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25 de junio del 2002
Objetivos rojos en la "Guerra contra el Terrorismo"
Gary Leupp, Counterpunch, 19 de junio de 2002
Traducido para Rebelión por Germán Leyens
El insoportablemente pomposo e ignorante Lou Dobbs, que capitanea Moneyline
en CNN, ha acometido recientemente una gloriosa causa bastante alejada de su
función original de análisis de noticias empresariales. Quiere
reestructurar el discurso sobre la situación mundial actual redefiniendo
la "Guerra contra el Terrorismo," que considera vaga y "políticamente
correcta" (ya que no identifica a ningún grupo en particular) reemplazándola
por lo que considera una denominación más exacta y descriptiva:
"La guerra contra el islamismo".
Llamemos las cosas por su nombre, nos dice. Los que nos han matado y nos aterrorizarán
durante generaciones son musulmanes. Ahora bien, no todos los musulmanes son
malos, cuidado. Pero hay musulmanes políticos que quieren imponer
la Shari'a a todo el mundo por la fuerza, y que por cierto, odian a los estadounidenses.
Una de las últimas noches Dobbs argumentó que, sorprendentemente,
la mayor parte de los musulmanes que comentan por correo electrónico
su campaña de redefinición (solicita, ¡vaya que generosa amplitud!,
que el público exprese su opinión) endosó su iniciativa,
distinguiendo, como lo hace tan deliberadamente, entre musulmanes buenos e "islamistas"
malos. Pero la otra noche reconoció que la reacción de los musulmanes
ha sido abrumadoramente negativa. No importa. Al que protestó (un no
musulmán) que el estadounidense promedio refundiría rápidamente
"musulmán" e "islamista," le declaró, con petulancia, que el pueblo
de EE.UU. "se merece una mejor opinión." (¿Los estadounidenses que se
tragan el sesgo de CNN en las noticias? Claro, seguro, Lou.)
Mr. Dobbs ha cambiado en algo su formulación, después de ser instruido
por académicos y otros de que la expresión "islamistas" (en el
sentido de militantes defensores de la Shari'a) incluye a una vasta gama de
grupos, la mayor parte de los cuales no son "terroristas" o incluso enemigos
de EE.UU. (¿No es acaso Arabia Saudita, –la madre de las sociedades islámicas
fundamentalistas– una buena amiga de EE.UU.?) Habiendo concedido magnánimamente
que todos los "islamistas" no son asesinos, prefiere ahora identificar a los
"islamistas radicales" como los malhechores. Pero incluso esta categoría,
por cierto, incluye a grupos sin una notable relación con al-Qaeda, ni
una historia de ataques contra civiles estadounidenses fuera de sus propias
patrias invadidas u ocupadas (como Hizbolá en el Líbano, o Hamás
en Palestina); Dobbs, en todo caso, quiere verlos a todos como nuestros enemigos.
También asigna estados al campo "radical islamista" –incluyendo a Irak,
gobernado por su secular Partido Baath que en realidad mantiene a rienda corta
al clero musulmán. (El individuo simplemente no está muy bien
informado, o si lo está, no se puede decir que una descripción
exacta sea su lado fuerte o una de sus prioridades.)
Parece que la estructura del poder se divide en lo que toca al tema del vilipendio
del Islam; John Ashcroft y el Presidente del Subcomité de la Cámara
de Representantes sobre el Terrorismo y la Seguridad Interior, el republicano
de Georgia Saxby Chambliss son los principales paladines; Colin Powell parece
mantener una oposición diplomática; y las señales que emite
George Bush al respecto simplemente no tienen mucho sentido. No se ve claramente
la resonancia que la iniciativa de Dobbs va a tener en los medios y en la discusión
política, pero, aunque logre generar intolerancia y racismo, dudo que
su campaña vaya a producir el enfoque preciso de la guerra del terror
que parece desear. Más bien, temo que la "Guerra contra el terrorismo"
vaya a ampliarse más allá de los focos "islamistas", apuntando
a movimientos que no tienen conexión alguna con el Islam (de la variedad
que se sea) ni con el 11 de septiembre.
Por cierto, el Irak musulmán ha sido posicionado como el inevitable próximo
frente, pero conflictos dentro de las elites militar y política parecen
haber dejado en suspenso por un rato la Tormenta del Desierto II. Pero había
que ampliar la guerra a alguna parte, sino podrían acusar al conciliábulo
Rumsfeld-Wolfowitz de ser debilucho. Y, veamos la realidad, los "islamistas"
podrían desafiar las bases de EE.UU. en el Golfo, u oponerse a la política
de EE.UU. en el Oriente Próximo, o condenar las sanciones dirigidas por
EE.UU. contra Irak; incluso podrían llegar a demonizar el "modo de vida
de EE.UU." Pero no constituyen una gran amenaza para el imperio de EE.UU. a
largo plazo. Ni siquiera se oponen, ¡Dios no lo permita!, al capitalismo. (Bin
Laden es un empresario millonario, ¿verdad?) En principio no se oponen al imperialismo.
