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4 de junio del 2002
Bajo la sombra nuclear
Arundhati Roy
Counterpunch
Traducido para Rebelión por Germán Leyens
Esta semana, las familias de los diplomáticos y los turistas desaparecieron
rápidamente, y llegaron manadas de periodistas de Europa y EE.UU. Muchos
de ellos residen en el Hotel Imperial en Delhi. Muchos me llaman. ¿Por qué
está aún aquí, me preguntan, por qué no se ha ido
de la ciudad? ¿No es una posibilidad real la guerra nuclear? Lo es, ¿pero donde
voy a ir? Si me voy, y todo y todos, cada amigo, cada árbol, cada hogar,
cada perro, ardilla y pájaro que he conocido y amado son incinerados,
¿cómo voy a seguir viviendo? ¿A quién voy a amar, y quién
me va a amar? ¿Qué sociedad me va a acoger y me va a permitir ser lo
revoltosa que soy, aquí, en mi país? Decidimos que nos quedamos
todos. Nos hemos acurrucado todos juntos, comprendimos cuánto nos amamos
mutuamente y pensamos qué vergüenza sería morir ahora. La
vida es normal, sólo porque lo macabro se ha vuelto normal. Mientras
esperamos la lluvia, el fútbol, justicia, en la televisión los
viejos generales y los ambiciosos jóvenes presentadores hablan de la
capacidad de primer ataque y de segundo ataque, como si estuvieran discutiendo
un juego de mesa familiar. Mis amigos y yo discutimos "Profecía," la
película sobre el bombardeo de Hiroshima y Nagasaki, los cadáveres
obstruyendo el río, los supervivientes despojados de su piel y sus cabellos;
recordamos especialmente al hombre que simplemente se fundió sobre los
escalones del edificio y nos imaginamos a nosotros mismos así, como manchas
en escalinatas.
Mi marido está escribiendo un libro sobre árboles. Tiene una sección
sobre cómo se polinizan los higos, cada higo por su propia avispa higuera
especializada. Hay cerca de 1.000 especies diferentes de avispas higueras. Todas
las avispas higueras serán destruidas por armas nucleares, y mi marido,
y su libro.
Una querida amiga, que es activista en el movimiento contra las represas en
el Valle Narmanda, está en huelga de hambre indefinida. Hoy comienza
el duodécimo día de su ayuno. Ella y los otros que ayunan con
ella se están debilitando rápidamente. Protestan porque el gobierno
está arrasando escuelas con bulldozers, derribando bosques, erradicando
bombas de mano, obligando a la gente a abandonar sus aldeas. ¡Qué acto
de fe y esperanza! Pero para un gobierno que se siente cómodo ante la
noción de un mundo perdido, ¿qué le importa un valor perdido?
Los terroristas tienen el poder para desatar una guerra nuclear. La no-violencia
es tratada con desdén. Ahora, el desplazamiento, el desposeimiento, la
inanición, la pobreza, la enfermedad, son simplemente temas de divertidas
historietas cómicas. Mientras tanto, los emisarios de la coalición
contra el terror van y vienen predicando la circunspección. Tony Blair
llega a predicar la paz –y de pasada, a vender armas tanto a India como a Pakistán.
La última pregunta que cada periodista visitante me pregunta es: "¿Está
escribiendo otro libro?" La pregunta me suena a burla. ¿Otro libro? Ahora mismo,
cuando parece como si toda la música, el arte, la arquitectura, la literatura,
toda la civilización humana, no significan nada para los monstruos que
dominan el mundo. ¿Qué clase de libro iba a escribir? Por el momento,
sólo por el momento, sólo por un corto tiempo, la falta de sentido
es mi mayor enemigo, Es lo que hacen las bombas atómicas, sean utilizadas
o no. Violan todo lo que es humano, alteran el sentido de la vida.
¿Por qué las toleramos? ¿Por qué toleramos a los hombres que utilizan
las armas nucleares para chantajear a toda la raza humana?
2 de junio de 2002
Arundhati Roy, de India es autora de Power Politics, [Políticas del Poder],
la novela que ganó el Premio Booker The God of Small Things y The Cost
of Living. Es una destacada activista contra la guerra y contra la globalización
corporativa. Su comentario fue transmitido primero en el programa Radio 4's
Today en Gran Bretaña.