes químicos o biológicos, Rumsfeld insiste en que "la ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia".
Pero hay evidencia de la ausencia de la voz de Donald Rumsfeld precisamente cuando apareció por primera vez la presunta amenaza de Irak a la seguridad internacional. Y en este caso, la evidencia de ausencia es, por cierto, evidencia.
2 de agosto de 2002
Jeremy Scahill es un periodista independiente. Escribe frecuentemente para Free Speech Radio News y Democracy Now! En mayo y junio de 2002, informó desde Irak. Su correo es: jeremybgd@yahoo.com.