(30.000 islamistas de todo el mundo se solidarizaron con la CIA para combatir
a los impíos soviéticos en Afganistán en los años
80, ¿cierto?) Pero quedan fuerzas en el mundo cuyo reto a EE.UU. es precisamente
su desafío al imperialismo. Y estos podrían en todo momento llegar
a ser los objetivos de la guerra del terror.
Estoy hablando de la izquierda revolucionaria, sabes, de los comunistas. "Comunistas,"
desde luego, es otra categoría ambigua; en la Guerra Fría, el
gobierno de EE.UU. siempre subsumió bajo este término a una amplia
variedad de movimientos y personalidades que no tenían gran vinculación
real con el marxismo leninismo. (Cualquier nacionalista con tendencias de izquierda–Juan
Bosch, Patricio Lumumba, Mossadegh, Sukarno– era un "comunista" asociado a una
conspiración internacional anti-EE.UU.) Y, a pesar de toda la jactancia
desde 1991, sobre la "muerte del comunismo" y el triunfo final de la "democracia"
occidental y de los principios del libre mercado, el imperialismo de EE.UU.
en su cenit continúa acechando iracundo, y fustigando como "comunista"
a un amplio espectro de posibles antagonistas. Lo que quiero decir es que no
hay que determinar si alguno de esos objetivos en particular merecen realmente
la denominación, sino que basta con señalar que muchos de los
que se definen como tales (así como los que están en la izquierda
y que no lo hacen), continúan viviendo bajo la amenaza de un ataque de
EE.UU. No todos, por supuesto: el "Partido Comunista de China," habiendo presidido
toda la restauración generalizada del capitalismo, y que incluso acepta
gentilmente a capitalistas como miembros, no parece estar en un peligro inminente.
Ni Vietnam, Laos y Camboya. Pero Cuba y Corea del Norte, sienten la presión.
También los maoístas (los comunistas serios del siglo veintiuno),
dondequiera que florezca el maoísmo.
Objetivo maoísta Nº º - el NPA NEP de las Filipinas
El maoísmo parece florecer en las Filipinas. La primera indicación
de que la guerra del terror podría extenderse más allá
de los enemigos "islamistas" para incluir a los tradicionales antagonistas rojos,
vino en noviembre, cuando Washington anunció planes para el despliegue
de tropas de EE.UU. en la parte sur del país ("Operación Balikatan")
para combatir el Grupo Abu Sayyaf. Cualquiera que conozca la situación
en las Filipinas sabría lo que es Abu Sayyaf, que es un minúsculo
grupo de bandidos (100 a 200 combatientes) que podría ser fácilmente
derrotado sin ayuda por las Fuerzas Armadas de las Filipinas (FAP). (El que
no lo hayan hecho parece tener algo que ver con la tendencia de los oficiales
militares a recibir una parte de los rescates que el grupo obtiene mediante
secuestros.) Las dos organizaciones armadas "islamistas" verdaderamente importantes
del país, el Frente Moro de Liberación Nacional y el Frente Islámico
Moro de Liberación [FIML], están ambos en conversaciones con el
gobierno de la Presidente Gloria Macapagal Arroyo.
Limitados al Sur, y basados exclusivamente en la población musulmana
(Moro), (aproximadamente un 50% del total), no han constituido históricamente
la mayor amenaza al gobierno filipino respaldado por EE.UU. Ésta proviene
más bien del Nuevo Ejército del Pueblo (NEP), establecido por
el Partido Comunista de las Filipinas (PCF) a fines de los años 60.
Se considera que actualmente tienen unos 12.000 guerrilleros, activos en todo
el archipiélago, controlando unas 8.000 aldeas y tal vez un 20% del campo.
El NEP está librando una guerra popular maoísta, apoyado por una
amplia serie de organizaciones que constituyen el Frente Nacional Democrático.
No es sorprendente que el NEP esté en la lista de "organizaciones terroristas"
del Departamento de Estado y que, en el ambiente actual, llegara a ser sólo
por ese motivo, un "objetivo válido" para el ataque por EE.UU.
Pero la perspectiva de convertir a las Filipinas en otro Vietnam atrae a unos
más que a otros en el propio establishment filipino pro-EE.UU. Arroyo
hizo el acuerdo sobre Balikatan, alardeando de que la cooperación con
EE.UU. llevaría a las Filipinas más ayuda que la recibida por
Pakistán; pero el Vicepresidente (y Ministro de Relaciones Exteriores)
Teofisto Guingona estuvo tan opuesto que en enero amenazó con renunciar.
Después de aceptar de malas ganas la misión como un programa de
entrenamiento (y de insistir en que las tropas de EE.UU. no participarían
en combates, y sólo en patrullas bajo comando filipino), exigió
(y recibió) el 10 de febrero garantías de Colin Powell de que
la operación se limitaría a la Isla Basilan y que no implicaría
operaciones contra los principales grupos de guerrilla. ("No queremos iniciar
actividades contra el NEP o el Frente Islámico Moro de Liberación,"
le dijo a Powell, "porque nuestra política es hacer la paz con ellos.")
Al mismo tiempo, el Secretario de Defensa, Angelo Reyes, parecía ansioso
de enfrentar a las tropas estadounidenses contra los maoístas. Cuando
comenzó la operación el 31 de enero, un avión de carga
MC-130 de operaciones especiales de EE.UU. fue dañado por fuego de armas
cortas. Reyes inmediatamente acusó al "Nuevo Ejército del Pueblo
o a elementos criminales." El portavoz del PCF, Gregorio "Ka Roger" Rosal, desmintió
la participación del NEP, sugiriendo que el incidente había sido
una conspiración para justificar la participación de EE.UU. en
operaciones de combate contra sus guerrillas. El mismo día, un turista
estadounidense fue matado por un tirador en la base de Monte Pinatubo. El portavoz
del ejército, teniente coronel José Mabanta declaró, "Tenemos
motivos para creer que [los atacantes] eran miembros del NEP." (De nuevo, los
maoístas negaron toda responsabilidad; más tarde, la policía
sugirió que la acompañante alemana del turista podría haberlo
matado, o que el atacante podría haber sido un bandido miembro del pueblo
indígena aeta.)
Mientras tanto, Arroyo ha hecho lo posible por refundir a Abu Sayyaf y al NEP,
haciéndose eco de la retórica maniquea de Bush. Respondiendo a
protestas dirigidas por el NEP en febrero, declaró que los que se oponían
a los ejercicios de Balikatan, eran "protectores de terroristas, aliados de
asesinos y amigos de Abu Sayyaf". "Usted no es un filipino," vociferó,
"si está contra la paz. Usted ama más a los terroristas que a
sus propios soldados." El 25 de febrero, el portavoz del ejército, el
teniente coronel Josen Mbanta, calificó al ENP de "peor que Abu Sayyaf.
Podemos decir que no son diferentes de Abu Sayyaf. Tenemos que abrir los ojos
porque, a la larga, serán el enemigo más duradero que tendremos
que enfrentar." ¡La Operación Balikatan, por supuesto, está destinada
a ayudarles a confrontar a ese "enemigo duradero"!
Subrayando la prioridad de la amenaza del ENP, Arroyo diferenció el 18
de marzo entre los maoístas y el FIML, cuando firmó una tregua
de Lenten con este último, pero declinó hacerlo con el primero.
Explicó que "si consideramos la situación actual en todo el mundo,
¿no es verdad que el ENP ha sido declarado un grupo terrorista [por EE.UU.]?"
El FIML, sin embargo, no es, a su juicio, terrorista; "parece," opinó,
"mostrar buena fe en la búsqueda de la paz." Consciente de que EE.UU.
continúa considerando al FIML como terrorista y ligado a al-Qaeda, dijo
que pediría a EE.UU. que reclasificara al grupo. (Más tarde, por
recomendación de Reyes, procedió finalmente a firmar una tregua
de Lenten con los maoístas.)
El día después de la declaración de Arroyo, el Manila
Times citó al analista Daniel Crawford advirtiendo que dada la "alianza
entre los rebeldes comunistas y Moro," y supuestos lazos que databan de los
años 80 entre el NEP, Corea del Norte, y la República Popular
China, Estados Unidos terminaría "efectivamente por entablar combate
[con el NEP] en Mindanao meridional y central, e incluso en Mindanao oriental,
bajo la excusa de combatir el terrorismo." (El mismo día, cuatro Boinas
Verdes que participaban en la Operación Balikatan en Basilan, entraron
a una zona de combate, ostensiblemente para rescatar a soldados filipinos heridos.
Fueron rechazados, mientras las fuerzas filipinas rescataban a los heridos;
pero muchos consideraron que habían violado las reglas que regulan su
presencia en el país.)
La prensa convencional ha expresado alguna preocupación por la posibilidad
de que belicosos soldados estadounidenses podrían participar en combates,
específicamente con el NEP. En abril, llegaron otros cien soldados estadounidenses
para participar en el "Ejercicio Balikatan" (en vez de la Operación Balikatan)
en la isla norteña de Luzón (donde no se puede decir que haya
rebeldes musulmanes, sino numerosos combatientes del NEP). Las razones ostensibles
para esta actividad es el entrenamiento de tropas filipinas para su participación
en operaciones de mantenimiento de la paz de la ONU, y para el combate contra
el "terrorismo" en otros sitios de Asia del Sudeste. AP informó que el
ejercicio "implica riesgos porque los rebeldes comunistas en el Norte han advertido
que atacarán a todos los estadounidenses que se aventuren en el territorio
que reivindican."
Algunos informes, haciéndose eco de las declaraciones de Arroyo, han
refundido despreocupadamente a los rebeldes maoístas y musulmanes. Un
artículo de AP por William Foreman que apareció el 10 de junio,
describió acciones recientes en la campaña contra Abu Sayyaf,
pero cambió de tema en los párrafos finales:
"Ayer, helicópteros de la fuerza aérea bombardearon con cohetes
una aldea en el sur de las Filipinas, habitada por un grupo comunista rebelde,
matando a por lo menos cinco rebeldes, dijo un funcionario. La Presidente Gloria
Macapagal Arroyo dijo a los reporteros que los consejeros de EE.UU. que están
entrenando a los soldados filipinos y planificando misiones podrían ser
elevados a nivel de compañía, acercándolos a los combates.
'Tenemos que terminar esta guerra porque el terrorismo es el flagelo del mundo,'
dijo Arroyo." Evidentemente para ella y sus amigos extranjeros, el maoísmo
es una gran parte del flagelo que hay que liquidar.
El objetivo maoísta Nº 2 – El EPL de Nepal
Otra encarnizada guerra popular se libra en Nepal, dirigida por otra organización
maoísta en la lista "terrorista" del Departamento de Estado. Desde 1996,
el Partido Comunista de Nepal (Maoísta) [PCN(M)] ha desafiado efectivamente
el control gubernamental en gran parte del campo nepalí, y según
algunos cálculos controla un tercio del territorio nacional. Espectaculares
victorias militares del año pasado del Ejército Popular de Liberación
(EPL) dirigido por el PCN(M) llevó al gobierno a la mesa de negociaciones.
Pero en noviembre (mientras EE.UU. preparaba sus misiones de "entrenamiento
y equipamiento" a las Filipinas, Yemen y Georgia), las conversaciones de paz
se rompieron y desde entonces ha habido intensos combates.
El 26 de noviembre, el rey Gyanendra, extremadamente impopular, declaró
un estado de emergencia, calificó a los maoístas de "terroristas,"
y publicó una Ordenanza de Control del Terrorismo. El embajador de EE.UU.,
Michael Malinowsky, señaló en esa época que el PCN (M)
tendrá que sufrir en el futuro las consecuencias de portar esa etiqueta.
Entre esas consecuencias estuvo la primera visita en la historia a Nepal de
un Secretario de Estado de EE.UU. Al llegar a Katmandú el 18 de enero,
Colin Powell puso en claro las conexiones: "Ustedes tienen una insurgencia maoísta
que está tratando de derrocar el gobierno y éste es realmente
el tipo de situación que estamos combatiendo en todo el mundo. [énfasis
agregado]." Agradeció a Gyanendra y al Primer Ministro Sher Baradur Deuba
por "combatir el terrorismo internacional," y ofreció ayuda militar.
Malinowski continuó con un discurso ante un "Seminario de Operaciones
de Paz de Asia del Sur" en Kabul en febrero. Mientras una masiva huelga paralizaba
Nepal, anunció que, "Nepal está plagado actualmente por un terrorismo
que está afectando sus propios fundamentos como nación. Esos terroristas,
bajo el disfraz del maoísmo o de la llamada 'guerra popular,' son fundamentalmente
los mismos terroristas que en otras partes –sean miembros del Sendero Luminoso,
de Abu Sayyaf, de los jemeres rojos, o de al-Qaeda." La ayuda prometida por
Powell fue discutida en abril, cuando el Ministro de Relaciones de Exteriores
Madhu Raman Acharya visitó Washington. Mientras tanto Deuba declaró,
"La coalición contra el terrorismo no debería estar sólo
en Afganistán, debiera estar en todo el mundo." Sin "ayuda internacional,"
sugirió, le costaría 10 años a Nepal para derrotar a los
maoístas. Mientras Acharya estaba en Washington, Reuters informó
el 22 de abril que había "cerca de una docena de oficiales militares
superiores de EE.UU." en Nepal "evaluando su progreso contra los rebeldes para
determinar qué ayuda militar podría requerir como parte de la
promesa de Washington de ayudar al gobierno."
El propio Deuba visitó Washington después de Acharya, convirtiéndose
en el primer Primer Ministro nepalí en reunirse con un presidente de
EE.UU. en el Despacho Oval, el 6 de mayo. Comunicó después a los
reporteros que "el Presidente Bush muestra gran apoyo para nuestra campaña
contra el terrorismo y nos ha asegurado que nos va a ayudar de muchas maneras."
(Más adelante se reveló que EE.UU. suministrará 20 millones
de dólares en equipos militares, incluyendo helicópteros de transporte,
armas automáticas, lanza cohetes, chalecos antibala y gafas de visión
nocturna que combatir ataques sorpresivos en la oscuridad.) El 16 de junio,
la BBC informó que el gobierno de EE.UU. acababa de completar el entrenamiento
de 20 oficiales nepalíes, incluyendo al Inspector General de la Investigación
Nacional Armada y generales del ejército que trabajan en el Palacio Real,
en la "resistencia contra el terrorismo maoísta."
Se podría esperar que la administración Bush tratara de justificar
la ayuda militar a Nepal asociando a los maoístas con otros grupos que
ha calificado de "terroristas". Espero que escucharemos referencias a una declaración
del Presidente de Sri Lanka, Chandrika Kumaratunga al embajador nepalí
en Colombo el 14 de junio, diciendo que los Tigres por la Liberación
de Tamil Ealam (TLTE) una fuerza guerrillera de 8.000 a 10.000 hombres, están
entrenando a maoístas nepalíes en la parte norte de su país.
Esto parece dudoso, considerando las considerables diferencias ideológicas
entre los grupos. El líder de los TLTE, Vellupillai Pirabhakaran, ha
prácticamente descartado cualquier principio marxista-leninista a favor
de una doctrina de guerra racial (tamiles hindúes contra cingaleses budistas),
mientras que el PCN (M) está alineado políticamente con otro grupo
en Sri Lanka, el Partido Comunista de Ceilán (Maoísta) que comparte
su ideología. Lo que es aún más ominoso, el 11 de mayo,
The Independent citó a "agencias de inteligencia occidentales"
expresando sospechas de que ¡al-Qaeda hubiera estado suministrando "armamento
sofisticado" a los maoístas en Nepal! (Esto sabe a desinformación
pura. Recordemos que bin Laden basó su carrera en la acción "anticomunista"
en Afganistán.)
Objetivo maoísta Nº 3: el "Sendero Luminoso" del Perú
Horas después de los ataques del 11 de septiembre, algunos de los medios
de EE.UU. sugirieron que el Sendero Luminoso del Perú (el término
utilizado a menudo para referirse al Partido Comunista del Perú o PCP)
era el responsable de los ataques. La asociación era absurda, pero conforme
a la campaña de vilipendio de los maoístas peruanos que data de
fines de los años 80 y principios de los 90, cuando según un informe
de RAND había tomado control de por los menos un cuarto del territorio
peruano, gozado de amplio apoyo, y tenido una buena posibilidad de tomar el
poder del estado. Debilitada por la captura de su líder, el Dr. Abimael
Guzmán (alias Presidente Gonzalo) en 1992, la organización ha
sobrevivido la dictadura de Alberto Fujimori y de su Frankenstein creado por
la CIA, Vladimiro Montesinos, y continúa organizando la resistencia armada
al sucesor de Fujimori, Alberto Toledo. Según el Washington Post
(13 de junio), el PCP se ha estado reagrupando en los remotos valles orientales
de Huallaga y Apurímac, y aumentando el reclutamiento en los campus universitarios.
El gobierno peruano acaba de declarar el estado de emergencia en el departamento
de Arequipa en el Sur, después de varios días de disturbios antigubernamentales
que con bastante probabilidad cuentan con la participación de maoístas.
El 21 de marzo, justo antes de la llegada del Presidente Bush en una visita
de estado, detonó un auto bomba ante la embajada de EE.UU. en Lima, matando
a cinco personas. Toledo acusó al Partido Comunista del Perú,
y la prensa internacional adoptó ese sesgo para la historia. Dos mujeres
y un hombre fueron recientemente arrestados y acusados por el atentado. Pero
nadie ha reivindicado la responsabilidad por la explosión, y algunos
han sugerido que agentes de Montesinos (detenido actualmente pero que, con muchos
años al servicio de la inteligencia de EE.UU. y con mucha información
comprometedora en su poder, no ha sido enjuiciado por sus numerosos crímenes)
podrían ser los responsables. El mensaje, en todo caso, ha sido claro:
el PCP, que ha estado en la lista del Departamento de Estado desde hace años,
es otro enemigo similar a al-Qaeda. Si su situación militar mejorara,
no hay que sorprenderse si ocurre una intervención de EE.UU. bajo la
rúbrica de la "Guerra contra el terror."
Corea del Norte y el "Eje del Mal"
Por lo tanto, desde fines de enero, las organizaciones maoístas han sido
colocadas en la mira de la guerra del terror de EE.UU. Pero la administración
continuó concentrándose en bin Laden, al-Qaeda, y los "extremistas
islámicos". De manera que millones se sintieron intrigados y horrorizados
por el discurso del Estado de la Unión de Bush el 29 de enero, en el
que, sólo cuatro meses después de los ataques, ignoró por
completo a bin Laden, mencionó a al-Qaeda sólo una vez, de paso,
y condujo abruptamente la atención a un imaginario "Eje del Mal": Irak,
Irán, y Corea del Norte (República Democrática Popular
de Corea; RDPC). Lo lindo de su discurso fue la transparencia de su imbecilidad
(para cualquiera que no haya renunciado a su sano juicio y sucumbido al muy
real atractivo psicológico de la comodidad y del encanto de la docilidad
fascista) que llevó a muchos a dudar de toda la "Guerra contra el terrorismo".
Los ministros europeos de relaciones exteriores se sintieron consternados; así
también el antiguo presidente de EE.UU., Jimmy Carter, y un coro creciente
de comentaristas de los medios convencionales. Simplemente no tenía ningún
sentido asociar a esos tres en particular: el Irak secular, Irán, con
su mezcla de fundamentalismo chiíta y de sociedad civil; y la hermética
Corea del Norte, un estado ostensiblemente marxista-leninista donde en realidad
el "Kim-Il-Sungismo" y el vago concepto de Juche (independencia) constituyen
la religión estatal. Irak e Irán se destruyeron mutuamente durante
la guerra estimulada por EE.UU. de 1980 a 1988, y ninguno de los dos tenía
mucho en común con la RDPC. El concepto razonable de que un eje es una
alianza, simplemente no tenía sentido en este caso.
Fue cosa de los especialistas en el sesgo y de los comentaristas explicar la
lógica de la formulación, aparentemente agregada por el Presidente
a última hora. Corea del Norte había vendido tecnología
de armas balísticas a Irak e Irán, y era también como los
otros dos, (tal vez, en algún momento) capaz de producir armas de destrucción
masiva, que podrían amenazar a EE.UU. Pero, desde luego, Pakistán,
pro-EE.UU., era el principal recipiente de ayuda de la RDPC, y en lo
que se refiere a las armas de destrucción masiva, EE.UU. ya había
negociado, en el acuerdo nuclear de 1994, un arreglo por el cual Corea del Norte
había suspendido su programa nuclear a cambio de la construcción
financiada por Occidente de reactores que producían poco material del
tipo utilizable para armas. (Los "expertos" lo han considerado como un programa
muy exitoso.) En el año 2000, Kim Jong-Il y el presidente de Corea del
Sur, Kim Dae-Jung se reunieron, reduciendo las tensiones en la península,
y después de la inauguración de Bush, Kim Dae-Jung apeló
al nuevo presidente de EE.UU. para que continuara las negociaciones con Pyongyang
comenzadas durante la administración Clinton. Pero, para su gran desilusión,
Bush abandonó la política de acercamiento. Ahora, después
de un año de su presidencia, Bush asombró a los coreanos, del
Norte y del Sur, con su declaración sobre el "Eje del Mal," identificando
claramente a la RDPC como malvado enemigo terrorista, pero que, como los maoístas
ya mencionados, no había, obviamente, tenido nada que ver con al-Qaeda,
el "islamismo," o el 11 de septiembre.
Por suerte, la obtusa retórica no ha sido seguida por la acción;
por cierto, el enviado de EE.UU. sobre la política hacia Corea del Norte,
Jack Pitchard, se reunió recientemente con un diplomático norcoreano
en la ONU, y el Secretario Adjunto de Estado Richard Armitage ha declarado que
Washington tiene intenciones de enviar pronto un representante a Pyongyang para
discutir el terrorismo y la proliferación nuclear, entre otros asuntos.
Kim Jong-Il parece poco preocupado por la observación de Bush del 'eje',
bromeando incluso al respecto con un enviado de Corea del Sur. Pero si EE.UU.
decidiera emprender un ataque contra la RDPC (como lo consideró Bill
Clinton en 1994), la acción sería justificada no sólo en
términos "antiterroristas," sino también anticomunistas. Hay que
recordar que la RDPC estuvo una vez a la vanguardia de la resistencia contra
el imperialismo de EE.UU., combatiendo en 1953 (con masiva ayuda china) a las
fuerzas de EE.UU., hasta llevarlas a un punto muerto. La obliteración
de Corea del Norte sería un ajuste de cuentas, cerrando (en términos
imperialistas) una de las cruzadas más brutales de la Guerra Fría.
(El "islamismo,' por supuesto, no tiene nada que ver.)
Colombia y las FARC
Se considera que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) son,
con unos 17.000 combatientes armados, el mayor movimiento "izquierdista" de
guerrillas en el hemisferio occidental. Originados en el Partido Liberal de
Colombia de los años 50 y en un Partido Comunista que gravitaba hacia
el castrismo en los años 60, tiene una ideología ecléctica,
pero su dirigencia se considera marxista-leninista y el gobierno de EE.UU. las
considera con seguridad como tales. Desde el punto de vista de Washington, constituyen
un fastidio, porque supuestamente apoyan a los productores de marihuana y coca,
y participan en el narcotráfico, pero en realidad porque han desafiado
con las armas en la mano a una sucesión de regímenes apoyados
por EE.UU., adquiriendo el control de lo que puede ser un cuarto del territorio
nacional; y amenazan las enormes inversiones de EE.UU. en el país. Específicamente,
las FARC han saboteado oleoductos de propiedad de compañías estadounidenses.
(El oleoducto Caño Limón, que sirve los yacimientos petrolíferos
operados por la Occidental Petroleum One, de California, estuvo fuera de servicio
durante 266 días en 2001, por 170 ataques de las FARC.) No sorprende
que Colombia sea el cuarto recipiente en tamaño de ayuda militar de EE.UU.
El 6 de febrero (justo después del discurso del "Eje del Mal" de Bush),
el director de la CIA, George J. Tenet, informó al Congreso sobre varios
"grupos terroristas" sin lazos con al-Qaeda, pero que serían futuros
objetivos de EE.UU. Incluía a las FARC, las que, indicó Tenet,
"presentan una seria amenaza a los intereses de EE.UU. en América Latina
porque nos asocian con el gobierno contra el que están combatiendo."
(¿Cómo no lo iban a hacer?) A la semana siguiente, la Casa Blanca anunció
un plan para gastar 98 millones de dólares para entrenar y equipar una
brigada del ejército colombiano, específicamente para proteger
el oleoducto (privado) de Caño Limón. El senador Patrick Leahy,
demócrata de Vermont y presidente del Subcomité de Operaciones
en el Extranjero del Senado, señaló con total naturalidad en aquel
entonces: "Por primera vez, la administración está proponiendo
que se cruce la línea de la lucha contra los narcóticos a la contrainsurgencia"
en el país latinoamericano.
El puente que conduce de lo uno a lo otro fue, desde luego, la "Guerra contra
el terrorismo". El 8 de marzo, la Resolución 358 de la Cámara
de Representantes llamó a Estados Unidos "a ayudar al Gobierno de Colombia
a proteger a su democracia contra organizaciones calificadas de terroristas
extranjeras por Estados Unidos... " El representante Ron Paul, miembro del Comité
de Relaciones Internacionales de la Cámara y del Subcomité sobre
el Hemisferio Occidental, protestó que la legislación, presentada
sin previo aviso, colocaba a EE.UU. en una "pendiente resbalosa hacia una insensata
intervención militar en una guerra civil extranjera que no tiene nada
que ver con Estados Unidos." (Ni con el "islamismo radical," ni con el 11 de
septiembre.)
Diez días más tarde, el Ministro de Justicia, Ashcroft, anunció
que un jurado de acusación federal en el Distrito de Columbia había
acusado a tres presuntos miembros de las FARC y a cuatro otros sudamericanos
de conspirar para importar cocaína a Estados Unidos; sus acciones, declaró,
demostraban "más claro que nunca la malvada interdependencia entre los
que amenazan vidas estadounidenses" y el tráfico de drogas. El 18 de
abril, Armitage declaró ante el Comité de Gastos de la Cámara
de Representantes que partidarios de al-Qaeda habían estado actuando
en el área de las tres fronteras de Colombia, Perú y Ecuador.
Luego, el 21 de abril el antiguo consejero principal de Clinton, Thomas F. McLarty
III, escribió en el Boston Globe, que la "lista de objetivos"
en la "guerra contra el terrorismo" debiera "mirar más allá" de
Afganistán, las Filipinas, Irak, Yemen y Somalia, a Colombia, donde las
FARC y el ELN (el Ejército de Liberación Nacional, una organización
armada más pequeña que tuvo su origen en la Teología de
la Liberación) "son poco diferentes de la red de al-Qaeda". Apoyó
la eliminación de todas las restricciones del Congreso a la ayuda militar
a Colombia (impuestas anteriormente por la ostensible preocupación por
el terrible historial de derechos humanos de los militares de Bogotá),
tal como lo solicitaba la administración Bush.
Más tarde ese mes, Ashcroft anunció la acusación contra
tres presuntos miembros de las FARC por el asesinato de ciudadanos de EE.UU.
en 1999 y describió a las FARC como una "organización violentamente
anti-estadounidense". John Walter, director de la Oficina de Política
Nacional de Control de Drogas de la Casa Blanca, anunció al mismo tiempo
que los rebeldes colombianos estaban estrechamente relacionados con los "grupos
del terror global". (Es poco probable que estos incluyan a al-Qaeda; un informe
reciente del Consejo de Relaciones Exteriores dice que, "no hay evidencia que
relacione a los islamistas de al-Qaeda con las FARC." Pero no importa. Agreguen
a las FARC a las organizaciones mencionadas como un objetivo "izquierdista,"
no "islamista" en la guerra del terror.)
La malvada Cuba
El inacabable resentimiento de EE.UU. hacia una Cuba independiente ha sido un
ingrediente básico de la política exterior de EE.UU. durante más
de 40 años, pero la guerra del terror ha alterado sorprendentemente las
relaciones de EE.UU. con Cuba. El Presidente Fidel Castro ha prometido su pleno
apoyo para la guerra, tal como la ve, y no ha protestado por la detención
de cautivos de al-Qaeda y de los talibán en la base de EE.UU. en Guantánamo.
Por cierto, el gobierno cubano ha prometido su total cooperación en el
apresamiento de cualquier detenido en su suelo si se escapara de la custodia
de EE.UU. en la base.
De manera que debe haber sido algo asombroso para los cubanos cuando el 6 de
mayo, antes de la visita privada del antiguo presidente Jimmy Carter a Cuba,
el Subsecretario de Estado John Bolton pronunció un discurso llamado
"Más allá del eje del mal," acusando a Cuba de desarrollar armas
biológicas y de compartir sus conocimientos con "estados delincuentes"
(como Siria, Irán, y Libia). Fue la primera vez que un funcionario de
EE.UU. ha relacionado públicamente a Cuba con los intentos de producir
armas de destrucción masiva. El mismo Carter se burló de las acusaciones,
señalando que en sus propias detalladas sesiones de preparación
con el Departamento de Estado nadie había presentado esa acusación;
implicó que las observaciones de Bolton habían sido motivadas
por un deseo de impedir toda repercusión positiva de su propio viaje
y de sabotear cualquier iniciativa hacia la mejora de las relaciones de EE.UU.
con La Habana. Pero Bolton, con pleno apoyo de Bush, ha agregado Cuba a un segundo
círculo alrededor del eje de fantasía Irak-Irán-RDPC, agregándola
a los malhechores maoístas y a otras guerrillas de izquierda que se identifican
con la tradición marxista-leninista.
Malvados estadounidenses
Finalmente, la guerra del terror también está apuntando a ciudadanos
y residentes de EE.UU. que se identifican con la izquierda política.
Existe, desde luego, una prolongada historia en este sentido, desde las redadas
Palmer de los años 20, a las purgas macartistas, al programa COINTEL
de los años 60 y de principios de los 70. Las audiencias del Comité
Church en el Senado revelaron que la "Operación Caos," un programa de
espionaje interno de la CIA en los años 60, había reunido "perfiles
de personalidad" de 7.000 personas en EE.UU., y seguido la pista de más
de mil grupos políticos. Desde la promulgación de la "Ley Patriota"
el día de Halloween pasado, el gobierno ha adquirido una autoridad casi
ilimitada para realizar una "investigación online" de activistas, incluso
si sus esfuerzos no están relacionados con una investigación penal
establecida. (Lo llaman "puro surfing".)
No están sólo controlando a grupos islámicos o "islamistas".
En su testimonio ante el Senado en febrero, Dale Watson, Director Ejecutivo
Adjunto para Contraterrorismo y Contrainteligencia, declaró que "la amenaza
terrorista que confronta EE.UU." provino en parte de los que "generalmente profesan
una doctrina socialista revolucionaria y se ven como protectores del pueblo
contra los 'efectos deshumanizadores' del capitalismo y del imperialismo," y
de grupos que "quieren producir un cambio en Estados Unidos y que creen que
ese cambio puede ser realizado a través de la revolución en lugar
del proceso político establecido." Entre aquellos que hay que vigilar,
enumeró a activistas del movimiento por la independencia de Puerto Rico,
a anarquistas, "grupos socialistas extremos," y fuerzas del movimiento antiglobalización
como Reclaim the Streets y Carnival Against Capitalism. Todavía
es legal estar en la izquierda radical en EE.UU., pero también está
bien que el gobierno nos vigile de cerca, todo el tiempo, en egregia violación
de su propia Constitución, mientras la alaba como un modelo para el mundo.
No, Mr. Dobbs
Y si todos los mencionados han de ser definidos como "terroristas," el peligro
que presentan es, sin duda, muy grande, y hablando relativamente, palidece por
comparación la importancia de la amenaza "islamista" al status quo adorado
por Mr. Dobbs. Según Newsweek (10 de junio): "Incluso mientras
Bush continúa identificando en público a al- Qaeda como la principal
amenaza, en privado los funcionarios de EE.UU. se están uniendo cada
vez más a los funcionarios de la inteligencia que han insistido hace
tiempo que la cantidad de miembros jurados de al-Qaeda en el mundo ha sido groseramente
exagerada, y que podría ser menos de 200." Piensen en eso. Cientos
de al-Qaeda exigiendo sobre todo que EE.UU. saque sus tropas de Arabia Saudita.
Decenas de miles de guerrilleros dirigidos por comunistas –y muchos millones
que se identifican con el legado de la izquierda histórica– exigiendo
un fin a la explotación y a la desigualdad en el planeta. Imaginen a
quién la administración Bush considera más peligroso.
Así que en conclusión: esta guerra que Mr. Dobbs apoya con tanta
energía; esta guerra que lleva en su solapa cada noche en la forma de
su pequeña insignia con la bandera; esta guerra, a la que exhorta a todos
los estadounidenses decentes a que la consideren como suya– no es de ninguna
manera, en última instancia, una guerra contra el "islamismo radical".
Es una guerra contra todo el que la administración de EE.UU. decida calificar
de enemigo y, por si sirve para algo, la mayoría de ellos ni siquiera
son, en realidad, musulmanes.
Gary Leupp,
es profesor adjunto del Departamento de Historia, de la Universidad Tufts y
coordinador del Programa de Estudios Asiáticos.
Su correo es: gleupp@tufts.edu